Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en Estados Unidos y otros países. Cada año son responsables de uno de cada cuatro fallecimientos, y la tasa de supervivencia tras cinco años después de un ataque cardíaco es peor que la afrontada para la mayoría de los cánceres en el mismo plazo de tiempo.
Una gran parte del problema radica en la incapacidad del corazón humano para repararse de forma efectiva después del daño sufrido. El equipo de Yu Liu, Xiaopeng Shen y Robert Schwartz, de la Universidad de Houston en Estados Unidos, está intentando cambiar eso.
El corazón humano es un órgano que no se regenera, y el número de células musculares cardíacas se reduce con la edad. Las células perdidas durante lesiones, como las debidas a un ataque al corazón, son gradualmente reemplazadas por tejido conectivo, un proceso llamado fibrosis. Esto lleva a una merma, potencialmente letal, de la función de bombeo, lo cual es la razón de que las enfermedades cardiovasculares sean tan mortales como los cánceres.
Liu y sus colegas han descubierto nuevos reguladores de la formación cardíaca. Algo que hace distintos de casi todos los demás a estos nuevos reguladores, llamados microARNs (una clase de ARN pequeño), es que actúan en el inicio del proceso de formación del corazón en varios pasos.
Por otro lado, son más fáciles de suministrar a los cuerpos humanos, y por tanto tienen un camino más corto hacia el uso clínico.
Yu Liu, a la izquierda, y Xiaopeng Shen examinan células madre en el laboratorio del primero.
En un proyecto con el Centro para el Avance de la Ciencia en el Espacio, de la NASA, Schwartz está explorando cómo el singular ambiente a bordo de una cosmonave en el espacio puede ayudar en la creación de células musculares cardíacas a partir de fibroblastos. Los microARNs descubiertos serán muy útiles en este objetivo.
Considerados tiempo atrás como mera basura genética, los microARNs se han posicionado ahora como un instrumento importante de regulación genética. Usando herramientas genéticas en ratones, Liu y su equipo han podido hacer un seguimiento del proceso de formación de células musculares cardíacas en una placa de Petri.
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