Con la caída del primer diente de leche, es tradición para muchos niños recibir la visita del Ratoncito Pérez. Mientras ellos lucen el regalo y la sonrisa desdentada, los padres suelen guardar estos dientes como recuerdo de la infancia. Sin embargo, estas piezas pueden ser algo más: múltiples estudios afirman que en el interior de los dientes de leche se hallan células madre —con la capacidad de dividirse y convertirse en células especializadas para formar tejidos en diferentes partes del cuerpo— que podrían resultar útiles para una futura terapia celular y medicinal.
El doctor Songtao Shi, investigador del National Institute of Health (NIH, EE UU), publicó en 2003 un estudio confirmando la existencia de estas células en el interior (concretamente en un tejido llamado pulpa dental, recubierto por la dentina) de los dientes de leche. Con el tiempo, otras investigaciones han corroborado este descubrimiento, así como su capacidad para regenerar los tejidos de diversas partes del cuerpo como los propios dientes, los huesos, e incluso, recientemente, algunos trabajos apuntan que podrían transformarse en células cerebrales.
Eso sí, para que la pieza sea una fuente óptima de células madre, tiene que ser extraída por un dentista, ya que, "los dientes que contienen la mayor cantidad y calidad son los que mantienen un suministro de sangre hasta que son extirpados y procesados", según la compañía estadounidense de preservación de células madre National Dental Pulp Laboratory.
“La pulpa dental contiene células con un importante potencial de proliferación y de diferenciación, fundamentalmente en tejidos como hueso, cartílago y grasa”, explica Felipe Prósper, director del Área de Terapia Celular en la Clínica Universitaria de Navarra. Paola Beltri, presidenta de la Sociedad Española de Odontopediatría añade: “Con técnicas específicas pueden ser inducidas para formar nuevas células de cualquier tejido de los que tienen su mismo origen: corazón, hueso, músculo…”.
Tomás Abad Garrido, director general de Dencells Biomedical Institute, banco de pulpa dental y células madre dentales, asegura que, aunque ahora se están probando solo en estudios clínicos, las posibilidades de estos tejidos irán en aumento en los próximos años: “Existen muchos estudios y tratamientos en fase preclínica y clínica con éxitos en tratamientos de artrosis, ceguera, lupus, cardiología, diabetes, regeneración de piel, regeneración de hueso, dientes y tejidos periodontales”. Entre esos estudios, uno publicado por la Unidad de Cardiorregeneración, del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, en el que se detalla el uso de este tipo de tejidos en ratas para regenerar los daños provocados tras un infarto de miocardio. El futuro es esperanzador.
Para Abad Garrido, es necesario saber que la conservación del diente forma parte crucial del proceso. Extraer células madre dentales es una opción que los padres deben plantearse con unos días de antelación y no cuando se caigan. Su recomendación es ponerse en contacto con el banco de células madre previamente. Estos les harán llegar un Biokit con todo lo necesario para introducir el diente —eso sí, inmediatamente después de que se caiga o extraiga— conservarlo y transportarlo en las condiciones adecuadas al laboratorio, donde las células se cultivarán y conservarán hasta que la persona las necesite para una terapia.
Pero no son solo los dientes de leche los candidatos a ser fuente de este tipo de células. También las muelas del jucio contienen en su pulpa una cantidad considerable, que han demostrado, entre otros beneficios, capacidad para regenerar las córneas dañadas.
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