Científicos del Instituto de Investigación del Hospital de Ottawa (Canadá) han descubierto un desencadenante que convierte las células madre musculares en grasa parda, un tipo de grasa que podría desempeñar un papel fundamental en la lucha contra la obesidad, según publica la revista 'Cell Metabolism'.
"Este descubrimiento avanza significativamente en nuestra capacidad para aprovechar esta grasa en la batalla contra todos los riesgos asociados para la salud que conllevan el sobrepeso y la obesidad", afirma el doctor Michael Rudnicki, científico senior y director del Programa de Medicina Regenerativa y del Centro Sprott para la Investigación de Células Madre del Hospital de Ottawa, así como catedrático de Investigación en Genética Molecular y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ottawa.
A nivel mundial, la obesidad es el quinto riesgo principal de muerte, con un número estimado de 2,8 millones de personas que fallecen cada año por los efectos del exceso de peso o por ser obesos, según la Organización Mundial de la Salud.
En 2007, el doctor Rudnicki dirigió un equipo que fue el primero en demostrar la existencia de células madre adultas de músculo esquelético. Ahora, este investigador muestra que no sólo estas células musculares tienen la capacidad de producir las fibras musculares, sino también de convertirse en grasa parda, un tejido que es importante para la capacidad del cuerpo de mantener el calor y regular la temperatura y que se asocia con menor obesidad.
Así, el trabajo identifica cómo las células madre musculares se convierten en grasa parda gracias a un gen regulador llamado microRNA-133, o 133-MIR. Cuando el miR-133 está presente, las células madre se convierten en la fibra muscular, cuando se reduce, las células madre se convierten en grasa parda.
El laboratorio del doctor Rudnicki mostró que ratones adultos inyectados con un agente para reducir miR-133, un oligonucleótido antisentido o ASO, produjeron más grasa parda, se protegieron de la obesidad y tenían una mejor capacidad para procesar la glucosa. Además, la inyección local en el músculo de la pata trasera condujo a aumentar la producción de energía en todo el cuerpo, un efecto observado después de cuatro meses.
El uso de un ASO para tratar la enfermedad mediante la reducción de los niveles de microARN específicos es un método que ya está en ensayos clínicos humanos, pero un posible tratamiento con miR-133 para combatir la obesidad aún está a años de distancia.
"Aunque estamos muy emocionados por este gran avance, reconocemos que se trata de un primer paso", sentencia Rudnicki, quien añade que todavía quedan "muchas preguntas por responder", como por ejemplo si ayudará a los adultos obesos a perder peso, cómo debe administrarse, cuánto tiempo duran sus efectos y si existen consecuencias adversas no observadas aún.
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