Las células madre pluripotentes inducidas (iPS) son células que se extraen de un organismo y son modificadas en el laboratorio mediante la regulación de la expresión de algunos genes. El objetivo de la modificación es reprogramarlas para que pasen de un estadio adulto diferenciado a uno no diferenciado, más joven.
Ese «retorno al pasado» de las células puede tener consecuencias notables en términos terapéuticos, ya que permite utilizarlas en medicina regenerativa a fin de evitar el rechazo por parte del sistema inmunitario. Además, su uso esquivaría las discusiones éticas sobre el uso de las células madre embrionarias, pues su obtención no implicaría ninguna destrucción de embriones. Su gran potencial, de hecho, radica en que pueden ser extraídas del mismo paciente, por lo que se eliminaría también uno de los problemas más importantes de los transplantes: el de la compatibilidad entre materiales biológicos de diferentes organismos. Este descubrimiento fue tan trascendental para la ciencia moderna que le valió a John B. Gurdon y Shinya Yamanaka el premio Nobel en medicina o fisiología de 2012, fallado en Estocolmo hace apenas tres meses.
Con todo, un estudio realizado en 2011 observó que las células iPS pueden ser rechazadas por ratones de laboratorio. Según sus autores, esto ocurre probablemente a causa de una expresión génica anormal de las células trasplantadas, que despierta el sistema inmunitario de estos organismos. Asimismo, un trabajo publicado esta semana en la revista Nature, afirma que el peligro de rechazo por parte del individuo que recibe células obtenidas de las iPS es prácticamente despreciable. En este caso, los científicos evaluaron la tolerancia del sistema a trasplantes de tejidos de la médula y de la piel derivados tanto de iPS como de células madre embrionarias. Y los experimentos pusieron de manifiesto la ausencia de diferencias sustanciales en las respuestas de los ratones a ambos tipos de tejidos.
No obstante, según la opinión de varios expertos consultada por la revista Scientific American, estos resultados no pueden considerarse definitivos. Jakub Tolar, de la Universidad de Minnesota, señala que la diferenciación de células en cultivo es mucho más compleja que la aplicación directa en el interior del organismo. Además, añade, las terapias que utilizan este tipo de células en humanos podrían dar resultados muy diferentes respecto a lo que ocurre en ratones.
La controversia sobre el poder inmunogénico de estas células continúa y, al parecer, aun queda mucho camino por delante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario