Una terapia con células madre de la médula ósea o adiposas parece que logra una importante recuperación funcional en un modelo animal de ictus y, según sus investigadores, podría ser una vía terapéutica para aquellas personas que sufren un infarto cerebral.
La investigación, publicada en Stem Cell Research & Therapy y realizada en el Hospital La Paz de Madrid, demostró que un tratamiento con células madre mejoró la reparación en la función cerebral y nerviosa, además de la capacidad de los animales para completar determinadas acciones.
Los tratamientos con células madre son muy prometedores para un número de enfermedades; sin embargo, como reconocen los investigadores españoles, todavía hay muchas cuestiones que deben ser resueltas antes de que se emplean en la clínica como, por ejemplo, qué tipo de células deben usarse y cuáles son los protocolos más adecuados.
En este trabajo se ha tratado de dar respuesta a algunas de estas cuestiones. Así, las ratas fueron tratadas con células madre o una solución salina 30 minutos después de que se produjera el infarto cerebral. Pasadas 24 horas se observó que aquellos animales que recibieron terapia celular experimentaron una recuperación funcional, e incluso a las dos semanas obtenían resultados casi normales en pruebas funcionales. Sin embargo, esta mejoría no se observó en los tratados con solución salina. Además, subrayan, los animales tratados tenían niveles elevados de biomarcadores implicados en la reparación cerebral, como el factor de crecimiento vascular endotelial-VEGF.
Asimismo, el efecto terapéutico se logró tanto con células madre de la médula ósea como del tejido adiposo. Según el coordinador del trabajo, Exuperio Díez-Tejedor, «la mejoría se produjo independientemente del origen de las células madre» algo que, a su juicio, aumenta la utilidad de este tratamiento para los ensayos en humanos. Porque, señala, «las células derivadas de la grasa son muy abundantes y fáciles de obtener sin técnicas muy agresivas».
La facilidad para obtener estas células, y la capacidad de utilizar células de otras ratas en lugar de tener que recoger las células propias del animal permitió que el tratamiento estuviera disponible minutos después del infarto, y no a la semana, cuando el daño ya estaba hecho. Los investigadores destacan que «desde el punto de vista de las células madre alogénicas (de otro animal), los resultados son atractivos porque estas células pueden obtenerse fácilmente a partir de donantes sanos, amplificarse y almacenarse para su uso inmediato en caso necesario después de un accidente cerebrovascular».
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