Por ahora, sólo se ha logrado la 'fabricación' de esperma en roedores.
¿Es lo mismo crear un riñón de laboratorio para llegar algún día a prescindir de los traplantes que fabricar espermatozoides para solventar la infertilidad? La capacidad única de nuestros gametos (óvulos y espermatozoides) de dar lugar a una nueva vida implica ciertas connotaciones éticas en este tipo de avances científicos que no aparecen cuando se trata de otros tejidos del organismo.
Un artículo en la revista Cell Stem Cell ha demostrado que es posible crear espermatozoides en el laboratorio a partir de una célula embrionaria cultivada en unas condiciones muy específicas. Los gametos obtenidos por un grupo de científicos chinos han dado lugar a una camada de seis crías sanas y fértiles a su vez. ¿Sería ético un planteamiento así en humanos para parejas estériles? ¿Justifica en este caso el fin los medios?
Isabel Viladomiu, expresidenta de la Asociación Catalana de Estudios Bioéticos, plantea abiertamente sus dudas sobre lo que llama "dominar la naturaleza en el laboratorio". A su juicio, este tipo de experimentos vulneran la dignidad humana y se pregunta por qué no se invierte el mismo esfuerzo en tratar de estudiar las causas de la infertilidad que en revertirla con estos 'atajos'.
"Éste es otro paso más hacia el dominio de la vida. ¿Cuál va a ser el final? No lo sé", se pregunta esta especialista en Bioética que representa la visión más contraria a este tipo de avances.
También Montse Esquerda, directora del Instituto Borja de Bioética, señala que uno de los primeros límites que se plantea la biociencia es si algo es factible en humanos. Ya hace 20 años, recuerda, cuando los primeros estudios se publicaron en la revista Nature, "uno de las dudas más generalizadas es que no se puede experimentar mezclando material genético entre especies". Si para replicar el trabajo chino en humanos fuesen necesario por tanto recurrir a células de ratón, la opción no sólo no sería ética, sino que está incluso legalmente prohibida en la mayoría de países.
Más proclive se muestra el doctor Alfonso de la Fuente, ginecólogo y director médico del Instituto Europeo de Fertilidad (en Madrid). Para este especialista, miembro de la Sociedad Española de Fertilidad, no cree "que sea muy diferente crear un cardiomiocito que un espermatozoide. Sencillamente aprovechamos la tecnología para diferenciar células madre pluripotenciales con el fin de tratar una enfermedad". Porque como él mismo recuerda, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la infertilidad una enfermedad. "Claro que no compromete la vida del paciente, ni es tan grave como un proceso oncológico", admite.
A su juicio, el único obstáculo ético del estudio sería la utilización de células embrionarias, que obligan a destruir el embrión para iniciar la investigación. Sin embargo, como coincide con los autores del estudio, es más que probable que las llamadas células iPS (células, por ejemplo, de la piel, reprogramadas hacia un estadio embrionario) puedan tener la misma capacidad de transformación.
"La investigación con células madre embrionarias está derivando prácticamente en su totalidad hacia las células madre adultas, con muy buenos resultados", concluye.
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