Imágenes donde pueden verse las células madre trasplantadas en la médula de ratón. CELL REPORTS
A veces los titulares por muy matizados que sean ciegan a las personas que necesitan y desean una solución para una enfermedad degenerativa. Pero lo que en ciencia es destacable puede que no lo sea para la medicina porque entre una y otra distan muchos experimentos, lotes grandes de paciencia y tiempo, mucho tiempo. Este es el que se necesitará hasta poder ver trasladados los datos que publican dos revistas científicas del mismo grupo y que muestran que gracias a la terapia celular se ha logrado revertir parcialmente los síntomas de la esclerosis múltiple y generar hueso casi de la nada. El primer logro se ha realizado en ratones y el segundo, en monos. Pasarán años hasta ver algo similar en humanos pero el avance supone un paso más para conseguirlo.
Investigadores del Centro de Medicina Regenerativa de La Jolla, California, y de las universidades del mismo estado, de Colorado y de Utah (todas en EEUU) han demostrado que la infusión medular de células en ratones con una enfermedad similar a la esclerosis múltiple consigue lo que otros tratamientos farmacológicos no logran: frenar los síntomas y reducir la desmielinización propia de este trastorno neurológico.
En la esclerosis múltiple, un trastorno que afecta a más de 2,3 millones de personas en todo el mundo, el organismo va destruyendo poco a poco la mielina, es decir, la sustancia que recubre los nervios. Ese daño impide la correcta transmisión de las señales nerviosas lo que genera síntomas como espasmos musculares, problemas en la coordinación o temblores.
En esta ocasión, los científicos inyectaron células precursoras de neuronas obtenidas de células humanas embrionarias en la médula de ratones a los que a través de un virus les habían generado un trastorno neurodegenerativo similar a la esclerosis múltiple. Los roedores tenían su sistema inmunológico activo, por lo que era posible que rechazaran la infusión celular ya que su origen era humano. Pero en lugar de ocurrir esto pasó algo muy diferente. "Mi compañera postdoctoral, la doctora Lu Chen, vino y me dijo: 'Los ratones están caminando'. Yo no la podía creer", explica en un comunicado Thomas Lane, profesor de patología de la Universidad de Utah y uno de los autores de este estudio cuyos resultados publica la revista Stem Cell Reports.
Los animales que no habían recibido tratamiento precisaban ayuda para alimentarse. Sin embargo, los que fueron tratados podían mantenerse en pie lo suficiente para comer y beber, recuperación que se observó en un corto periodo de tiempo de 10 a 14 días y que se prolongó a lo largo de los seis meses de estudio.
Sin embargo, como han podido comprobar a través de diferentes pruebas, los investigadores señalan que esa recuperación no se debe a la presencia permanente de las células inyectadas en la zona o ni siquiera a la migración de estas a otras áreas del sistema nervioso. Los datos "confirman que las células trasplantadas sobrevivieron aproximadamente una semana después de la infusión". Estas células aumentan la frecuencia de otras denominadas reguladoras o células T, encargadas de coordinar la respuesta inicial frente a los patógenos. "Los estudios realizados sugieren que las células trasplantadas pueden dar lugar a la producción de factores que tienen efectos a largo plazo sobre la neuroinflamación y la desmielinización", señala el artículo.
La acción que generó la infusión celular sobre el mecanismo de la inflamación y cómo las células produjeron una activación interna fue toda una sorpresa para los investigadores. Tal y como reconoce Lane, "en realidad, iniciamos este estudio para caracterizar cómo células foráneas podrían ser reconocidas y destruidas dentro del contexto de un modelo preclínico para la esclerosis múltiple".
Pero vistos los resultados, Lane asegura que quieren "validar la eficacia de esta terapia en otros modelos preclínicos de esclerosis múltiple y continuar definiendo los factores asociados con la mejor clínica y los resultados terapéuticos". Porque su objetivo final es "desarrollar una terapia que genere beneficios a largo plazo para los pacientes con este trastorno, por ejemplo, reducir la progresión de la enfermedad y promover la reparación del tejido nervioso dañado".
Antes de poder cumplir su objetivo y el de muchos otros investigadores, encontrar una solución para enfermedades incurables, es necesario conocer mucho más sobre la seguridad, el mecanismo de acción de las células que se originan a partir de las embrionarias o a partir de las iPS, las creadas por el Nobel japonés Shinya Yamanaka, o saber cuál es el mejor modelo animal para llevar a cabo experimentos.
Precisamente, otro estudio que publica Cell Reports, del grupo Cell, analiza cómo se comportan las iPS en un modelo animal más cercano al humano: el macaco rhesus, un mono pequeño cuya fisiología es parecida a la de los hombres. "Utilizamos este modelo para demostrar que la formación de tumores, llamados teratomas, se producen a partir [del trasplante] de células iPS del propio mono sin diferenciar. Sin embargo, la formación de tumores es muy baja y requiere de un gran número de células cuando en lugar de administrarse células iPS sin deferenciar se hacen bajo ciertas condiciones. También hemos mostrado que se puede producir nuevo hueso a partir de estas iPS", afirma Cynthia Dunbar, del Instituto de Corazón, Pulmón y Sangre de Estados Unidos.
De esta manera, el equipo de Dunbar ha demostrado por un lado que cuando a estos monos se les inyecta células iPS obtenidas a partir de su piel en su cuerpo, al cabo de un tiempo, dan lugar a tumores, algo que no ocurre si antes de su administración las transforman en el laboratorio en células especializadas. En este caso, las derivaron a células precursoras de hueso que habían colocado en un andamiaje, listo para ser usado en una cirugía reconstructiva para rellenar o reconstruir el hueso. Algo que sucedió en estos animales.
"Para una aplicación clínica es deseable la diferenciación de las células iPS hacia el tipo de células que interese. Si se hace bien, es decir, si la diferenciación es completa, el riesgo de desarrollar un teratoma es muy bajo. Nuestro modelo ofrece una aproximación para probar si un procedimiento de diferenciación específico puede resultar en un producto celular con bajo o ningún riesgo de formar un teratoma", explica Dunbar.
Este trabajo demuestra que las células iPS se comportan de distinta manera en ratones que en monos, ya que en los primeros la formación de teratomas se produce tanto si estas células están diferenciadas como si no. Por este motivo, hay que ser cautelosos con este tipo de estudios porque si hay diferencias entre animales también las puede haber cuando la terapia se lleve a los humanos.
De momento, esta investigadora señala que su próximo objetivo es regenerar modelos de estudio en macacos para el tratamiento con iPS de enfermedades hepáticas, cardiacas y de la médula. "Nos gustaría utilizar este modelo para aumentar la probabilidad de que la primera terapia de este tipo en humanos sea segura y eficaz", concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario