Investigadores del Grupo de Oncología Experimental y Traslacional del Instituto de Biología Molecular y Celular del Cáncer (CSIC/USAL) en Salamanca, coordinados por Isidro Sánchez-García, y del grupo de César Cobaleda, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid, acaban de hacer pública la primera demostración práctica de que el mieloma múltiple, un tipo de cáncer de médula ósea, se organiza como un tejido.
Se trata de toda una revolución en el campo de la investigación oncológica que facilitará avanzar en la detección precoz y desarrollar terapias nuevas frente a estas células, según avanzaron los promotores del trabajo. De hecho, el descubrimiento ha sido publicado en The EMBO Journal, considerada como una de las cinco mejores publicaciones científicas del mundo.
Estos hallazgos desafían el hasta ahora aceptado modelo de trabajo de la función de los oncogenes en el cáncer. Además, estas observaciones, más allá de su impacto en las actuales teorías de la génesis del mieloma múltiple, también tienen importantes implicaciones clínicas ya que implica que los tratamientos del mieloma múltiple necesitan ser complementados con tratamientos que destruyan las células madre del cáncer.
Este descubrimiento explica un hecho que se sabe hace mucho tiempo: que aunque la mayor parte de los pacientes con mieloma múltiple responden a la terapia, tan sólo una minoría son curados. Ahora, el desafío pasa por encontrar la manera de destruir las células. 'Los modelos de ratones que hemos desarrollado son herramientas únicas para hacer frente a este desafío. Esperamos que esta investigación dé lugar no sólo a nuevos conceptos de la biología y desarrollo del mieloma múltiple, sino que también proporcione la base para el desarrollo tanto de una nueva estrategia en el tratamiento del mismo como de nuevos métodos para evaluar la eficacia del tratamiento'.
Hoy en día, sólo se puede saber que una persona tiene cáncer cuando aloja 1.000 millones de células cancerígenas dentro del organismo, puesto que la tecnología no permite ver por debajo de ese umbral. Este avance tiene su implicación en la identificación de estas células, en su medición, en saber si tras un tratamiento quedan células en el organismo, cuáles quedan y cuántas.
La otra aplicación pasa por desarrollar terapias, proceso que es más lento. 'Al final, si se encuentran dianas específicas, el desarrollo de los productos lo van a hacer las grandes empresas farmacéuticas y/o biotecnológicas. Es un objetivo que es escapa a las posibilidades del grupo de investigación por la inversión que necesita', precisa el investigador. Si bien, el grupo trabaja ya en establecer alianzas con empresas farmacéuticas y/o biotecnológicas con el fin de desarrollar productos que destruyan estas células.
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