Un estudio publicado en Cell Stem Cell muestra que los ciclos de ayuno prolongado no sólo protegen contra el daño del sistema inmunológico sino que también inducen a su regeneración, desplazando las células madre de un estado inactivo a un estado de renovación.
En ensayos clínicos de fase I en roedores, los largos periodos sin comer hacían descender de forma significativa el recuento de leucocitos. Los ciclos de ayuno daban la vuelta a un interruptor regenerativo y cambiaban la trayectoria de las células madre hematopoyéticas.
"No podemos predecir que el ayuno prolongado tenga un efecto remarcable en la regeneración de células madre del sistema hematopoyético", afirma Valter Longo, de la Universidad de Carolina del Sur (EE.UU.). "Tanto en los trabajos con humanos como con animales el recuento de leucocitos disminuye con un ayuno prolongado. Luego, cuando comen de nuevo, los leucocitos aumentan. Así que hemos comenzado a preguntarnos de dónde proviene esto".
El ayuno prolongado fuerza al organismo a utilizar la glucosa, grasa y cetonas acumuladas, pero también degrada una porción de leucocitos. Durante cada ciclo de ayuno, esta disminución de leucocitos induce cambios que desencadenan la regeneración de células madre del sistema inmunitario. En particular, reduce la enzima PKA y los niveles de IGF-1.
Cabe destacar que el ayuno prolongado protegió contra la toxicidad en un ensayo clínico piloto realizado en un pequeño grupo de pacientes durante un periodo de 72 horas antes de someterse a quimioterapia. "A pesar de que la quimioterapia salva vidas, causa daños colaterales significativos al sistema inmunológico. Los resultados de este estudio sugieren que el ayuno puede mitigar algunos de los efectos dañinos de la quimioterapia", añade Tanya Dorff, de la Universidad de Carolina del Sur.
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