MURRY LAB/UNIVERSITY OF WASHINGTON
Implante de células cardiacas en un corazón infartado
Más prudencia. Eso es lo que pide un estudio que publica la revista «Nature» sobre el uso de células madre en ensayos clínicos dirigidos a la regeneración cardiaca. Los investigadores del Hospital Infantil de Cincinnati y del Instituto Médico Howard Hughes (EE.UU.) justifican esta llamada a la ‘cautela’ debido a que, según su experiencia, las células madre cardíacas utilizadas en muchos de los ensayos clínicos que están marcha -aquellas que expresan un marcador de proteína llamada c-kit- no regeneran las células musculares cardíacas contráctiles lo suficiente como para justificar su uso en el tratamiento de las enfermedades cardiacas.
El trabajo, que ha contado con la colaboración de investigadores del Instituto del Corazón Cedars-Sinai en Los Ángeles y del Instituto del Corazón Lillehei de la Universidad de Minnesota, revela nuevas evidencias en lo que ya se ha convertido en un polémico debate en el campo de la regeneración cardiaca. Según explica Jeffery Molkentin, director del estudio, «los datos sugieren que el beneficio potencial de la inyección de células c-kit positivas en los corazones de los pacientes no se deben a que éstas generen nuevas células contráctiles, llamadas cardiomiocitos. Por eso, hay que ser cautos con el uso en la clínica de esta línea de trabajo hasta que se conozcan plenamente los mecanismos en juego o hasta que seamos capaces de mejorar drásticamente el potencial de estas células para generar cardiomiocitos». Para el investigador, es posible que «estas células c-kit progenitoras podrían no ser la fuente más ideal de células para la intervención terapéutica».
Lo cierto es que muchos pacientes que han sufrido un ataque cardiaco ya han sido tratados con células madre c-kit positivas. El proceso se basa en obtener estas células de las regiones sanas de un corazón dañado para posteriormente procesarlas en un laboratorio, explica Molkentin. Después del procesamiento, las células se inyectan en los corazones de estos pacientes. El tratamiento experimental se basa en gran medida en los estudios preclínicos en ratas y ratones que sugieren que las células madre c-kit positivas regeneran completamente las células del miocardio y del músculo cardíaco. De hecho, confirma el investigador, miles de pacientes han sido ya objeto de un procedimiento similar para el corazón, pero con células madre de la médula ósea.
Pero los autores de este trabajo consideran que los estudios preclínicos previos en roedores no reflejan lo que realmente ocurre dentro del corazón después de la lesión, donde la capacidad regenerativa interna es casi inexistente. Además, añade Molkentin, los datos procedentes de múltiples ensayos clínicos que han probado este tipo de tratamiento muestran que la mayoría de los pacientes experimentaron una mejoría del 3% al 5% de la fracción de eyección del corazón -una medida de la fuerza con la que el corazón bombea la sangre-. Y según el trabajo de «Nature» este pequeño beneficio puede provenir de la capacidad de estas células madre de causar el crecimiento de los vasos capilares, que mejoran la circulación dentro del órgano, pero no mediante la generación de nuevos cardiomiocitos.
«Lo que mostramos en nuestro estudio es que las células madre c-kit positivas favorecen las vacularización, pero que, en su entorno natural, en el corazón, no fabrican cardiomiocitos -afirma Molkentin-. Y, si los fabrican, lo hacen en una tasa muy baja -aproximadamente uno de cada 3.000 células-».
La proteína c-kit se expresa en la superficie de las células progenitoras localizadas en la médula ósea. Las células que expresan c-kit pueden generar múltiples tipos de células diferentes destinadas a ayudar a formar tejidos de órganos específicos del cuerpo, pero también están involucradas en la producción de diferentes tipos de células del sistema inmune. Se piensa que estás células son las más adecuadas, aunque también se trabaja con células de la grasa o con células de la médula ósea.
