En 1979, una niña de diez años con leucemia linfocítica aguda recibía el primer trasplante de médula ósea de donante no emparentado. La pequeña no contaba con un familiar compatible -como ocurre en un 70 por ciento de los casos que requieren un trasplante-, pero los haplotipos de su sistema HLA estaban entre los más comunes, así que en un último recurso, su padre acudió a John Hansen, en el Centro Fred Hutchinson de Investigación en Cáncer, en Seattle, donde se le propuso realizar el trasplante con un donante no emparentado: un técnico de investigación del centro, con el mismo tipo HLA que la niña.
Desde entonces, el aloinjerto de médula ósea ha salvado también muchas vidas entre quienes no contaban con donante emparentado.
Años después se descubrió la capacidad movilizadora de las células progenitoras en sangre periférica gracias a los factores de crecimiento hemapoyético; la opción se adoptó como la primera fuente de elección en los trasplantes de donante emparentado compatible y ahora, también en los de no emparentado. Más recientemente, ha entrado en juego una nueva fuente: la sangre de cordón umbilical (SCU).
Esta semana The New England publica los resultados del primer estudio multicéntrico que compara la supervivencia a dos años del trasplante de médula ósea con el de sangre periférica de donantes no emparentados, en pacientes con enfermedad hematológica maligna que requerían un trasplante (N Engl J Med 2012; 367: 1.487-96). En el trabajo participan los principales grupos de Onco-Hematología estadounidenses, encabezados por Claudio Anasetti, del Centro Fred Hutchinson de Seattle, y que ahora trabaja en el Centro Oncológico H. Lee Moffitt, de Tampa. A lo largo de un periodo de reclutamiento de cinco años, se han incluido 551 pacientes de 48 centros.
La aparición de este estudio ha coincidido con la cita anual obligada de los hematólogos españoles, la LIV Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y XXVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH), este pasado fin de semana en Salamanca. Precisamente, uno de los debates fuertes del congreso ha sido establecer la mejor fuente en el trasplante hematológico, atendiendo a aspectos diversos, sin excluir el delicado momento económico.
El debate sobre cuál es la fuente idónea en trasplante hematopoyético refleja un hecho positivo: la posibilidad de encontrar donante en casi todos los casos
A pesar de la envergadura del estudio, las conclusiones no son lo suficientemente claras como para decantarse por una de las fuentes de células en detrimento de otra, así que el debate sigue vivo. Frederick Appelbaum, del Fred Hutchinson, opina en un editorial de la revista que hay que cambiar la práctica clínica actual y optar siempre que se pueda por el trasplante de médula ósea en pacientes adultos con donante no relacionado.
Para José Luis Díez, del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid, y moderador de la mesa sobre trasplante hempatoyético del congreso, la decisión no es taxativa y en cada caso cabría una fuente distinta; admite que en la actualidad se ha abandonado de forma poco cuidadosa el uso de trasplante de médula ósea en favor de otras fuentes alternativas, especialmente de sangre periférica, que es el más utilizado en la comunidad médica española."El objetivo del debate es encontrar la mejor fuente y la más barata en este contexto de crisis", y recuerda que la médula ósea tiene muchas ventajas, como la reducción de enfermedad de injerto contra huésped en patologías como la aplasia medular. No obstante, Díez cree que en el aspecto de los tumores, la sangre periférica se postula como una fuente más accesible y también acumula muchas ventajas; de ahí que no se pueda seleccionar una sola fuente de las dos como la más adecuada en los procesos tumorales.
En esta línea, Luis Madero, jefe del Servicio de Onco-Hematología en el Hospital Universitario Niño Jesús (Madrid), comenta que "el ensayo no aporta diferencias significativas ni de tasas de supervivencia; también son similares el índice de recaídas y la enfermedad injerto contra receptor (EICH) aguda; sólo el injerto se muestra más rápido en el grupo de la sangre periférica y también la incidencia de EICH crónica es más alta. En definitiva, son conclusiones ya conocidas por la práctica clínica diaria y en ese sentido no cambian el criterio de muchas unidades de trasplante".
Y en clave positiva Díez considera que este debate sobre la fuente más idónea en trasplante hematopoyético refleja una realidad ventajosa para el enfermo, y es que el recurso del donante está asegurado en casi el 100 por cien de los casos en España.
En España, en 2011, de 476 trasplantes hematopoyeticos, el 48 por ciento fueron de sangre periférica, el 32 por ciento de SCU, y el 20 por ciento de médula ósea. José Luis Díez, del Hospital Gregorio Marañón, sostiene que el empuje de la sangre de cordón umbilical (SCU) en trasplantes es una realidad, pero no desbancará a las otras dos fuentes. La razón: el coste elevado. Al margen de ello, las indicaciones de la SCU siguen avanzando, como se puso de relieve en un simposio sobre terapia celular coordinado por Luis Madero en el Hospital Niño Jesús, donde se apuntó la utilidad de la SCU en más de 70 enfermedades hematológicas, así como su potencial en patologías neurológicas, entre otras.
Sin dejar el ámbito de los trasplantes hematológicos, destacan del congreso los resultados positivos en trasplante de donante haploidéntico expuestos por Stefan O. Ciurea, del MD Anderson Cancer Center de Houston. El donante haploidéntico contribuye a ampliar las opciones cuando no se cuenta con donante idéntico. Además, Fermín Martín Sánchez-Guijo, del Complejo Asistencial de Salamanca, y Simón Méndez-Ferrer, de la Fundación Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC) de Madrid, se han centrado respectivamente en las nuevas estrategias en trasplante de SCU, como la inyección intraósea, y en el papel de las células madre mesenquimales de médula ósea.
En una reciente publicación en Suiza de un estudio multicentrico sobre los resultados a largo plazo de trasplantes de médula osea a largo plazo mostró que un porcentaje recaían con el mismo cáncer antes de los dos años otro porcentaje dentro de los cinco años posteriores morían por cardiopatias y el resto por envejecimiento precoz.
ResponderEliminarConcluía que en lo posible debería tenerse éxito con las nuevas drogas blanco.
¿cual es la óptica de los participantes de este blog?