La clonación de embriones humanos “saldrá en los libros de historia porque nos muestra que no somos especiales”. Así opina Ángel Raya, investigador del Instituto de Bioingeniería de Cataluña y experto en el uso de células madre en la investigación de enfermedades como el párkinson o el alzhéimer. “Hasta ahora se pensaba que había una barrera biológica que impedía lograr la clonación con humanos y los estudios recientes por fin nos demuestran que no es así”, añade.
Pero, más allá de la investigación, ¿tiene este descubrimiento un impacto directo sobre la vida del ciudadano medio? Sí, aunque silencioso. La clonación completa otras técnicas actuales para investigar enfermedades que hasta ahora estaban muy limitadas por la falta de muestras, como las dolencias cardiacas y neurológicas.
Más a largo plazo, la técnica puede contribuir al desarrollo de futuras terapias con células madre que se engloban con un término algo nebuloso llamado medicina personalizada. En un futuro ideal, las células madre hechas a medida de un paciente servirían para regenerar sus tejidos dañados por la enfermedad. Esto aún es imposible, pero ya hay ensayos clínicos actuales que prueban en humanos el uso de células madre para tratar lesiones en la médula espinal y la retina.
Más inciertas son las posibilidades de clonar seres humanos o incluso intentar neandertalizarlos para investigar las diferencias entre ambas especies, posibilidades que están un poco más cerca gracias al hallazgo de la Universidad de Oregón, según algunos expertos. “Tengo 46 años y, hasta el año pasado, hubiera dicho que yo no vería la llegada de estas terapias a la aplicación rutinaria en los hospitales”, comenta Raya. “Ahora estoy convencido de que sí”, añade. No todos los expertos consultados son tan optimistas, pero sí coinciden en el importante hito logrado por el equipo de EEUU, en el que ha participado la investigadora española Nuria Martí, exiliada tras un ERE en el centro de I+D en el que trabajaba.
En la actualidad se han hecho tres ensayos clínicos con células madre en humanos. Uno se probó en lesiones de médula espinal (se paró antes de tiempo) y otros dos probaron la regeneración de lesiones en la retina. En torno a una decena de ensayos tienen previsto comenzar este año con otros tipos de células madre. Aunque se trata de un campo experimental y lleno de incertidumbres, muchos investigadores opinan que por aquí pasa el futuro de la medicina.
Antes hay que pararse en el presente. El avance de la clonación puede suponer un gran paso para la investigación de dolencias cardiovasculares y cerebrales. Al contrario que en el cáncer, donde la disponibilidad de tejidos para el estudio es ingente (lo primero que hacen los médicos al detectar un tumor es extraerlo y dárselo a los investigadores para su análisis), otras dolencias no permiten lo mismo, comenta Miguel Manzanares, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares. “Es imposible extraer una célula cardiaca de un paciente o una neurona de su cerebro”, señala. “Si lo consiguieras, además, esas células son ya adultas, por lo que no se podrían seguir reproduciendo para tener más material con el que investigar”, añade.
Las técnicas de clonación pueden permitir ahora generar esas células a partir de piel del paciente. Es lo que se llama “enfermedad en un plato”, dice Manzanares, una modelización de la dolencia que puede ayudar a identificar qué defecto concreto convierte a una célula sana en otra enferma y buscar la mejor terapia posible para cada caso.
En un futuro, el objetivo es hacer lo mismo de forma directa, como tratamiento. Nadie sabe aún si será posible, aunque hay convencidos y escépticos. El último gran avance en este campo ha sido la reprogramación de células adultas, una especie de reseteo de células sacadas de la piel, por ejemplo. Su inventor, Shinya Yamanaka, recibió el Nobel de Medicina el año pasado, en parte porque sus células reprogramadas han demostrado poder convertirse en células de corazón, hígado, neuronas y otros tejidos especializados y haber funcionado en trasplantes con modelos animales.
Las células reprogramadas, conocidas como iPSC, han “democratizado la investigación con células madre”, dice Raya. “Hoy en día se está haciendo una apuesta muy fuerte por ellas, con mucho dinero invertido, y ya hay más de diez ensayos clínicos solicitados para probar su seguridad”, señala. Raya está convencido de la superioridad de estas células sobre las obtenidas por clonación. Para empezar no se necesitan óvulos y, al ser obtenidas a partir de tejido del propio paciente, tampoco generarían rechazo tras un trasplante. “Yo ya no me planteo un escenario de medicina personalizada en el que te generen iPSC solo para ti, pero sí que se cree un banco que cubra a gran parte de la población, como un banco de órganos”, explica. “Es algo logísticamente posible y en Japón ya existe un banco de este tipo de células”, señala Raya.
