El objetivo de 60.000 unidades de sangre de cordón umbilical almacenadas en España se acaba de cumplir; su uso clínico se limita, casi exclusivamente, a indicaciones concretas de trasplante alogénico.
Así funciona el banco de la Comunidad de Madrid. Cada mañana se recibe la sangre de entre 10 y 15 donaciones de cordón, de las que sólo 4 ó 5 serán finalmente válidas. Las células madre obtenidas se congelan de forma progresiva en nitrógeno líquido hasta llegar a 196 grados bajo cero y se guardan en uno de los ocho tanques de que dispone la unidad de criobiología.
Más de 1.000 millones de células madre es lo que contiene una unidad de sangre de cordón umbilical de 40 mililitros que ya ha sido procesada -separando mediante centrifugación el plasma y los glóbulos rojos- y congelada a 196 grados bajo cero. Aunque su destino final puede ser un hospital en la otra punta del mundo, las características del receptor no tendrán nada de exótico. Las indicaciones clínicas están muy acotadas, lo que no quiere decir que su uso sea marginal.
España apostó firmemente por las donaciones de cordón en 2007 con el objetivo de conseguir 60.000 unidades en 2015. El director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, comenta que esa meta "se ha cumplido dos años antes. España es el país de Europa que tiene más cordones. Sólo Estados Unidos cuenta con más".
Los cálculos estadísticos estiman que esa cantidad es suficiente para abastecer las actuales necesidades y que un incremento significativo no elevaría las posibilidades de realizar más trasplantes. Además, hay que tener en cuenta que se trata de una fuente complementaria a la de los progenitores hematopoyéticos de médula ósea.
Algunos bancos de cordón públicos han sobrepasado los requerimientos establecidos en el Plan Nacional de Sangre de Cordón Umbilical, mientras que otros, como el de la Comunidad de Madrid, se encuentran cerca de alcanzar su objetivo. "Ahora tenemos 7.483 unidades y debemos llegar a 8.045 almacenadas", señala Alberto Richart, responsable técnico del Banco de Cordón del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid.
Richart aclara que no se trata de acercarse a esa cifra a cualquier precio y en detrimento de la calidad. Cada mañana llegan al banco entre 10 y 15 donaciones procedentes de los distintos hospitales madrileños, que son los que se encargan de extraer la sangre y desechar el cordón. No obstante, no más de cuatro o cinco de esas unidades resultan finalmente válidas.
El principal criterio de calidad es la cantidad de células madre. La sangre se centrifuga para que los glóbulos rojos queden al fondo y el plasma en la superficie. La capa que queda en medio es la que contiene las células madre y debe tener un volumen de 40 mililitros para que se considere válida para el trasplante.
Se realizan análisis para descartar la presencia de VIH, hepatitis B y C, sífilis... y se guardan aparte 0,5 mililitros de cada unidad por si en el futuro se requiere algún estudio adicional. Asimismo, se evalúa el tipaje de histocompatibilidad.
Las células madre de cada donante se congelan hasta llegar a 196 grados bajo cero, que es la temperatura de almacenamiento. Se hace de forma progresiva, con el fin de evitar la rotura de las células. Se les echa una pequeña cantidad del agente de crioprotección dimetilsulfóxido (DMSO) y se introducen en un congelador biológico que efectúa un descenso progresivo de la temperatura.
Concluida esa fase, las unidades donadas ya están listas para ser almacenadas en uno de los ocho tanques disponibles en espera de un posible receptor. "Congelar cada unidad procedente de cordón lleva, aproximadamente, entre cuatro y cinco horas", precisa Richart. Matesanz añade que el coste de recogida, congelación y almacenamiento es "de entre 700 y 1.000 euros por cada cordón umbilical".
El banco de Madrid recibe cada año unas 4.000 donaciones, de las que sólo se congelan entre 500 y 600. Desde 1997 se han utilizado 250 unidades para trasplante.
El uso clínico de las células madre de cordón umbilical es básicamente el mismo que el de las de médula ósea: enfermedades hematológicas -principalmente malignas- como leucemias o linfomas, ciertas enfermedades congénitas entre las que estarían las inmunodeficiencias severas y algunas enfermedades metabólicas, y otro gran bloque de patologías congénitas que afectan a la médula ósea, como pueden ser las anemias aplásicas.
En todos esos casos se trata de un uso alogénico. "Las indicaciones autólogas son muy escasas", detalla Matesanz: "En tumores sólidos que no se originan en la sangre ni en el sistema inmunitario y que son muy raros en la infancia".
Quien se encarga de localizar donantes compatibles es el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO), en el que también se incluyen los cordones. Según Matesanz, hoy en día, en el 80 por ciento de los casos se realiza una búsqueda mixta: de cordón y de médula ósea.
¿Cuándo es preferible emplear células madre de cordón y cuándo de médula ósea? Desde hace unos años, los primeros ya no se utilizan exclusivamente para niños porque se ha visto que en adultos se pueden emplear dos unidades de cordón. La elección dependerá, por supuesto, de la disponibilidad. Si para un mismo receptor se dispone de las dos posibilidades, entonces se evaluará tanto la celularidad como el grado de histocompatibilidad.
Tal y como aclara Richart, en ambas hay pros y contras. En el caso del cordón, la principal ventaja es que "logísticamente, facilita el trasplante. Lo tengo almacenado y no tengo que convocar al donante". Por otro lado, desde el punto de vista de la compatibilidad, tiene una mayor flexibilidad y "se puede tolerar una pequeña discrepancia". Sin embargo, el cordón tiene pocas células, mientras que la médula ósea tiene mucha más carga celular y, además, prende más rápido.
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