domingo, 20 de abril de 2014

Células madre y medicina regenerativa




Artículo publicado por Yolanda Gómez Sánchez en El Mundo:



La investigación biomédica ha alcanzado resultados inimaginables en un tiempo todavía reciente. Es, además, un caudal de nuevas posibilidades que parece inagotable. Pero la investigación biomédica y sus resultados son también un ámbito de inevitable controversia por las implicaciones en la vida de las personas y en la propia sociedad. Baste recordar los debates generados por la investigación con células madre embrionarias y antes algunas técnicas de reproducción asistida o la propia clonación.


En este contexto, la medicina regenerativa incorpora extraordinarias posibilidades y ha conseguido logros indiscutibles en campos como la renovación y en la terapia celular hasta incidir plenamente en la posibilidad de producir órganos completos en laboratorio. El fin no puede ser más loable, pues persigue conseguir aplicaciones terapéuticas sin la dependencia directa de la obtención de órganos humanos compatibles con el paciente. Órganos siempre escasos que obligan a los enfermos a interminables esperas, un porcentaje de las cuales tienen un desenlace fatal. Sin embargo, el objetivo de conseguir órganos in vitro resulta altamente complejo y se han logrado avances no exentos de riesgos y retrocesos. La investigación en búsqueda de alternativas se ha redirigido hacia la posibilidad de crear órganos humanos dentro de un organismo animal.


Los trabajos de Hiromitsu Makauchio, de la Universidad de Tokio (Japón), abrieron una tímida puerta en este sentido, sugiriendo un futuro escenario donde podrían obtenerse órganos humanos en animales como el cerdo o la oveja, sin excluir la posibilidad de que la regeneración de órgano completo se lleve a cabo en el propio humano que lo necesita. Ahora, el investigador español Juan Carlos Izpisúa desde su laboratorio en el Instituto Salk propone otro método para fabricar hígados, riñones, pulmones, etc. listos para trasplantes en el interior del cerdo.


Este alud imparable de oportunidades y avances biomédicos demanda un debate en nuestra sociedad basado en una información clara, transparente y veraz que permita la adopción de decisiones basadas en realidades. Una ponderación rigurosa de los bienes e intereses implicados, entre los que los derechos de los pacientes deben ocupar un lugar prioritario. Si bien es verdad que no podemos perder ninguna oportunidad de mejorar la vida de estos mismos pacientes, es igualmente cierto que no podemos tampoco gravar su presente y su futuro con utopías irrealizables que, en muchas ocasiones, inundan las páginas de periódicos y las pantallas de los espectadores.


Para ello, hay que seguir trabajando en la construcción de un sistema de relaciones entre la ciencia y la sociedad que garantice a todos, particulares, instituciones, empresas y, al fin, a toda la sociedad, un marco específico de seguridad y libertad. De seguridad, por un lado, sobre lo que se puede esperar de cada técnica o terapia; de libertad, por otro, para que los pacientes y sus familias puedan adoptar decisiones informadas y responsables sobre cada opción terapéutica y, para que la propia sociedad pueda acoger, desde el pluralismo y el respeto, la defensa de valores y derechos comunes.




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Yolanda Gómez Sánchez es catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Eduación a Distancia (UNED).

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