Las revistas Science y Nature Medicine han elegido, como cada año, los dos hallazgos científicos que consideran más relevantes de los últimos 365 días. Mientras la primera se ha decantado por las terapias inmunológicas contra el cáncer, la publicación británica ha optado por un trabajo con sello español, la reprogramación de células madre dentro del propio organismo.
Texto de Marisol Soengas, directora del Programa de Patología Molecular del CNIO:
Marisol Soengas
"La elección de Science [de la inmunoterapia] es una elección acertadísima. Este campo ha pasado por muchísimos años de prueba, error y frustración. Desde el Premio Nobel de Paul Ehrlich y Elie Metchnikoff en 1908, se había propuesto que el propio sistema inmune podría representar una de las estrategias más eficientes para combatir distintos tipos de cáncer. Sin embargo, se ha necesitado de múltiples investigadores básicos y clínicos, y definitivamente, de la implicación de grandes empresas farmacéuticas, para obtener respuestas significativas en ciertos grupos de pacientes con tumores típicamente agresivos. Las respuestas antitumorales todavía no son perfectas ni completas, pero sí se ha extendido la vida media de un importante número de pacientes con melanoma, y ciertos tipos de leucemias, cánceres hepáticos y de pulmón, típicamente de muy mal pronóstico.
Su aplicación a distintos tipos de cáncer se basa en el hecho de que los mecanismos que clásicamente bloquean el ataque tumoral, como por ejemplo la proteína CTLA-4, son comunes a muchos tipos tumorales. Otros ejemplos de factores con un amplio espectro de expresión son las proteínas PD-1 y PD-L1, para las que también se están desarrollando fármacos con resultados muy prometedores en ensayos clínicos.
Por ahora, los resultados más prometedores se han conseguido bloqueando 'frenos' naturales que evitan la activación del sistema inmune y el ataque a las células tumorales. Los agentes más esperanzadores en este sentido son Ipilimumab (un anticuerpo contra el factor inhibidor CTLA-4), que ya está aprobado por las agencias del medicamento europeas y americanas, y otros anticuerpos contra PD-L1 y PD1 que están siendo evaluados en ensayo clínicos. Por otra parte, se han conseguido mejores vacunas 'personalizadas' basadas en modificaciones genéticas de linfocitos T para instruirlos y mejorar su reconocimiento y ataque de las células tumorales.
Varios grupos del National Cancer Institute de EEUU, en la Universidad de Pensilvania y en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, sí han conseguido activar de modo selectivo el propio sistema inmune en un cierto número de pacientes mediante modificaciones genéticas en células T o en células dendríticas. Sin embargo, estos procesos requieren un procesamiento en el laboratorio que es largo y costoso. Por otra parte, no se han conseguido respuestas generalizables en tumores agresivos. Los tratamientos contra estos 'bloqueantes intrínsecos' como CTLA-4, PD-1 o PD-L1 presentan la ventaja de una intervención en principio más sencilla, y más generalizable."
Texto de Manuel Serrano, director del Programa de Oncología Molecular del CNIO):
Manuel Serrano y María Abad
"Creo que se puede decir que, durante la última década, la medicina regenerativa ha vivido su infancia, caracterizada por un entusiasmo excesivo y la sensación de que las aplicaciones médicas estaban al alcance de la mano. Estas etapas de sobrevaloración son normales, y preceden a una siguiente etapa de crecimiento en la que hay conciencia clara de las dificultades y de la necesidad de proponerse metas modestas e ir avanzando paso a paso.
Entre las líneas de investigación en medicina regenerativa que, en mi opinión, van quedando relegadas están las células madre adultas mesenquimales (en humanos generalmente obtenidas del tejido graso, del que son un componente minoritario pero fácilmente aislable). Estas células madre adultas han sido durante mucho tiempo las estrellas de la medicina regenerativa y parecieron ser capaces de regenerar casi cualquier tejido.
Hoy en día, sin embargo, sus potencialidades han quedado muy restringidas, y en ocasiones su reputación injustamente manchada por investigaciones poco rigurosas. La línea de investigación ganadora, al menos de momento, es sin duda la reprogramación para producir células madre embrionarias. Cada vez está más claro que estas células obtenidas artificialmente a partir de células de fácil acceso como las de la piel, son mucho más seguras de lo que se pensaba y son una fuente ideal de células potencialmente terapéuticas.
Un problema que se había infravalorado y que ahora es reconocido como un obstáculo formidable es el de cómo conseguir que las células terapéuticas generadas en el laboratorio se injerten de manera eficiente y funcional en el tejido dañado que se quiere reparar. La solución a este problema sigue siendo una incógnita para el futuro. Como alternativa al problema del injerto, se investiga con gran intensidad la posible medicina regenerativa in situ, es decir, generar las células terapéuticas directamente en el tejido dañado, sin necesidad por lo tanto de injertos. Se trata en definitiva de estimular la capacidad natural de reparación que tienen todos los tejidos en mayor o menor medida. Sin embargo, los éxitos en este sentido son todavía muy modestos y aún lejos de las aplicaciones médicas que todos desearíamos.
En paralelo, ya se están dando los primeros pequeños pasos para llevar las células madre embrionarias a la clínica. En concreto, este año que termina de 2013 estará marcado por haber dado comienzo el primer ensayo clínico usando estas células. Concretamente, investigadores japoneses están usando células madre embrionarias para generar a partir de ellas células pigmentadas de la retina, que a su vez se están injertando en la retina de pacientes con degeneración macular. En este caso, se trata de una enfermedad y un tejido excepcionales en el sentido de que los injertos se sabe que funcionan relativamente bien. Durante los próximos dos años se sabrá si este primer ensayo de medicina regenerativa tiene el éxito esperado.
En definitiva, estamos, en mi opinión, entrando en una etapa que podría llamarse de adolescencia, con algunas líneas de investigación muy prometedoras, pero aún muy tempranas y, en paralelo, pequeños pasos prácticos que probablemente irán abriendo el camino para futuras aplicaciones.
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