La combinación de un colorante y la emisión de luz elimina las células madre no diferenciadas, garantizando así que la terapia no provoque un teratoma.
Cultivo de células madre en el laboratorio.
A día de hoy, el uso de células madre pluripotentes constituye la opción más prometedora en el campo de la medicina regenerativa. No en vano, estas células madre pluripotentes tienen la capacidad de convertirse en cualquier célula de cualquier tejido del organismo, por lo que pueden cultivarse en una placa de laboratorio y, una vez diferenciadas en el tipo de célula deseada, trasplantarse en el paciente, dividirse y regenerar el órgano o tejido dañado. O así sucede, cuando menos, en la teoría. Y es que a pesar de los significativos avances logrados en este campo, aún queda mucho por hacer para mejorar tanto la eficacia del procedimiento como, sobre todo, su seguridad. Y en este contexto, investigadores de la Universidad Sogang en Seúl (Corea) y de la Universidad Nacional de Singapur (Singapur) parecen haber hallado la manera de evitar el principal efecto indeseado asociado a la terapia con células madre: el desarrollo de un tipo de tumores denominados ‘teratomas’.
Concretamente, un teratoma es un tumor de un tejido distinto de la línea celular para la que se realizó el trasplante de células madre. Y como han mostrado numerosos estudios, cuando se trasplanta un conjunto de células madre pluripotentes en el que hay células que no han llegado a diferenciarse –lo cual ocurre en la mayoría de los casos, si no siempre–, estas células acaban provocando un teratoma. Pero como muestra la nueva investigación publicada en la revista «ACS Central Science», tan solo hay que administrar un colorante e irradiarlo con luz para matar a las células indiferenciadas sin tocar a las que sí se han diferenciado.
El problema de la terapia con células madre pluripotentes radica en eso, en que son ‘pluripotentes’ y tienen el potencial para diferenciarse en cualquier célula. Y aquellas que no lo han hecho en la placa del laboratorio lo harán una vez sean trasplantadas en el huésped. El problema es que siempre se transformarán en una célula distinta del tejido deseado y proliferarán. El resultado, un teratoma.
Por tanto, la única manera de asegurar que el paciente no desarrolle un tumor es trasplantar únicamente aquellas células que, ya en la placa de laboratorio, se han diferenciado. Y para ello, se requiere eliminar el resto.
Y esto, ¿cómo se hace? Pues como muestra el nuevo estudio, tan solo hay que añadir al cultivo un colorante que es específicamente ‘ingerido’ por las células no diferenciadas. Posteriormente, la placa será irradiada con luz, lo que hará que el colorante produzca especies reactivas de oxígeno –caso de los iones de oxígeno y de los radicales libres– que matarán a las células indiferenciadas. Así se logra un cultivo exclusivo de células diferencias, totalmente aptas y seguras para su trasplante.
Y esta nueva técnica basada en la luz, ¿realmente funciona? Pues sí, y parece que muy bien. En el estudio, los autores trasplantaron los cultivos de células madre pluripotentes tratados con el procedimiento en un modelo animal –ratones–. Y de acuerdo con los resultados, no se desarrolló ningún teratoma. Por el contrario, los animales en los que se trasplantaron los cultivos en los que no se empleó la nueva técnica se vieron condenados a desarrollar multitud de tumores.
Como concluyen Hyuk-Jin Cha y Young-Tae Chang, directores de la investigación, «creemos que esta técnica en la que se combinan un colorante y la luz puede mejorar en gran medida la seguridad de un amplio abanico de terapias con células madre».
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