viernes, 24 de enero de 2014

Parkinson: Prometedor avance en terapia génica

Fuente: http://abcblogs.abc.es/cerebro/public/post/parkinson-prometedor-avance-en-terapia-genica-16086.asp/






El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común después de la enfermedad de Alzheimer, y afecta a unos 5 millones de personas en todo el mundo. Los síntomas motores del Parkinson -temblores, rigidez de las extremidades y pérdida de equilibrio- son debidos a la pérdida de neuronas productoras de dopamina de la sustancia negra del cerebro.

El tratamiento más ampliamente utilizado frente a esta patología neurodegenerativa es el fármaco levodopa, un precursor de dopamina que puede cruzar la barrera sangre-cerebro (hematoencefálica). Sin embargo, con el tiempo los pacientes pueden desarrollar espasmos musculares involuntarios (discinesias) y otros efectos secundarios. Por eso se buscan otras alternativas que eviten estos efectos no deseados de la medicación, como la terapia génica o con células madre.




“Las terapias con células madre están orientadas a colocar en el cerebro células que fabriquen dopamina [en sustitución de las que van muriendo como consecuencia de la enfermedad]. Es complicado porque las células que se implantan son difíciles de obtener y además una vez que la sacas de su ambiente normal es fácil que crezcan de forma indiscriminada y produzcan tumores. También puede que formen cuerpos de Lewi, el primer indicio de que pueden morirse [como ocurre con las células normales] y de que la enfermedad de Parkinson se transmite a las células nuevas implantadas. Por eso ha habido un parón en este tipo de terapias”, explica Rosario Luquin, consultora de neurología de la Clínica Universitaria de Navarra.

Más prometedora es la terapia génica, que persigue introducir en algunas neuronas los genes necesarios para que fabriquen la dopamina que falta en esta patología. Como vehículo para hacer llegar esos genes hasta las neuronas diana se utilizan virus desactivados. “Se está intentando buscar el mejor vector viral. Ha de ser seguro, es decir, que no produzca una reacción inmunológica. Además interesa que los genes se mantengan activos durante mucho tiempo. Se buscan esas cualidades esenciales: seguridad, sin reacción inmune, y expresión prolongada”, aclara la doctora Luquin. Hasta ahora los tres ensayos realizados con terapia génica utilizaban como vectores virus de la familia de los adenovirus. Estos virus se asocian a una amplia gama de infecciones en vías respiratorias, la conjuntiva y gastrointestinales. Son responsables de una buena parte de las gastroenteritis en niños y representan el segundo agente viral más común causante de diarrea después de los rotavirus. Ninguno de estos ensayos superó la eficacia del placebo.




Ahora, una nueva investigación publicada en “Lancet” llevada a cabo por investigadores franceses utiliza un nuevo vector viral, lo que supone un paso interesante y prometedor. En este caso se trata de un lentivirus cuyo nombre comercial es ProSavin, que permanece más tiempo en el genoma, como el virus de la inmunodeficiencia humana VIH, que pertenece a esta familia de los lentivirus. A diferencia de los adenovirus, el nuevo vector viral permite incorporar tres genes relacionados con la producción de dopamina en neuronas que de forma normal no producen este neurotransmisor tan importante para el movimiento.

En el ensayo se inyectó el vector viral en el estriado de 15 pacientes entre 48 y 65 años con enfermedad de Parkinson que ya no respondían a la medicación habitual y se observaron mejoras significativas de los síntomas al año de la cirugía, con escasos efectos adversos. Los investigadores franceses se muestran optimistas respecto al resultado de la terapia pero advierten que “aunque los resultados de eficacia son prometedores, la magnitud de los efectos logrados con la terapia génica están dentro del rango placebo observado en otros estudios clínicos para la enfermedad de Parkinson utilizando técnicas quirúrgicas, y deben ser interpretados con precaución”.



Y es que el efecto placebo es un importante competidor al que han de enfrentarse los nuevos medicamentos y también las nuevas técnicas. “En todas las enfermedades y en concreto en Parkinson, cuanto más sofisticado es el procedimiento utilizado más probabilidad hay que de que se produzca el efecto placebo, porque la expectativa de mejoría en el paciente hace que el cerebro libere más dopamina”, explica la doctora Luquin. Y en el caso concreto de la enfermedad de Parkinson no puede saberse si ese aumento en la liberación de dopamina se debe a las expectativas que ha generado el paciente o a los genes que lleva el vector.

El efecto placebo no es nada despreciable, resalta Luquin: “puede llegar a un 20% de mejoría. A esto hay que unir que cualquier microtraumatismo [como la inyección del vector en cerebro de los pacientes] supone liberación de factores tróficos que pueden producir una mejora inespecífica. Por eso es importante hacer el mismo ensayo con un grupo de pacientes a los que no se les pone el fármaco activo nuevo o en este caso el vector viral con los genes. El paciente no sabe si le van a poner el vector viral o no”, aunque se simula la intervención con el mayor realismo, precisamente para dar pie a si hay efecto placebo que pueda observarse.

Y en este ensayo en concreto, probablemente por cuestiones éticas, no se ha utilizado un grupo placebo que permita contrastar la mejora de los síntomas con el grupo al que inyectaron el vector viral portador de los tres genes. “Hacen falta estudios más amplios en los que haya pacientes con placebo, para ver si la eficacia es debida o no al vector”, opina Rosario Luquin, que no obstante destaca la importancia de este estudio: “Un avance más en terapia génica que demuestra que hay otros vectores virales que pueden ser utilizados con seguridad y abre una ventana nueva de tratamiento”. En opinión de esta experta, en el futuro la terapia génica no supondrá una cura pero sí logrará mejorar los síntomas dopaminérgicos.

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