El desarrollo científico, ahora ya en fase preclínica, permitirá obtener nuevos tratamientos. Se podría aplicar sobre enfermedades que afectan al 10% de la población y para evitar el rechazo tras un trasplante.
Los científicos de la Fundación INBIOMED le han dado el nombre de Melesona. Pueden hacerlo porque ellos son los creadores de esta célula madre cuya modificación genética amplifica su capacidad inmunodepresora. Dicho de otra forma, supone el inicio de una línea de investigación que permitirá desarrollar potentes medicamentos contra las enfermedades inflamatorias y autoinmunes, como la artritis reumatoide, la psoriasis, la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn, la esclerosis múltiple o el rechazo post trasplante.
Son dolencias que afectan a más del 10% de la población y que actualmente se tratan con medicamentos que con mucha frecuencia provocan efectos secundarios severos. La terapia celular, todavía en fase de experimentación, conseguiría mejores resultados sin apenas efectos adversos. A partir de la Melesona, la maquinaria científica funciona a pleno rendimiento en el edificio de Biokutxa del Parque Tecnológico de Miramón en Donostia; las primeras fases experimentales de un camino largo y laborioso ya se han culminado.
Pero la Melesona no es un descubrimiento providencial. Detrás de esta célula madre modificada genéticamente para incrementar su capacidad inmunorreguladora hay un trabajo muy especializado y prácticamente a contrarreloj de los científicos de INBIOMED. Este centro de investigación con células madre tiene como objetivo la búsqueda de tratamientos contra el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas y las enfermedades hematológicas y autoinmunes.
En los últimos años se ha identificado que las células madre mesenquimales, que son las utilizadas preferentemente en las investigaciones de INBIOMED, poseían una capacidad inmunorreguladora que permitía abrir todo un mundo de expectativas en cuanto a su aplicación como terapia. Las células madre mesenquimales se consiguen preferentemente de la médula ósea y de la grasa. La ciencia ha conseguido desarrollarlas en laboratorio como células de hueso, grasa y cartílago. No se ha descartado teóricamente que puedan ser transformadas también en otro tipo de tejidos, pero en la práctica los resultados dejan aún mucho que desear.
El descubrimiento de la capacidad inmunorreguladora de las células madre mesenquimales animó a los científicos de INBIOMED a seguir este proceso de investigación. «En efecto, comprobamos que cuando trasplantábamos las células en una zona de inflamación, ésta disminuía», explica César Trigueros, director del departamento de células madre hematopoyéticas y mesenquimales de la fundación guipuzcuana. Pero no solo INBIOMED. Varios equipos de investigadores de todo el mundo se pusieron a trabajar en la utilización de células madre mesenquimales para conseguir terapias contra las enfermedades inflamatorias y autoinmunes. Algunos grupos están logrando buenos resultados pero otros experimentos, en cambio, no están alcanzando los objetivos esperados. El problema, según Trigueros, es que resulta difícil averiguar los motivos por los que no funcionan en algunos casos debido a que cada equipo trabaja de diferente manera. Sin embargo, de lo que no hay duda es de la capacidad inmunorreguladora de estas células y esto ya es motivo suficiente para que esté abierta la carrera por la futura utilización de estas terapias con plenas garantías. Y resulta que en esta carrera, los científicos de INBIOMED se han situado en puestos de cabeza al haber logrado modificar genéticamente las células madre mesenquimales para potenciar o sobreactivar su capacidad inmunorreguladora, es decir, al haber creado la variante Melesona. Trigueros explica que la han desarrollado in vitro «y ha funcionado muy bien»; también han hecho el experimento básico sobre animales, en este caso sobre ratones, y el resultado ha sido satisfactorio.
El siguiente paso consiste en probar el funcionamiento de Melesona en animales con enfermedades inflamatorias y autoinmunes. «Durante 2013 vamos a colaborar con laboratorios nacionales e internacionales para llevar a cabo los ensayos y conocer así en qué enfermedades funcionan mejor las terapias», explica Trigueros. Esto permitiría posteriormente dar un salto a la fase clínica con humanos. El proceso es largo, pero la herramienta que se ha encontrado, la variante Melesona, permite albergar fundadas esperanzas de que se pueda hallar una terapia eficaz tanto para las enfermedades mencionadas como para proporcionar una mayor calidad de vida a los pacientes que han sido trasplantados y que han de someterse de por vida a tratamientos con medicamentos inmunosupresores convencionales no exentos de efectos secundarios y de complicaciones derivadas de la disminución de sus defensas naturales. También podría aplicarse esta terapia celular en los casos de trasplante de médula ósea, a causa de una leucemia, para evitar el rechazo multiorgánico que en algunos pacientes se produce debido a que el nuevo sistema inmunológico no reconoce, y por tanto ataca el organismo en el que ha sido reubicado.
Para estos casos se están utilizando tratamientos con células madre mesenquimales clásicas con buenos resultados, pero los científicos de INBIOMED, según afirma César Trigueros, están convencidos de que «nuestras células modificadas funcionarían muchísimo mejor». Habrá tiempo para comprobarlo. Será uno de los experimentos que se lleven durante los próximos meses.
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