Dos estudios publicados en The New England Journal of Medicine, ilustran los extremos de las terapias innovadoras.
Dos artículos publicados en The New England Journal of Medicine (NEJM) ilustran los extremos de las terapias innovadoras: en uno de ellos, un supuesto tratamiento con células madre dejó ciegas a tres pacientes con degeneración macular asociada a la edad (DMAE) en una clínica de Florida; en el otro, un grupo de médicos japoneses del Centro Riken detuvo la pérdida de visión de otra paciente con DMAE, gracias al injerto de capas de epitelio pigmentario retiniano obtenidas a partir de células de pluripotencialidad inducida (iPS).
En el caso estadounidense, las mujeres tenían una visión que oscilaba de 20/30 a 20/200. La terapia utilizó células madre adultas obtenidas del tejido adiposo de las pacientes, que se inyectaron en el cuerpo vítreo de los dos ojos. Al cabo de una semana experimentaron pérdida de visión, desprendimiento de retina y hemorragia. Las células se diferenciaron en fibroblastos implicados en la cicatrización tisular.
En el estudio japonés, las células se obtuvieron de la piel de la paciente. Un año después del injerto intravítreo, su visión se estabilizó y no se registraron efectos secundarios. Con todo, Álvaro Fernández-Vega, del Instituto Fernández-Vega, reconoce que el estudio japonés "mostró la supervivencia del implante celular, lo que supone un avance, pero no se consiguió ningún tipo de mejoría visual".
Ángel Raya, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, reflexiona que "el estudio japonés se ha llevado a cabo con mucha cautela y se suspendió en la segunda paciente prevista al comprobar que no superaba los controles de seguridad".
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