Hoy día hay más de 300 teorías sobre la causa del envejecimiento, un proceso complejo motivado por distintos factores del que aún se desconoce a ciencia cierta su raíz. Aunque no se conoce la fórmula de la eterna juventud, un grupo de investigación de la Universidad de Sevilla sigue trabajando, después de más de 20 años, en la búsqueda de nuevos avances con los que ralentizar sus efectos y consecuencias en la salud. En este sentido, estos expertos están inmersos en la actualidad en un nuevo proyecto con células madre presentes en el tejido adiposo que se desecha tras realizar una liposucción.
Las células madre tienen la capacidad de autorrenovarse mediante divisiones mitóticas o bien producir nuevas células de uno o más tejidos maduros por lo que son empleadas en medicina para regenerar los tejidos que han sido dañados desencadenando una cadena de mecanismos que en algunas enfermedades pueden producir la mejora del paciente, como las zonas dañadas en el cerebro o en corazones que han sufrido un infarto.
Partiendo de esta cualidad de las células madre, el objetivo de este equipo de expertos es comprobar la eficacia de su implantación local o sistemática para contrarrestar los efectos del envejecimiento, prevenir la aparición de las enfermedades degenerativas o, al menos, ralentizar su evolución.
“Estamos experimentando con ratones de laboratorio para ver si una vez inyectadas estas células se produce un rejuvenecimiento de los tejidos dañados”, explica el responsable del grupo de investigación Bioquímica del Envejecimiento de la Universidad de Sevilla, el catedrático Antonio Ayala Gómez. Esta investigación se está llevando a cabo en colaboración con las clínicas Serres y Rocío Vázquez de Sevilla, el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (CABIMER), expertos del Hospital de Huesca así como con otros grupos de investigación internacionales.
Estos expertos trabajan también en el control del envejecimiento a través de los radicales libres de modo que analizan cómo la oxidación influye en procesos biológicos fundamentales como la síntesis de proteínas. Esta función en concreto se da de forma muy activa durante la juventud pero se va haciendo cada vez más pasiva conforme pasa el tiempo; por este motivo, la piel de una persona joven se regenera en unos tres días mientras que la de una persona mayor necesita alrededor de tres semanas.
“Describimos el papel de esas oxidaciones para ver luego cómo algunos antioxidantes pueden proteger a las células. Sabemos ya que la vitamina E, el ácido fólico o la melatonina son buenos protectores de ciertas rutas metabólicas pero no de todas”, especifica el profesor Ayala Gómez.
En los años 90 se pensaba que la vejez era un procedimiento que se podía revertir pero las investigaciones posteriores han puesto de manifiesto que se trata de algo mucho más complejo que no se combate sólo con ingerir antioxidantes. No obstante, adoptar unos hábitos de vida saludables favorece mucho las expectativas de vida.
Entre otras cuestiones, los expertos recomiendan evitar consumir alimentos precocinados así como los hechos al carbón, no recalentar los aceites ya que en este proceso se generan unos compuestos tóxicos que inactivan las funciones de las proteínas y favorecen el envejecimiento células, no consumir alimentos sobrecocinados o quemados debido a las células cancerígenas que estos poseen, y en general adoptar un estilo de vida y de alimentación sano.
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