La investigación en oncología está abriendo nuevas y prometedoras vías para la lucha contra una de las principales causas de mortalidad en nuestros días. Aunque los expertos advierten de que la mayoría de los avances que se comunican no son aún aplicables de forma efectiva en pacientes, el progreso es innegable. El futuro se perfila entre las células madre y los fármacos ’dirigidos’, que actúan únicamente contra las células cancerosas.
La investigación científica en el terreno de la oncología está viviendo una época dorada que contrarresta, con inyecciones de optimismo, el horizonte oscuro que tiñe las informaciones económicas, últimamente el grueso del papel de los diarios, los minutos de la televisión o la saliva de quienes siguen discutiendo la actualidad en el desayuno. Sin embargo, los expertos puntualizan que no todo lo que se publica sobre avances oncológicos tiene una aplicación práctica real y advierten sobre la creación de falsas expectativas sociales. Aún así, y con la cautela adecuada, no puede negarse que el avance es incuestionable y se acelera con los años.
La investigación actual sigue fundamentalmente dos vías, según explica el responsable del área científica del Instituto Oncológico de San Sebastián (Onkologikoa), Ander Urrutikoetxea. Por un lado, se va avanzando en la creación de nuevas terapias, tratamientos que vayan dirigidos a los “talones de Aquiles” del cáncer, “a aquellas partes de la biología celular que son más importantes para las células cancerosas”.
La meta es crear una serie de fármacos ’dirigidos’ que actúen únicamente sobre las células malignas y respeten el resto, evitando agravamientos de la enfermedad, el debilitamiento del paciente, que lo hace a su vez más propenso a recaídas, y los efectos secundarios. “No estamos ya pensando en quimioterapia o en ese tipo de fármacos que van contra todo, sino en otro tipo de fármacos que van dirigidos a los puntos débiles de las células cancerosas”, explica Urrutikoetxea.
La segunda vía en la que hoy se centra la investigación oncológica, explica el científico, es el desarrollo de la tecnología capaz de interpretar las necesidades de cada paciente y detectar la mejor terapia en cada caso.
Urrutikoetxea ha vuelto a casa desde Barcelona, donde hasta ahora dirigía el Instituto Oncológico Catalán, para ponerse al frente del área científica del Onkologikoa y sumarse a la etapa que el centro vasco inaugura con una nueva filosofía: la de unir asistencia e investigación de una manera definida y como apuesta estratégica institucional.
“Asistencia e investigación son dos cosas que han de ir unidas como nuevo modelo de atención oncológica y la manera de hacerlo es poner a disposición de los pacientes un amplio abanico de ensayos clínicos y, con ello, acceso a nuevos tratamientos”, señala el responsable del área científica del instituto.
Así, se ha proyectado una Unidad de Terapias Avanzadas con la que se pretende multiplicar exponencialmente el número de ensayos clínicos en los próximos dos años.
La mayor parte de los ensayos clínicos oncológicos que se están desarrollando a día de hoy tienen que ver con el testeo de nuevos fármacos. Actualmente hay entre 800 y 900 medicamentos en desarrollo que están poniendo a prueba en distintas fases su capacidad de actuar de forma dirigida, únicamente sobre las células cancerosas.
“El problema que tiene el cáncer de cara a su tratamiento es que no es un agente externo, no es un microbio, sino que son nuestras propias células, de modo que cualquier tratamiento que vaya contra esa enfermedad tiene el gran problema de que muy posiblemente va a afectar a las células ’sanas’, va a tener efectos secundarios y puede que sea demasiado tóxico”, expone Urrutikoetxea.
Años de investigación han señalado los estudios en biología celular como el camino correcto para la lucha contra el cáncer. Lo que se está persiguiendo es descifrar qué aspectos concretos de la biología celular provocan que las células cancerosas proliferen o se reproduzcan en más cantidad y más rápido que las sanas para, con los tratamientos, poder dirigirse únicamente contra ese condicionante biológico específico, contra ese punto singular de la estructura celular que diferencia a estas células del resto.