Pero no todos son beneficios. Estudios recientes han demostrado que las células reprogramadas no se resetean del todo, con lo que podrían conservar rasgos de su fase adulta que las harían inservibles para trasplantes. Las células clonadas podrían no tener ese problema, pues se obtienen directamente de un embrión.
“Si esto fuera el juego de la oca, el estudio publicado ha hecho avanzar varias casillas a la clonación, quedándose casi a la par que la competencia”, opina Josep Santaló, investigador de la Universidad Autónoma de Barcelona. El equipo de Santaló fue el primero de España en obtener ratones usando las técnicas de clonación, denominadas en ciencia como células obtenidas por transferencia nuclear. Para realizarla se toma un óvulo, se le saca su núcleo, que contiene la mayoría del ADN de la madre y se introduce en su lugar el núcleo de una célula del individuo que se desea clonar. Esta técnica permitió crear a Dolly, el primer mamífero clonado, en 1996, a Cloe, Cleo y Clona, los tres primeros ratones clónicos de España, en 2009, y, más difícil todavía, las primeras células madre humanas obtenidas de embriones clonados, el hito logrado recientemente. Al llevar el ADN del donante, esas células serían ideales para futuros trasplantes, pues no causarían ningún rechazo. Pero eso está aún por ver y, por el momento, hay que comparar estas células con las reprogramadas y averiguar cuáles son mejores.
Las células clonadas también tienen desventajas. La mayor es que se necesitan óvulos humanos sanos para producirlas, lo que las hace muy costosas. En España sólo pueden usarse los óvulos de descarte de las técnicas de reproducción asistida y, por el momento, no hay ni un solo equipo que esté haciendo transferencia nuclear con material humano. La manera de sortear este problema, dice Santaló, es generando óvulos en el laboratorio, algo que se ha conseguido con ratones, pero no aún en humanos. “Para la clonación es necesario que los óvulos sean de gran calidad, así que, por un lado, los óvulos de laboratorio no lo serían, pero por otro, se podrían generar tantos que alguno sí sería viable”, especula Santaló.
“Es cierto que estas células clonadas podrían evitar el rechazo, porque serían como la clonación de uno mismo, pero aún no se sabe cómo controlarlas por lo que hoy por hoy generarían más problemas que beneficios”, opina Miguel Alaminos, médico e investigador de la Universidad de Granada que se dedica a la ingeniería de tejidos usando células de los propios pacientes y biomateriales para, por ejemplo, tratar a grandes quemados. “Este ha sido un avance importante y volverá a ponerse de moda la clonación, pero las iPS son mucho más funcionales”, opina.
Las dudas entre una y otra técnica se disiparán más pronto que tarde. Si fallan los primeros ensayos en humanos con células reprogramadas, las células clonadas podrían emerger como “plan B”, comenta Raya. Si en algo coincide con Santaló es en que las terapias con células madre son posibles. “Antes en las facultades se enseñaba que no se puede clonar a un mamífero”, recuerda Santaló y añade: “a mis 55 años he visto cambiar tantos paradigmas que ya jamás digo jamás”.
El descubrimiento de esta semana también ha abierto vías que muchos no desearían ver abiertas. Aunque en España es ilegal y la UE ha pedido que clonar humanos sea ilegal, la técnica demostrada hace unas semanas podría aplicarse a la clonación de un humano aunque posiblemente no tendría éxito. Los autores del trabajo, dirigido por Shoukhrat Mitalipov, han intentado sin éxito usar esta técnica para clonar macacos, sin suerte. Santaló, experto en transferencia nuclear, explica por qué. “Incluso en ratones, la tasa de éxito si quieres clonar para obtener células madre es de un 50%, pero si intentas producir ratones clonados sólo lo logras en un 10%”, comenta. “La clonación reproductiva será posible quizá en el futuro, pero no ahora”, añade.
Posiblemente no suceda nunca, pues intentarla obligaría a incurrir en graves cuestiones éticas. “Habría que hacer pruebas y eso generaría abortos espontáneos, muertes perinatales... ¿es ético generar niños malformados para lograr obtener un clon?, yo no lo creo”, opina Santaló. “Un humano clonado estaría condenado al envejecimiento prematuro y a morir de cáncer a los 15 años”, resalta Alaminos.
Una última vía queda abierta tras este estudio. ¿Y si en lugar de ADN humano se usase ADN de neandertal? El ADN fósil está demasiado machacado por el tiempo como para poder rescatar el núcleo intacto de una célula. La única opción, comenta Santaló, sería tomar un núcleo celular humano actual y “neandertalizarlo”, es decir, introducir los cambios necesarios para convertir el genoma del Homo sapiens en el de un neandertal, comenta el biólogo. “Sería un trabajo ingente, pero ¿sería posible? La clonación del último trabajo ha podido ser un primer paso, y yo ya jamás digo jamás”, concluye.
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