Un equipo de científicos han dado un paso más en la producción de células madre que forman la sangre en una placa Petri -placas que se usan en los laboratorios- mediante la identificación de un regulador clave que controla su formación en el embrión temprano, según la investigación publicada en la revista Cell.
El equipo liderado por Gordon Keller, director del Centro de Medicina Regenerativa McEwen, ha empleado un modelo de ratón para estudiar el proceso de desarrollo de células sanguíneas, y así han demostrado que se requiere la vía de señalización del ácido retinoico para la formación de las células madre generadoras de sangre. El ácido retinoico se produce a partir de la vitamina A y es esencial para muchas áreas de crecimiento y desarrollo humano. Cuando los científicos interrumpieron la vía genética que produce ácido retinoico en ratones, no se produjeron células madre formadoras de sangre. Y cuando activaron la vía en la etapa precisa del desarrollo de las células madre, los autores de la investigación observaron un gran aumento en el número de células madre formadoras de sangre.
«La comprensión de cómo se hacen las diferentes células y tejidos en el embrión proporciona pistas importantes para la producción de tipos de células humanas a partir de células madre pluripotentes en una placa de Petri», resalta Keller.
Las células madre pluripotentes son las células madre maestras que son capaces de generar muchos tipos de células diferentes, incluyendo las del corazón, la sangre, el páncreas y el hígado. Para hacer un tipo específico de célula a partir de células madre pluripotentes, uno debe detectar la vía de desarrollo apropiada en la placa de Petri. «Nuestros hallazgos han identificado un regulador crítico en la dirección de las células madre pluripotentes para las células madre que forman la sangre, lo que nos lleva un paso más cerca de nuestro objetivo de desarrollar una nueva e ilimitada fuente de estas células madre para el trasplante para el tratamiento de diferentes enfermedades de las células de la sangre», concluye Keller.
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