Nuria Montserrat, en las instalaciones del IBEC.
Son muy pocos los científicos que superan una dura criba frente a más de 1.000 candidatos y consiguen la prestigiosa subvención Starting Grant del European Research Council -ERC, Consejo Europeo de Investigación-. Solo son elegidos aquellos que presentan nuevas ideas al límite del conocimiento. Núria Montserrat es una de ellas gracias a su proyecto para investigar la regeneración del riñón a través de la investigación con células madre. La ayuda europea dotada con un millón y medio de euros le permitirá montar un laboratorio durante cinco años en el Instituto de Bioingenieria de Cataluña -IBEC- con un equipo formado por entre tres y seis personas.
Lo que quiere conseguir Núria Montserrat es la culminación a su trabajo hecho entre el 2008 y el 2013 en el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona -CMRB- con el equipo liderado por el doctor Juan Carlos Izpisúa, una referencia mundial en la investigación con células madre que actualmente trabaja en el Salk Institute de California. Mientras estuvo al frente del CMRB estudiaron a fondo tratamientos para enfermedades como el párkinson y anunciaron hace un año y medio la creación de minirriñones en tres dimensiones a partir de células madre humanas obtenidas de la piel de pacientes mezcladas con embriones de ratón. Fue un gran boom mediático, llegando a ser considerado uno de los diez temas destacados del año por la revista Science.
A Núria Montserrat se le iluminan los ojos cuando habla de aquella época y de todos los avances que hicieron en el campo de la biomedicina ya que hasta aquel momento no se había conseguido establecer ningún protocolo con células del riñón en cultivo. «La evolución nos ha hecho ganar complejidad y perder capacidad regenerativa», dice Montserrat, apuntando la clave de la investigación en el campo de la medicina regenerativa en el pez cebra y posteriormente en los ratones de laboratorio recién nacidos, con los que se consiguió regenerar un corazón. «Hay que entender las moléculas implicadas en el proceso, identificar los mecanismos en mamíferos y mirar si se pueden aplicar para tratar un fallo renal», explica Núria Montserrat tratando de hacer comprensible y fácil algo que no lo es.
En base a todo aquello, y ahora ya en solitario, quiere dar un paso más allá en la manera de generar células y recursos moleculares con potencial clínico para el tratamiento de las enfermedades genéticas del riñón. «En el CMRB aprendí el funcionamiento, ahora el objetivo es desarrollar herramientas para regenerar el riñón aprovechando el potencial de las células madre», apunta Núria Montserrat, aún instalándose en el que es su nuevo despacho desde hace un mes. Trabajará en dos vías, la medicina regenerativa con una aplicación más celular y otra que pase por los medicamentos. En el laboratorio creará minirriñones tridimensionales y con ellos espera hacer infinidad de pruebas para tratar de encontrar los fármacos que permitan encontrar la cura a dos grandes enfermedades genéticas del riñón: la poliquistosis renal y el síndrome nefrótico congénito. Actualmente, ambas enfermedades requieren un trasplante de riñón. Montserrat destaca que este campo avanza a pasos agigantados en los últimos años y remarca que «gracias a los miniórganos -también llamados organoides- se pueden hacer muchas pruebas que hasta ahora eran impensables».
Pese a que el proyecto se centra en el riñón, Montserrat reconoce que «hablamos del riñón, pero se puede trabajar basándose en el mismo sistema en tratamientos para el corazón, el páncreas...». La tecnología es la misma y cuando se avanza en el tratamiento de un órgano, muchos aspectos se pueden aprovechar para otros. Núria Montserrat tiene cinco años por delante para abrir camino en la regeneración del riñón, el tratamiento de sus enfermedades genéticas y quién sabe si algo más.
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