Los tratamientos farmacológicos no aportarán ningún avance "significativo" en los próximos 10 años en insuficiencia cardiaca, según ha señalado el coordinador de la Red de Investigación Cardiovascular (RIC), el profesor Francisco Fernández-Avilés.
Así lo ha asegurado el experto con motivo de la celebración en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid de la décima edición del 'International Symposium on Stem Cell Therapy and Cardiovascular Innovations', en el que ha indicado que este tipo de terapia, junto a otras convencionales, "han llegado a su techo de eficacia".
Por ello, y a pesar de que los tratamientos farmacológicos "ayudan mucho", Fernández-Avilés considera que existe una "imperativa necesidad" de innovar en este campo con soluciones alternativas al trasplante. Sobre todo, porque "sólo un 10 por ciento o menos de los candidatos a trasplante de corazón consiguen finalmente el órgano que necesitan", lamenta.
A juicio del experto, la insuficiencia cardiaca "es muy prevalente", por lo que "consume gran cantidad de recursos económicos". Además, cuando está establecida, "tiene peor pronóstico que el cáncer más maligno", expone el coordinador del RIC.
Debido a ello, los científicos han mostrado una alta perseverancia en este campo en los últimos años, la cual viene marcada por el objetivo de "prevenir el desarrollo de insuficiencia cardiaca secundaria a la destrucción del corazón por un infarto", explica.
En referencia a la medicina regenerativa cardiovascular, Fernández-Avilés sostiene que nace de la hipótesis de que la utilización de células madre "puede sustituir el tejido cardiaco por otro nuevo". Por ello, ha destruido "definitivamente" el dogma clásico que negaba la capacidad regenerativa, manifiesta.
"Hoy sabemos, sin ningún género de duda, que el corazón posee células madre capaces de activarse y proliferar, aunque con una intensidad inferior a la que puede observarse en otros tejidos, como la sangre o la piel", subraya en este sentido.
Prueba de ello es la experimentación practicada con animales, la cual ha demostrado que las células con alta plasticidad, como las células embrionarias, "tienen la capacidad de colonizar y regenerar totalmente el tejido cardiaco infartado". A ello se une el hecho evidenciado de que células con menor plasticidad también tienen capacidad de regeneración cardiaca.
Por su parte, tal como se ha demostrado en más de 3.000 personas con infarto agudo de miocardio estudiadas, las células derivadas de la médula ósea, añadidas al tratamiento convencional del infarto, "tienen un efecto beneficioso que evita el desarrollo de insuficiencia cardiaca".
No obstante, para saber si definitivamente debe recomendarse este tratamiento, se esperan los resultados de un estudio financiado por la Unión Europea en el que participarán 3.000 pacientes de diversos países europeos "y en el que España tendrá un gran protagonismo", concluye.
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