Los científicos denuncian errores en el trabajo de Haruko Obokata publicado en «Nature».
Un nuevo escándalo puede ensombrecer de nuevo la investigación en células madre. El esperanzador ensayo de Haruko Obokata, del Centro RIKEN de Kobe, en Japón, en el que se presentaba un revolucionario método para generar células madre pluripotentes capaces de diferenciarse en cualquier tipo de células que podría ser el punto de partida para una nueva era de la medicina regenerativa, podría ser en verdad un nuevo caso de manipulación de resultados.
El propio Centro RIKEN anunció que está investigando las presuntas irregularidades en los trabajos de Obokata publicados en «Nature» hace apenas un mes; en ellos se mostraba una forma sencilla de reprogramar células de los ratones maduros en un estado embrionario mediante la simple aplicación de estrés.
Sin embargo, varios blogs científicos, como PubPeer, comenzaron a denunciar poco después en Internet el uso de imágenes duplicadas para documentar los dos artículos de Obokata y la incapacidad para replicar los resultados del estudio. El portavoz de Riken explicó que la institución, financiada por el Estado japonés, ha establecido un equipo formado por miembros de la propia institución y también por investigadores externos para aclarar esas alegaciones. De momento, los responsables de las relaciones públicas del centro han salido en defensa de su equipo y se han mostrado confiados en que el hallazgo en sí no presenta problemas.
Más allá de errores en las imágenes de los trabajos publicados en «Nature», el escepticismo crece por la incapacidad de reproducir los últimos resultados de Obokata. Ninguno de diez científicos consultados por «Nature» ha tenido éxito. Aunque la mayoría de esos intentos no han empleado el mismo tipo de células que Obokata usó.
Aunque algunos investigadores no creen que haya un problema. Qi Zhou, del Instituto de Zoología en Beijing, quien tampoco ha podido reproducir el estudio, cree que «un experimento fácil en un laboratorio con experiencia puede ser extremadamente difícil para otros»; otros, como Jacob Hanna, del Instituto de Ciencias Weizmann en Rehovot, Israel, se muestra «extremadamente preocupado y escéptico».
La comunidad científica confía en no estar ante un nuevo escándalo como el del surcoreano Woo Suk Hwang en clonación de embriones humanos, quien consiguió burlar a los comités de revisión de una revista científica de gran impacto.
Una situación similar ha sido la del científico Shoukhrat Mitalipov, de la Universidad de Oregón, en EE.UU. quien en la revista «Cell» publicó los resultados de la primera clonación de células humanas, aunque posteriormente corrigió los errores que habían aparecido en las revistas.
Lo cierto es que aunque Mitalipov sí logró explicar lo sucedido, y también lo pueda hacer Obokata, la publicación de estos errores en revistas científicas de prestigio pone en evidencia la pulcritud de éstas al avalar los trabajos. Los artículos que se publican deben ser escrupulosamente revisados durante mucho tiempo antes de decidir su publicación, pero en un momento de carrera desenfrenada por producir y publicar el trabajo más impactante es posible que se estén relajando dichos controles de calidad.
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