"A la donante que me ha salvado la vida y su familia, felicidades, ¡eres mi superheroína! Si todos pudieran ver el impacto –la esperanza y alegría– que tiene en pacientes como yo, todos donarían", escribe una chica de Australia, a la que se trasplantó un cordón umbilical donado, en una carta de agradecimiento que envió al Banc de Sang i Teixits (BST) de Cataluña, donde se guardaba ese cordón.
Un bebé como Blanca, apenas recién nacida, puede ayudar a salvar la vida de un enfermo como lo fue esa joven australiana. Su madre ha donado su cordón umbilical, algo que, si no, se desecha. Existe aún desconocimiento sobre una donación y un trasplante al que los especialistas auguran aún más potencial en los próximos años.
En realidad, no se guarda el cordón sino la sangre que contiene. Esa sangre de cordón umbilical (SCU) se empezó a trasplantar hace 26 años, 19 en España. Mari Carmen Fernández, de 45 años y residente en Manises, fue de los primeros pacientes en recibir este trasplante (de hecho, es una transfusión). Con 30 años y una hija de tres, le diagnosticaron una leucemia. Ninguna de sus cinco hermanas era donante compatible de médula ósea para un trasplante. "¿Probamos este nuevo que hay?", le propuso el médico. El cordón, enviado del banco barcelonés, se le trasplantó en el hospital La Fe de Valencia y le curó la leucemia. "Yo ni sabía que existía la donación de cordón. A raíz de mi caso, muchas conocidas lo donaron al tener hijos", cuenta. Mari Carmen Fernández recomienda vivamente donar el cordón para que otros pacientes como lo fue ella se beneficien.
"Yo lo veo como una muestra de generosidad; no supone nada para quien dona y puede ayudar mucho", coincide Emma Medina, médica recién salida del hospital regional materno-infantil de Málaga, donde ha nacido su hija Blanca. Donó el cordón en este parto y en su segundo embarazo; en el primero no pudo al complicarse el parto. "Creo que no se dona más por desconocimiento, hay que informar más", dice.
En los pasados años cincuenta y sesenta se empezó a hacer trasplantes de células de médula ósea y, a finales de los setenta, se descubrió que también había células madre en la sangre del cordón umbilical. Estas células madre tienen la capacidad de generar nuevas células y, por tanto, tejidos, sanguíneo y de otros tipos. Este potencial regenerador se ha demostrado eficaz para curar enfermedades. Se usa el trasplante de cordón para tratar 70 patologías, la mayoría, variedades de cánceres de sangre, como la leucemia, e inmunodeficiencias. Y tanto en adultos (65% de trasplantes) como en niños (35%).
El trasplante de SCU es una opción terapéutica similar al de médula; los médicos eligen uno u otro según el caso, teniendo en cuenta aspectos como que un cordón compatible se suele conseguir en menos tiempo, pero a veces, al ser una cantidad de sangre limitada, no alcanza para curar a según qué pacientes. Se ha empezado a hacer trasplantes de médula entre familiares no compatibles al 100%, lo que reduce la posible opción del cordón, pero aun así, crece el uso de este.
Aparte de los trasplantes actuales, que son la mayoría para curar leucemias, las últimas investigaciones utilizan el cordón en las llamadas terapias avanzadas o celulares. Se ensaya, en EE.UU. sobre todo, el empleo de células madre del cordón para regenerar lesiones del sistema nervioso central (como parálisis cerebral) y medulares por accidentes, explica Sergi Querol, director del Banc de Cordó del BST.
Muchos centros, este banco catalán entre ellos, ensayan además el cultivo en laboratorio de las células del cordón y de sus células madre (la SCU contiene varios tipos de células) para lograr que se multipliquen y aumente así la capacidad curativa del trasplante. En Estados Unidos, esta práctica se aplica cada vez más y ya se ha visto que reduce en 10 días el riesgo para el paciente de infección postrasplante.
Otras células del cordón, el plasma, se usan en ensayos de medicina regenerativa para acelerar la curación de úlceras e inflamaciones. Y sus células linfoideas, para mejorar tratamientos de enfermedades autoinmunes y como apoyo de terapias del cáncer o para reducir el rechazo después de trasplantes de órganos. Igualmente, se ensaya tratar con SCU a pacientes afectados a la vez por cánceres de la sangre y SIDA.
Cualquier embarazada puede donar el cordón de su futuro bebé. Basta con firmar un consentimiento, que esté sana y que el embarazo y el parto tengan un desarrollo normal. La donación no afecta al parto: una vez ha nacido el bebé, se extrae la sangre del cordón y se guarda en una bolsa. Lo único que se limita es dejar al bebé en ese primer momento (antes de cortar el cordón) encima de la madre (lo que se llama piel con piel), porque cuanto más se tarda en extraer la sangre del cordón, menos queda.
