Darek Fidyka camina con ayuda de un andador tras el trasplante innovador que le ha permitido recuperar la movilidad.
El espectacular éxito del primer paciente paralítico que ha vuelto a caminar, tras un trasplante pionero con células de su bulbo olfatorio, ha provocado múltiples reacciones entre los principales expertos españoles que trabajan en el campo de las lesiones medulares. Por un lado, aplauden la importancia de este avance, pero al mismo tiempo reclaman prudencia para no despertar falsas expectativas.
La glía fue descrita por primera vez por el científico Rudolf Virchow en 1859, como pegamento nervioso. Pero en los últimos 20 años, la visión de estas células ha cambiado notablemente y en esto, algunos científicos españoles han tenido gran parte de culpa. En 1994, un grupo de científicos del Instituto Cajal del CSIC (Madrid), liderado por Manuel Nieto-Sampedro, publicó un artículo en varias revistas internacionales en el que demostraban las virtudes de la glía envolvente, en ratones.
"Nos dimos cuenta de que si se trasplantaban se podía conseguir regeneración nerviosa", expone el propio investigador español. "Son células que se parecen mucho a las llamadas células de Schwann", que están en el sistema nervioso periférico y son las que logran, por ejemplo, regenerar un nervio dañado en el brazo de una persona. Sin embargo, a diferencia de las del bulbo olfativo (la glía envolvente, que se encuentran en el sistema nervioso central), no funcionan en el cerebro, ya que este órgano las aísla.
Además de trabajar muy bien en el cerebro, se puede decir que estas peculiares células también se parecen a las células madre neuronales. Tal y como argumenta Nieto-Sampedro, "pueden dividirse a lo largo de la vida y son capaces de ir allí donde hay un problema, en el sistema nervioso central [...] Son células promotoras del crecimiento, permiten que se generen neuronas continuamente. Producen sustancias que regeneran la médula y restituyen nervios".
Las investigaciones del grupo español, realizadas en ratones, demuestran que "el trasplante de estas células lograban regenerar sensaciones en los brazos y piernas inmóviles y restituían reflejos como el del vaciado de la vejiga (las micciones voluntarias)". Se trata de una célula "bastante universal, por lo que la posibilidad de que funcione en humanos es del 80%-90%". Lo que hace falta "es financiación para desarrollar trabajos en humanos".
La experiencia que publica ahora Geoff Raisman, que "lleva más de 40 años trabajando con la glía envolvente, es la primera con éxito que se logra en humanos", argumenta Nieto-Sampedro, profesor de investigación del CSIC. Aunque cabe aclarar que este trabajo se ha realizado en un paciente cuya médula espinal estaba dañada tras haber sido atravesada por una navaja. "Es más fácil de curar que si la lesión se hubiera producido por una caída desde un andamio. Es más concreta, está más delimitada y definida", remarca el científico del Instituto Cajal.
Por otro lado, el afectado llevaba dos años con la lesión hasta que se le sometió al trasplante celular. "En este tiempo, se forma tejido cicatricial que se convierte en una barrera física, anatómica y funcional". Las células de la cicatriz inhiben el crecimiento de los axones. Sin embargo, "la glía, aparte de regenerar nervios, también tiene la capacidad de neutralizar cicatrices".
"La ventaja que tienen estas microinyecciones con células cultivadas del bulbo olfativo es que son autólogas, es decir, no tienen problema de rechazo. Hay grupos que están llevando a cabo ensayos en humanos en esta línea pero aún sin resultados", señala por su parte Ignacio Pascual, de la Clínica Universidad de Navarra, quien ha trabajado desde 1995 en investigaciones sobre el efecto de estas células en la regeneración nerviosa en ratas.
"El problema del lesionado medular es el ambiente inflamatorio de una serie de moléculas que dificultan la regeneración. Estas células tienen la capacidad de mejorar ese ambiente y por lo tanto permiten reconducir los axones para que vuelvan a crecer conectando con la zona dañada. Hay que individualizar cada caso", explica.
"Esto es un paso más. Se van logrando avances, pero aún no es la panacea para que todo el mundo se pueda beneficiar. En este momento no es un tratamiento que se pueda ofertar a todo el mundo. No hay que crear falsas expectativas, aunque sí es cierto que está habiendo mejoras y esto es solo un camino", afirma Pascual.
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