“Llevamos muchos años investigando en los laboratorios y hoy en día se sabe mucho más sobre el cáncer que aquello que somos capaces de tratar”, lamenta Urrutikoetxea, quien explica que, aunque ya se conocen muchos aspectos de la biología celular específicos de las células cancerosas, “que serían firmes candidatos a ser dianas de los tratamientos”, aún no se ha dado con la clave definitiva.
Parece incontestable que conocimiento, investigación y solución futura son pasos necesariamente consecutivos y que ahora, en medio de la acuciante crisis económica, pueden verse amenazados por la sombra de los recortes en I+D.
El responsable del área científica del Onkologikoa está tranquilo en cuanto al objetivo último, el avance en la curación del cáncer, aunque reconoce que “en el contexto concreto de nuestro país”, el nivel del desarrollo científico y de la investigación va a salir perjudicado.
“El conocimiento general de nuestro país seguro que se va a ralentizar en la medida en que se financie peor, pero de cara a los ensayos clínicos, por ejemplo, los fármacos no derivan de investigaciones que necesariamente se hayan realizado en España; la industria farmacéutica investiga en muchos países, genera las hipótesis en distintos puntos del mundo y luego los ensayos clínicos se pueden hacer aquí, aunque el hallazgo que ha generado este nuevo fármaco se haya hecho en Estados Unidos, en Alemania o en Holanda”, puntualiza.
A pesar del optimismo general con el que se explica Urrutikoetxea, el investigador pide cautela a corto y medio plazo. “Hay que tener mucho cuidado de no generar falsas expectativas a los pacientes”, considera. Según advierte, muchos de los descubrimientos y líneas de investigación que llegan a la sociedad a través de los medios “están muy bien, pero distan mucho de ser aplicables o de ser una solución” para los enfermos.
“Avanzamos mucho en el conocimiento del cáncer a nivel mundial, pero la mayor parte de ese conocimiento no tiene aún un impacto directo en los pacientes”, zanja.
Urrutikoetxea diferencia dos tipos de casos oncológicos: los que actualmente se curan en un porcentaje muy alto, que son los que se pueden “extraer correctamente” mediante operaciones quirúrgicas, y los que por lo general no se pueden curar, los que tienen metástasis o no pueden extraerse.
En este segundo tipo de tumores es en el que resulta especialmente útil conocer las causas de resistencia de las células cancerosas a los tratamientos, para lo que las células madre se descubren, como en tantos otros aspectos de la medicina científica, como una puerta abierta de par en par.
“Las células madre tumorales parecen ser las responsables de gran parte de la resistencia de los tumores a los tratamientos actuales”, señala el investigador. “Cuando seamos capaces de bloquear la reproducción de las células madre tumorales, posiblemente podremos controlar de una manera mucho más a largo plazo y ’cronificar’ esos tumores que a día de hoy no somos capaces de curar”, aclara.
Aunque la meta está aún por alcanzar, el avance en oncología en la última década ha sido espectacular. Tal y como ejemplifica Urrutikoetxea, la esperanza de vida de una paciente con cáncer de mama con metástasis hace no mucho tiempo era de un año, mientras que en la actualidad se sitúa por encima de los cuatro años. “Vamos avanzando bastante en todo esto, pero lo que pasa es que queda mucho más camino”, opina el investigador.
¿Cuándo llegaremos a la curación completa del cáncer? “Cuando seamos capaces de, aun cuando el tumor no sea extirpable, controlarlo y que el paciente pueda vivir con esto como quien vive con una diabetes o con una enfermedad pulmonar crónica: con medicación que se vaya adaptando a los cambios de la enfermedad. El futuro del tratamiento contra el cáncer está en conseguir ’cronificarlo’”, termina.
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