En este nuevo estudio se ha trabajado con dos líneas de ratones criados genéticamente para valorar la eficiencia de las células progenitoras cardíacas c-kit positivas en regenerar cardiomiocitos en el corazón de los animales. Y los resultados muestran que estas células originarias del corazón generan nuevos cardiomiocitos en un porcentaje de 0,03 o menor, y que éste cae hasta un 0,008, cuando se tiene en cuenta un proceso natural llamado fusión.
Como seguimiento a este trabajo, Molkentin y sus colegas están probando distintos genes y factores de crecimiento de proteínas que pueden ser capaces de aumentar la tasa de generación de cardiomiocitos a partir de células madre c-kit positivas. Debido a que el estudio actual muestra que las células c-kit tienen una capacidad limitada para regenerar las células contráctiles del corazón, Molkentin cree que podría ser posible encontrar un método que mejore esta capacidad genéticamente para que las células sean verdaderamente capaces de regenerar la actividad contráctil del corazón.
A pesar de todo, Molkentin confirma que es muy optimista sobre el futuro de la regeneración cardiaca. «Creo que algún día será posible hacer nuevos miocardios a partir de células progenitoras adecuadamente instruidas». Pero para llegar a ello, apunta, «en primer lugar debemos identificar la mejor fuente de células progenitoras de partida y, entonces, 'educar' a dichas células con factores de crecimiento o genes seleccionados con el fin de hacer más eficiente la contracción de los miocitos que se integran con el miocardio existente».
También se muestra optimista Domingo Pascual, de la Sociedad Española de Cardiología, aunque reconoce que es el momento de «relexionar sobre cómo se están haciendo las cosas». Los datos de este trabajo, apunta, y otros que se van conociendo, «nos indican que tenemos que volver hacia atrás para buscar la respuesta correcta». La «ventana ya está abierta», señala este cardiológo, pero ahora hay que «identificar marcadores que identifiquen qué células son las más adecuadas para la regeneración o de qué forma se puede favorecer la regeneración por otros medios».
Uno de los problemas, señala Pascual, es que «todavía no se ha demostrado el beneficio clínico a medio-largo plazo». Se habla, dice, de una mejora del 4-5% en la fracción de eyección, «un dato que no es significativo».
Es posible que la respuesta a si la terapia celular es o no una alternativa para la regeneración cardiaca pueda darla el estudio BAMI. Este trabajo en el que participan 11 países, indica Pascual, analizará en 3.000 pacientes con infarto de miocardio si la «inyección intracoronaria de células madre autólogas procedentes de médula ósea» salva vidas. Este estudio puede aclarar si está en lo cierto o no respecto a la terapia con células mononucleares de médula ósea en el infarto. La coordinación del trabajo la hará el Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
El 25 de agosto de 2001, por primera vez un equipo de investigadores y médicos de Düsseldorf acometió con éxito el primer tratamiento de un infarto de miocardio con la administración intracoronaria de células madre adultas de médula ósea del propio paciente. El autor de este 'hito científico', Bodo Strauer, se encuentra actualmente bajo investigación de un Comité de investigación de esta universidad alemana porque, señaló la revista «Nature», se había «encontrado evidencia de mala conducta científica en los trabajos que informaron sobre los resultados de los ensayos». En un comunicado se informaba que los resultados de este comité se conocerían a finales de 2014, pero también se señalaba que el informe había sido enviado a la Fiscalía de la ciudad por si se habían incumplido «las normas de buena práctica clínica y las disposiciones de la Ley de Medicamentos Alemanas».
Para Domingo Pascual, del Hospital Virgen Arrixaca de Murcia, es posible que se haya «vendido demasiado pronto la terapia celular en regeneración cardiaca». El camino es, señala, «la investigación de excelencia hecha en centros de excelencia, con controles de calidad». De otra forma, «se puede matar la terapia, algo que ya ocurrido en medicina por no haber sido cautos y, por ejemplo, haber tratado a los pacientes inadecuados».
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