Los centros de salud y maternidades suelen informar de esta donación, pues la mayoría (centros públicos y privados) participa en el programa de trasplantes que funciona en España. Las bolsas o unidades de SCU se envían de la maternidad al banco de cordón, de los que hay siete públicos en España. El de Barcelona fue el primero, creado en 1995, y es del que se han usado más cordones en trasplantes (unos 1.300), aunque el de Málaga guarda más cordones.
Al llegar al banco las bolsas de SCU, se analizan, el mismo día o el siguiente, para que las células no pierdan capacidad. Después se guardan criogenizadas (congeladas en nitrógeno líquido). Se pueden conservar años (en el banco barcelonés aún guardan la primera donada). Antes de criopreservar la SCU, se descartan enfermedades (si se detecta una, esa sangre se desecha y se informa a la familia donante), se mide la cantidad de sangre, la de células y la de células madre (no lo hacen todos los bancos) y se identifica el HLA, explica Carme Azqueta, jefa de laboratorio del BST.
El HLA son unos datos genéticos, unas categorías similares a los grupos sanguíneos, pero más complejas. Es el sistema del cuerpo que identifica qué es propio y qué no y puede infectarlo. Por eso, en un trasplante, se busca un cordón con un HLA compatible con el del enfermo; si no, el trasplante no funcionaría. Por esto es importante la donación y la existencia de bancos y del REDMO, el registro de la Fundación Carreras que coordina en España los datos de los cordones guardados y las peticiones para trasplantes (también los datos de médula ósea). Como no cualquier cordón vale para cualquier paciente (aunque un 66% de compatibilidad ya puede valer), es necesaria una variedad donde elegir.
En España hay guardadas 58.850 unidades de SCU en los bancos públicos, según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y el REDMO, que participa en una red mundial de registros y bancos de tejidos que se intercambian información y SCU. Así, hay acceso a unos 600.000 cordones, señala Enric Carreras, director del REDMO.
Hay también bancos privados, en que una familia paga para que guarden el cordón de su hijo por si un día él o alguien de la familia lo necesita. Es algo poco probable, dicen las estadísticas; por ello, la existencia de estos bancos es polémica. Constan sólo unos pocos casos de trasplantes de cordón guardado para uso del mismo niño o su familia, cuando se estima que los bancos privados guardan en torno a un millón.
Las expectativas de que se multipliquen los usos alimentan este negocio. Trasplantes de SCU de bancos públicos se han hecho unos 30.000 en el mundo. Los bancos públicos españoles permiten que si una familia tiene antecedentes de dolencias curables con el trasplante de cordón, pueda guardar el de su bebé en el banco para un posible uso particular.
Otro aspecto que levantaba controversia eran las campañas populares para animar a donar cordón o médula para un enfermo concreto (normalmente, un niño), pero el Ministerio de Sanidad y la ONT las prohibieron en enero. Carreras y Querol indican que no eran efectivas, pues donar cordón no es como donar sangre. Querol explica que en su banco la criba es estricta: guardan más de 17.000 cordones y criopreservan unos 1.600 al año, pero, por ejemplo, un 40% de los que llegan se desecha (no se tira, se usa para investigación) por no contener suficientes células.
Querol estima que de cada cien cordones que llegan, se acabará trasplantando uno. El volumen de unidades de SCU preservadas es importante, pero más aún la variedad de HLA. De cada diez cordones donados, sólo uno aporta algo en opciones de compatibilidad respecto a los que ya se tienen, asegura Carreras.
Por esta razón, es importante la red internacional. De los trasplantes de cordón que se hacen en España (101 en el 2013) en torno al 30% son con cordones donados en otros países (el año pasado, 24); sobre todo, en EE.UU. De España se envían muchos (243 en el 2013) a otros países, como Francia o Colombia. España es el tercer país (tras EE.UU. y Japón) en número de cordones utilizados, según datos de Sanidad.
Los bancos prevén aumentar la cantidad de cordones almacenados (aunque supone un coste elevado), y el plan español de sangre de cordón prevé tener 60.000 unidades almacenadas en el 2015. Pero lo básico es conseguir variedad de HLA. Faltan cordones de poblaciones entre las que hay menor donación (asiáticos, africanos), de grupos étnicos minoritarios o mezclas de orígenes. En un 3%-5% de los casos no se encuentra un cordón compatible.
Cuando llega una petición de un médico o un hospital de un cordón para un trasplante al REDMO, este busca en sus bases de datos (la española y la internacional) los más compatibles y el médico elige. Se pide al banco que lo guarda que comprueba el perfil de compatibilidad y analiza si las células están vivas. Los estándares de los bancos indican que un 30%-40% de las bolsas de SCU criopreservadas no sirve llegado el momento (se han deteriorado, las células no se reactivan lo suficiente...) Si se envía el cordón a otro país, se envía congelado en un contenedor específico. "Lo peor que puede pasar es que se estropee durante el viaje (no suele ocurrir, pero ha pasado). Es un revés a muchas esperanzas. Entonces, se recurre al segundo cordón más compatible que había", dice Querol.
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