La nueva técnica, utilizada en Vall d'Hebron, se realiza a las 20 semanas de gestación y logra reducir la prematuridad.
Los padres de la pequeña Teresa, un bebe de sólo 8 meses, sienten aún escalofríos al recordar el momento en que, tras realizarle la ecografía de las 20 semanas a su pequeña, el médico les dio el fatal diagnóstico: "Su hija está afectada de espina bífida". Pese al bloqueo emocional, supieron reaccionar y, siguiendo la consigna que les dió su médico de referencia en el Hospital de Alcorcón (Madrid), se dirigieron al Hospital del Vall d'Hebron de Barcelona para experimentar una técnica pionera que podría liberarles de la pesadilla.
Gracias a esta operación, sin cirugía abierta, Teresa es un bebé que lleva una vida absolutamente normal, normalidad que viven sus padres con emoción. A las veinte semanas de gestación, Raquel se sometió a la ecografía de control y se dio de bruces con la realidad. A los pocos días, se sometió a una técnica experimental que consiste en intervenir a la madre por vía fetoscópica y el sellar el defecto en la médula del feto con un parche especial llamado "Patch and Glue". En seis de las nueve pacientes que se han sometido a la intervención en el Hospital del Vall d'Hebron se ha reducido la prematuridad y han conseguido dar a luz a las 36 semanas.
Con el nuevo procedimiento, que evita la cirugía abierta, se minimizan también las secuelas de la enfermedad y se disminuye la incidencia de la malformación de Chiari II, de la hidrocefalia y del deterioro neurológico durante la gestación. Según ha explicado la doctora Ampar Cuxart, responsable del Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del hospital barcelonés y coordinadora de la Unidad de Espina Bífida del centro, explicó que la capacidad de motricidad de los bebés "se ha mantenido intacta gracias a la operación". "Hemos visto que los niveles motores no van a peor. El hecho de que no empeoren es un gran avance", ha precisado Cuxart, quien ha recordado que "hoy por hoy la enfermedad no se puede curar".
La intervención de los fetos afectados de espina bífida se realiza habitualmente con cirugía abierta y más tarde de las 20 semanas. "El gran logro de la nueva técnica es que se puede actuar a la semana 20 de gestación y los embarazos llegan a término en la mayoría de los casos", ha indicado el doctor José Luis Peiró, director de cirugía fetal endoscópica del Cincinnati Fetal Center. Peiró ha recordado que "la cirugía abierta provoca que se irrite el músculo uterino y, como consecuencia, una elevada tasa de partos prematuros". Ha añadido que con la nueva técnica se evitan este tipo de complicaciones porque no se agrede directamente el útero (se accede a la zona lumbar del bebé sin necesidad de abrirlo).
De hecho, los equipos de la Vall d'Hebron han logrado colocar el parche (de entre dos y tres centímetros) a los fetos mediante dos pequeños orificios en el útero: seis de los nueve niños que se han operado con esta técnica han nacido en el plazo esperado, mientras que con la cirugía abierta nacen entre las 32 y las 34 semanas, y todos han presentado mejoras cognitivas y de motricidad.
La principal condición para que las madres puedan acceder a una fetoscópia para evitar la cirugía abierta es que el feto "no presente ninguna otra malformación ni lesión", es decir, que la espina bífida sea el único defecto y que no haya complicaciones asociadas, como por ejemplo cardiopatías, ha explicado la coordinadora del Servicio de Obstetricia y directora del Programa de Cirugía Fetal del Vall d'Hebron, Elena Carreras.
También ha destacado que la intervención debe hacerse "como muy tarde" a las 25 semanas y seis días, aunque es entre las 18 y 20 semanas cuando se demuestran los mejores resultados, ha dicho la especialista.
El problema es que las ecografías rutinarias se realizan a las 12 y a las 20 semanas, "por lo que quizás debería hacerse otra en medio para poder detectar el problema e intervenir cuanto antes", ha precisado Carreras, aunque ha revelado que se ha demostrado que no sería rentable establecerlo como protocolo para toda la población.
Cuxart y Carreras han coincidido en advertir de que esta técnica "no supone la curación, sino que se trata de un método para reducir las secuelas", aunque han destacado que el objetivo a largo plazo es revertir por completo los daños y regenerar la zona afectada durante las primeros días del feto.
"Para esto necesitamos dinero y por ello pedimos fondos", ha dicho Carreras, que también ha destacado que el próximo paso será validar los resultados de las primeras fetoscopias con un estudio que se llevará a cabo en colaboración con el Cincinnati Children's Hospital. "Ahora necesitamos que esos resultados preliminares se validen con una muestra mucho más amplia", ha dicho la especialista. José Luis Peiró no descarta que en un futuro se use el poder regenerador de las células madre extraídas del tejido adiposo de la gestante o del líquido amniótico del feto para poder curar la enfermedad.
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