Recién nacido en el Hospital de Leiria, en Portugal. PAULO CUNHA EFE
Hasta hace no muchos años, pocos especialistas se cuestionaban cuál era el mejor momento para pinzar el cordón umbilical. Unos segundos después del nacimiento se cortaba esta comunicación entre la madre y el bebé, y no se prestaba más atención a la práctica.
Sin embargo, poco a poco ha ido ganando peso la hipótesis de que retrasar un poco este momento podría conllevar importantes beneficios. Hoy, las principales guías de neonatología recogen la recomendación de realizar un pinzamiento tardío del cordón, aunque, por distintas razones, no todos los centros lo incluyen en su protocolo.
"Lo ideal sería que en todas partes se siguiera la estrategia de atención al parto normal, editada por el Ministerio de Sanidad, que recomienda realizar el pinzamiento cuando el cordón deje de latir o a partir del segundo minuto tras el nacimiento", apunta Pepa Santamaría, vicepresidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España.
Según explica, entre otros beneficios, esta práctica permite incrementar tanto los niveles de hemoglobina como los depósitos de hierro en el recién nacido, lo que implica una reducción del riesgo de anemia.
"Ha habido cierta controversia, porque se pensaba que el pinzamiento tardío podría aumentar el riesgo de hemorragia materna, pero se han hecho muchos estudios que han descartado ese punto", señala Isabel Izquierdo, neonatóloga del Hospital La Fe de Valencia y miembro de la Sociedad Española de Pediatría, quien cita especialmente un metaanálisis del JAMA y una revisión de Cochrane.
"Los beneficios están bien demostrados", añade Santamaría, quien sugiere que la práctica de clampar el cordón tempranamente sólo respondía a un modelo erróneo de atención al parto que se mantuvo durante años. "Lo primero que se hacía era separar al bebé de la madre, llevárselo para pesarlo, medirlo y realizar otras comprobaciones. Y eso exigía cortar el cordón", indica.
Para Ángel Aguarón jefe de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, si bien están claros los beneficios de retrasar el pinzamiento y que la sangre de la placenta siga pasando al niño, "siempre hay que tener en cuenta las circunstancias". "En determinados partos hay que llevar a cabo una atención activa y no siempre se puede esperar a que el cordón deje de latir", señala.
La Organización Mundial de la Salud señala que los beneficios de un pinzamiento tardío del cordón, que pueden tener efecto sobre los niveles de hierro "incluso hasta los seis meses de vida" son especialmente importantes para "los lactantes que viven en entornos con pocos recursos, con un menor acceso [tanto de ellos como de sus madres] a alimentos ricos en hierro".
Isabel Izquierdo añade que la técnica también es muy útil para los niños prematuros. "Si el niño está estable y no requiere reanimación, está demostrado que el pinzamiento tardío mejora su situación hemodinámica y los niveles de hematocrito, lo que es importante en estos niños".
Un estudio publicado en la revista JAMA analizó si la práctica permite mejorar las reservas de hierro a largo plazo -estudiaron a niños hasta los 12 meses-, pero sus resultados no son concluyentes, por lo que los investigadores piden nuevos estudios al respecto.
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