El tratamiento combina células madre con un fármaco y abre una puerta a revertir la discapacidad que generan los infartos cerebrales.
Una terapeuta durante un ejercicio de rehabilitación con un paciente tras un ictus.
Los daños que deja un infarto cerebral podrían revertirse. Bastaría con aplicar un tratamiento que combina células madre humanas con un fármaco experimental. De momento, esto solo es un sueño médico que ha funcionado en ratones, pero si se demuestra su efecto en pacientes reales, supondría una revolución en el tratamiento de cientos de miles de personas que cada año sufren un ictus.
No es la primera vez que se demuestra que una inyección de células madre mejora las funciones motoras tras un accidente cerebrovascular. Pero este estudio va un paso más lejos porque combina esta estrategia con un fármaco neuroprotector para mejorar los resultados y, sobre todo, para que se mantengan en el tiempo.
Al añadir este medicamento se consigue prolongar la vida y la actividad de las células madre. Las células madre se convierten en neuronas y fabrican conexiones funcionales y estructurales con el sistema nervioso, detalla Berislav Zlokovic de la Universidad del Sur de California en la revista «Nature Medicine», donde publica sus resultados. «Nadie había logrado esto en el tratamiento del ictus hasta esta fecha».
El pasado mes de junio otros investigadores de la Universidad de Stanford introdujeron células madre de la médula ósea a través de una infusión directa al cerebro. Los 18 pacientes tratados tuvieron una mejoría significativa que les permitió, por ejemplo, volver a caminar. Sin embargo, las células trasplantadas no se transformaron en neuronas como ha ocurrido ahora.
«El problema de las celulas madre inyectadas es que tienen poco recorrido, se mueren. La conjunción con el fármaco hace que perduren y formen contactos funcionales con otras células», comenta Juan Lerma del Instituto de Neurociencias de Alicante. En su opinión, «los resultados son bastante interesantes y dan pie a que se inicie el estudio de una nueva terapia para el ictus, para lo que hoy por hoy no hay ninguna eficaz».
Este compuesto tan eficaz, aún no tiene nombre comercial. Se llama 3K3A-APC y ya ha empezado a probarse en solitario en ensayos clínicos con pacientes de ictus de verdad, aunque aún sin células madre. Aún no se tienen resultados.
«Si funcionara en humanos, podría acelerar la rehabilitación de estos pacientes», asegura Jim Koenig, director del Instituto de Desórdenes Neurológicos e Ictus de Estados Unidos, uno de los organismos que ha apoyado esta investigación.
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