Ciaran Finn-Lynch pasó por primera vez por el quirófano cuando tenía sólo seis días de vida. Desde entonces, sus visitas al quirófano se repitieron varias veces para tratar de corregir un defecto congénito en su tráquea que le impedía respirar con normalidad. Hasta que, a los 11 años, sus cirujanos practicaron una operación pionera gracias a un donante y a sus propias células madre. Dos años después de aquella intervención, Ciaran lleva una vida completamente normal sin necesidad de medicación contra el rechazo.
Los médicos que le operaron en el Hospital Great Ormond Street de Londres acaban de publicar en las páginas de la revista 'The Lancet' la evolución de este joven paciente y no pueden estar más satisfechos con los resultados.
Porque, como ellos mismos explican, a diferencia de los adultos, una intervención de este tipo tiene que ser suficientemente exitosa como para acompañar al pequeño en su desarrollo, de manera que el nuevo órgano crezca con él. En este caso, el equipo liderado por Martin Birchall, señala que Ciaran ha crecido 11 centímetros en estos dos años, ha regresado al colegio (después de años de visitas continuas al hospital) y no necesita inmunosupresores.
La intervención que le dio a conocer en todo el mundo se llevó a cabo en el hospital londinense en marzo de 2010. Ciaran había sido ingresado de urgencia por una grave hemorragia causada por un dispositivo metálico que hacía las veces de tráquea.
Ante esa situación, los cirujanos decidieron arriesgar el todo por el todo e implantarle la tráquea de un donante (una mujer italiana de 30 años) 'lavada' (descelularizada) previamente para limpiar todo rastro de las células de la mujer.
En otras cirugías de este tipo, el órgano donado se recubre en el laboratorio con las células del propio receptor (como se ha hecho con anterioridad con un corazón, vejigas y la propia tráquea); pero en este caso, el tiempo corría en contra de Ciaran, por lo que los especialistas decidieron llevar a cabo este paso en la misma garganta del chico. Para ello, le intubaron su nueva tráquea descelularizada y una vez allí la 'impregnaron' con sus células madre obtenidas de la médula ósea.
Aunque pasados estos dos años sus propias células han colonizado por completo la tráquea del chico (por lo que no requiere medicación antirechazo) el éxito no fue inmediato. El paciente aún debió pasar por varias broncoscopias hasta que sus células repoblaron completamente la tráquea y ésta adquirió estabilidad mecánica.
Como los autores y un comentario en la misma revista señalan, este caso debe ser una llamada de atención para que el trasplante de tejidos celularizados se convierta en una opción viable en niños. Para estos pacientes, como explica Harald Ott, del Hospital General de Massachusetts (en Harvard, EEUU) es importante que estos procedimientos sean capaces de adaptarse a su crecimiento: "Que un implante dure 15 años sin necesidad de reoperar puede parecer apropiado para adultos, pero en el caso de un niño necesitamos una duración cinco veces superior para poder hablar de éxito", remata.
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