Mediante el uso de un innovador "cóctel" de sustancias de señalización celular se ha conseguido "rebobinar" el reloj biológico de células madre embrionarias (ESCs, por sus siglas en inglés) de seres humanos, con el resultado de que tales células vuelven a poseer cualidades que tuvieron antes.
La capacidad de dar marcha atrás al reloj de desarrollo de las células madre hasta un estado previo ofrece nuevas y fascinantes oportunidades de conseguir que produzcan cualquier tipo de células bajo demanda, para su uso en trasplantes y en modelado de enfermedades genéticas. Más adelante, podrían acabar siendo usadas para crear animales quiméricos de los que se pudieran obtener órganos humanos.
El equipo del Dr. Elias Zambidis, de la Escuela de Medicina en la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos, empleando su llamado cóctel 3i, bautizado así por sus tres inhibidores químicos, produjo células madre con las mismas características que las ESCs clásicas de ratón: son fáciles de cultivar, manipular y dirigir para que se diferencien en una serie de tipos celulares, sin la inestabilidad genética que arrastraron técnicas anteriores para transformar células madre humanas.
De izquierda a derecha: imágenes de un embrión humano en una etapa primaria (con tres días de vida), un embrión con cinco días, una colonia de células ESC humanas 3i desarrolladas por el laboratorio de Zambidis, y una colonia de una ESC humana convencional, más madura desde el punto de vista de desarrollo. Las colonias ESC humanas están teñidas para poner de manifiesto el núcleo (azul), el marcador OCT4 de las células madre (rojo) y el marcador TRA-1-81 de las células madre (verde).
Zambidis y sus colegas ya han conseguido “reiniciar” una amplia gama de más de 25 líneas de células madre humanas usando este nuevo cóctel de tres inhibidores químicos. También han constatado que estas ESCs humanas recién revertidas carecen de los cambios anormales en su ADN que otros métodos indujeron.
En la investigación han trabajado asimismo, entre otros, Christian Gutierrez y M. Valeria Canto-Soler, de la Escuela de Medicina en la Universidad Johns Hopkins.
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