Un axioma fundamental de la biología solía decir que el destino de una célula es como una calle de sentido único, una vez que una célula se compromete a convertirse en células del músculo, piel o de la sangre, seguirá siendo el resto de su vida una célula del músculo, la piel o una célula sanguínea. Pero los axiomas están para refutarlos, y hace apenas 10 años, un científico japonés llamado Shinya Yamanaka, -galardonado en 2012 con el Premio Nobel de Medicina- introdujo cuatro factores simples en las células de la piel y las devolvió a un estado similar al embrionario, lo que hizo que la célula se convirtiera en casi cualquier tipo de célula en el cuerpo.
El descubrimiento de que las células adultas se podían reprogramar inició una desenfrenada carrera para su aplicación en la clínica. Carrera que puede haber iniciado una nueva era tras los resultados publicados en la revista «Nature» en los que otros investigadores japoneses del Instituto Riken, acaban de descubrir un método más sencillo y fácil para reprogramar las células adultas.
Sin embargo, la técnica propuesta por Yamanaka ha resultado compleja y lenta. Ahora, un estudio realizado en la Escuela de Medicina de Yale, en EE.UU., asegura haber identificado el gran obstáculo para la conversión de las células a su estado juvenil: la clave estaría en la velocidad del ciclo celular, es decir, el tiempo que tarda una célula en dividirse.
Los investigadores explican en el estudio que se publica en «Cell» que cuando el ciclo celular se acelera a una velocidad determinada las barreras que determinan el destino de una célula disminuyen. Y en este estado, aseguran, es más fácil «persuadir» a las células para que alteren su identidad y se transformen en células pluripotentes, o capaces de convertirse en múltiples tipos diferentes de células.
Por ejemplo, señala Shangqin Guo, «es como cuando se aumenta la temperatura para hacer que una barra de acero pueda moldearse». Según Guo, «una vez que se ha acelerado el ciclo celular, las células no parecen poner las mismas barreras para convertirse en pluripotentes».
El equipo de Guo trabajó con las células que forman la sangre, que al dividirse experimentan cambios específicos en su ciclo celular para producir nuevas células sanguíneas. Se sabe que las células progenitoras de sangre solamente producen nuevas células sanguíneas; sin embargo, con la técnica de Yamanaka a veces, pero no siempre, se logra que estas células se conviertan en otros tipos diferentes de células. Y gracias al nuevo trabajo de «Cell» ahora ya se sabe que dichas células tienden a convertirse en pluripotentes cuando el ciclo celular se completa en ocho horas o menos, una velocidad inusual para las células adultas, mientras que aquellas que se dividen más lentamente, siguen siendo células sanguíneas.
«Este descubrimiento cambia la forma de pensar acerca de cómo modificar el destino de una célula y, además, revela que una función básica ‘doméstica’ de la célula, como es la duración del ciclo celular, tiene en realidad un gran impacto sobre el cambio en el destino de la célula», reconoce Haifan Lin, director del Centro Yale de Células Madre .
Pero el trabajo posee otras implicaciones además de explicar cómo se produce este «cuello de botella» en la reprogramación celular. Guo apunta que muchas enfermedades humanas están asociadas con alteraciones en el establecimiento de la identidad celular adecuada, así como anomalías en el comportamiento del ciclo celular.
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