La activación de la inflamación en la médula ósea predice el riesgo de desarrollo de leucemia y el pronóstico del paciente.
A día de hoy es bien sabido que los daños en el material genético de una célula –o lo que es lo mismo, la aparición de una mutación– pueden provocar que esta célula se descontrole, se reproduzca de forma desmesurada y acabe formando un tumor. Un proceso denominado ‘oncogénesis’ o ‘carcinogénesis’ que sirve para explicar de una forma básica el origen del cáncer. Sin embargo, cada vez hay un mayor número de evidencias que sugieren que la alteración de las vías de señalización en las células que rodean al hasta entonces tejido ‘sano’ también juegan un papel clave en el desarrollo de un tumor. Es el caso, como muestra un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Oncológico del Centro Médico Universitario Erasmus en Rotterdam (Países Bajos), de la leucemia, en el que las señales inflamatorias en la médula ósea crean un entorno precancerígeno que provocan que finalmente se desarrolle la enfermedad. Un hallazgo que, lejos de resultar una mera curiosidad científica, podría emplearse para el desarrollo de métodos diagnósticos más precisos y de nuevos tratamientos frente a este cáncer de la sangre.
Como explica Marc Raaijmakers, director de esta investigación publicada en la revista «Cell Stem Cell», «nuestros resultados arrojan una nueva luz sobre la consabida asociación entre la inflamación y el cáncer. El conocimiento del mecanismo molecular subyacente a esta relación abre la puerta a una mejora del diagnóstico de los pacientes con un alto riesgo de desarrollar leucemia y, cuando menos potencialmente, al diseño de tratamientos dirigidos para prevenir, o en su defecto retrasar, la aparición de la enfermedad».
La leucemia es un tipo de cáncer en el que las células madre hematopoyéticas –esto es, las células madre que finalmente se diferenciarán en una célula sanguínea, como un glóbulo rojo o uno blanco– que se encuentran en la médula ósea dan lugar a un número anormalmente elevado de glóbulos blancos –los consabidos ‘leucocitos’.
Sin embargo, la médula ósea también contiene un segundo tipo de células madre que, como las hematopoyéticas, pueden jugar un papel determinante en el desarrollo de la leucemia: las células madre mesenquimales, a partir de las cuales se generan las células de los cartílagos, los adipocitos y las células óseas y musculares, todas ellas imprescindibles en la formación de la sangre y del tejido conjuntivo. Y es que como ya mostrara un estudio previo realizado por los mismos autores con un modelo animal –ratones–, la presencia de mutaciones genéticas en las células madre mesenquimales localizadas en el entorno tumoral de la médula ósea puede inducir cambios malignos en las células madre hematopoyéticas, aumentando así el riesgo de leucemia. Sin embargo, los mecanismos moleculares por los que el microentorno tumoral contribuye al desarrollo del cáncer permanecen desconocidos.
Por ello, y con objeto de averiguar cómo el entorno celular puede provocar que las células madre hematopoyéticas acaben provocando una leucemia, los autores han llevado a cabo un segundo estudio. Y en esta ocasión, han empleado una técnica de secuenciación masiva para obtener millones de fragmentos de ARN de células mesenquimales de ratones con síndrome de Shwachman-Diamond –SDS, enfermedad genética ultrarrara y asociada con una probabilidad muy elevada de desarrollar leucemia– y muestras de médula ósea de pacientes con distintas enfermedades pre-leucémicas –entre otras, el SDS y el síndrome mielodisplásico (SMD).
Los resultados muestran que, en caso de SDS o SMD, las células mesenquimales se encuentran sometidas a una situación de estrés que provoca que secreten dos moléculas inflamatorias –denominadas ‘S100A8’ y ‘S100A9’– que dañan tanto las mitocondrias como el ADN de las células madre hematopoyéticas y de las células progenitoras –tipo de célula madre ‘unipotente’, es decir, capaz de diferenciarse en un único tipo de célula, en este caso sanguínea–. Y como consecuencia de este daño, estas células se convierten en malignas.
Es más; la activación de la vía inflamatoria en las células madre mesenquimales predice el desarrollo de la leucemia y su pronóstico en los pacientes humanos.
En definitiva, las nuevas evidencias pueden, cuando menos en teoría, emplearse para el diseño de pruebas diagnósticas que permitan identificar a los pacientes en riesgo de desarrollar leucemia. Y para ello solo sería necesario realizar una tinción de una biopsia de la médula ósea o utilizar pruebas de imagen. Pero, lógicamente, primero hay que confirmar la validez de los resultados en un estudio con un gran número de pacientes.
Como concluye Marc Raaijmakers, «estos pacientes en alto riesgo podrían ser tratados de una forma más agresiva en unas fases más tempranas de la enfermedad, lo que permitiría prevenir o ralentizar su progresión. Además, nuestros resultados también sugieren que los nuevos fármacos que actúan de forma específica sobre la vía inflamatoria deberían ser evaluados en futuros estudios preclínicos de leucemia».
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