El Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca y el Hospital Marqués de Valdecilla de Cantabria hallan mecanismos que podrían sentar las bases de tratamientos que eviten las recidivas del glioblastoma.
Una investigación ha determinado la existencia de dos tipos de células madre tumorales que generan los glioblastomas, los tumores cerebrales más agresivos. Por una parte, un tipo de células iniciadoras del cáncer están presentes en el centro de la masa tumoral, mientras que otro grupo de células con mayor movilidad se sitúa en la periferia del tumor, se dispersa y, como estas células no se pueden extirpar mediante la cirugía, acaban dando lugar a recidivas. El hallazgo ha sido publicado en la revista científica Stem Cells y supone un primer paso para encontrar tratamientos que impidan que el cáncer se reproduzca.
Desde hace tiempo, los expertos vienen observando que existen células iniciadoras del cáncer que se comportan como células madre, es decir, que dan lugar a las demás células tumorales. El objetivo de este trabajo era determinar si en el caso del glioblastoma multiforme eran iguales todas estas células iniciadoras (los científicos las llaman GICs, del inglés Glioblastoma Initiating Cells) y el resultado ha sido la existencia de dos grupos muy diferenciados, según ha explicado Atanasio Pandiella, subdirector del Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca, uno de los participantes en esta investigación liderada por el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Cantabria.
“Hemos estudiado la zona central del tumor y la zona periférica y hemos aislado células iniciadoras de la masa tumoral tanto de un lugar como del otro, comprobando que tienen propiedades diferentes”, comenta Pandiella. Las células de la parte externa del tumor son más agresivas, migran y se mueven mejor. Esta información, desconocida hasta ahora, explica que en los glioblastomas se produzcan muchas recidivas, ya que al tratarse de un tejido tan delicado como el cerebro, los cirujanos que operan el tumor extirpan sólo la masa tumoral central. Sin embargo, las GICs periféricas se dispersan con facilidad hacia otras partes sanas del cerebro y pueden reproducir el problema con rapidez.
“No las detectamos, pero se desplazan a zonas cercanas, de manera que, cuando extirpas el tumor algunas ya se han ido y provocan recidivas”, indica el especialista. Las células madre del centro del tumor son más numerosas, pero no se mueven tanto, así que suponen un problema menor frente a estas células exteriores que vuelven a iniciar la enfermedad.
“Hemos hecho un análisis de las características de ambos tipos de células y hemos visto que las células de la periferia tienen activados sistemas que les permiten moverse mucho más eficazmente”, apunta el investigador del Centro del Cáncer.
Entre esas claves está la presencia de proteínas de la familia Rac, que participan en la migración celular y que, en este caso, están mucho más activas en las GICs de la periferia. Además, existe otra proteína importante a la hora de distinguir entre los dos tipos de células: se llama p27 y es un supresor tumoral, de manera que cuando presenta niveles elevados, las células no se dividen. En este caso, las células del centro del tumor aparece p27 de forma muy activa, mientras que “las células iniciadoras de la zona exterior del tumor tienen menos cantidad y esto estimula su proliferación y movilidad”.
Los investigadores han descubierto también la importancia de algunas proteínas de la membrana de la célula que se llaman integrinas e intervienen en las interacciones que tienen lugar con las células próximas, siendo fundamentales para los desplazamientos en algunas ocasiones.
Aún no existen fármacos que puedan inhibir las proteínas Rac ni hacer proliferar a la p27, por ejemplo, pero conocer estos mecanismos es el primer paso para conseguir una terapia que evite o al menos disminuya las recidivas en los glioblastomas.
Estos resultados proceden de un extenso trabajo de colaboración entre varios centros que se ha centrado en las muestras obtenidas de tres pacientes. Además, también se han realizado experimentos in vitro y con animales para corroborar los resultados y entender cómo se comportan estas moléculas.
El siguiente paso sería desarrollar terapias contra las células iniciadoras del tumor en la periferia del glioblastoma. “Conociendo los mecanismos de diseminación podemos luchar contra ellos”, indica Pandiella, “hay que intentar eliminar estas células o al menos que no proliferen y que no se extiendan más”. Como mal menor, mientras siga siendo necesaria la cirugía para eliminar el tumor, los científicos confían en poder definir mejor la zona que se debe eliminar.
Algunos tipos de cáncer, como el de mama o el de pulmón, acaban con la vida del paciente cuando se produce metástasis en el cerebro, pero en este caso “ya está en el cerebro”, señala el especialista para indicar la gravedad del glioblastoma, el más agresivo de los gliomas o tumores cerebrales, de manera que es necesario seguir avanzando en esta línea.
Referencia bibliográfica:
Ruiz-Ontañon P, Orgaz JL, Aldaz B, Elosegui-Artola A, Martino J, Berciano MT, Montero JA, Grande L, Nogueira L, Diaz-Moralli S, Esparís-Ogando A, Vazquez-Barquero A, Lafarga M, Pandiella A, Cascante M, Segura V, Martinez-Climent JA, Sanz-Moreno V, Fernandez-Luna JL. Cellular Plasticity Confers Migratory and Invasive Advantages to a Population of Glioblastoma-initiating Cells that Infiltrate Peritumoral Tissue. Stem Cells. 2013 Feb 8. doi: 10.1002/stem.1349
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