domingo, 19 de febrero de 2017

Logran convertir células madre en precursores de hueso, cartílago y músculo esquelético

Fuente: http://noticiasdelaciencia.com/not/23062/logran-convertir-celulas-madre-en-precursores-de-hueso-cartilago-y-musculo-esqueletico/


Las células madre pluripotentes, por definición, pueden convertirse en cualquier tipo de célula del cuerpo, pero a los investigadores especializados en su manipulación les ha costado guiarlas para que produzcan ciertos tejidos, incluyendo el muscular. En los embriones humanos en desarrollo, las células musculares (así como las de tejido óseo y de cartílago de vértebras y costillas, entre otros tipos de células), surgen de pequeños grupos de células llamadas somitos.


La comunidad científica ha venido estudiando cómo se desarrollan los somitos en animales e identificó las sustancias que parecen ser una pieza clave de ese proceso. Pero cuando han intentado usar esas moléculas para obligar a las células madre humanas a generar somitos, los protocolos han resultado ser ineficientes.


Una aparente solución a estos problemas ha sido encontrada por el equipo de April Pyle, del Centro Eli y Edythe Broad de Medicina Regenerativa e Investigación de Células Madre, una institución adscrita a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) en Estados Unidos.


Añadiendo la mezcla adecuada de moléculas señalizadoras (proteínas implicadas en el desarrollo) a las células madre humanas, se las puede persuadir para que adopten la forma de los somitos que dan lugar a músculo esquelético, hueso y cartílago en los embriones en desarrollo. Estos somitos resultantes tienen entonces la capacidad para generar estos tipos celulares en el laboratorio, según los resultados de la nueva investigación.


Con el nuevo protocolo se ha conseguido convertir el 90 por ciento de células madre pluripotentes humanas en células de somitos en solo 4 días; estas células de somitos generaron entonces (de izquierda a derecha) células de cartílago, de hueso y de músculo.




El nuevo protocolo para crear, a partir de células madre pluripotentes, células que funcionan como los somitos genuinos, ofrece a los investigadores un modo de generar a voluntad la formación de células de músculo, hueso y cartílago en el laboratorio. Lograr técnicas fiables para fabricar esas clases de tejidos biológicos traería importantes beneficios de salud para pacientes con diversas enfermedades y lesiones.







Un ensayo clínico probará una terapia de células madre para la enfermedad de la piel de mariposa

Fuente: http://www.lavanguardia.com/politica/20170207/414109276484/el-parlamento-apoya-candidatura-de-la-escuela-lujan-perez-a-premios-canarias.html


Varios centros españoles comenzarán este año un ensayo clínico con células madre para tratar la Epidermolisis Bullosa Distrófica Recesiva, un tipo de la enfermedad más conocida como piel de mariposa.


Se trata de un ensayo que pretende evaluar la capacidad de las células madre mesenquimales para mejorar la cicatrización de las heridas que aparecen en estos enfermos por un leve roce y cuyo promotor es la Fundación para la Investigación Biomédica Hospital Universitario La Paz de Madrid.


El ensayo será llevado a cabo por los clínicos del departamento de Hematología y Dermatología del Hospital La Paz y los investigadores traslacionales del Centro de Investigación Biomédica en Red de enfermedades raras (CIBERER), el CIEMAT, la Universidad Carlos III y el IIS de la Fundación Jimenez Díaz, han informado los centros en un comunicado.

El ensayo cuenta con una financiación de 308.000 euros, de los que el 75 % está financiado por el Instituto de Salud Carlos III y el 25 % restante será aportado por la Asociación de pacientes "DEBRA Piel de Mariposa".

El ensayo está en proceso de aprobación por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).


Demostrada la eficacia de la terapia con células madre en la esclerosis múltiple

Fuente: http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-demostrada-eficacia-terapia-celulas-madre-esclerosis-multiple-201702071500_noticia.html


Los trasplantes de células madre pueden inducir una remisión de la esclerosis múltiple remitente-recurrente a largo plazo.


Cultivo de células madre.




Un ensayo clínico financiado por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID) y publicado en la revista «Neurology» muestra que la administración de terapia inmunosupresora a dosis elevadas seguida del trasplante de células madre del propio paciente puede inducir una remisión sostenida de la esclerosis múltiple remitente-recurrente –esto es, la forma más común de la enfermedad, caracterizada por la alternancia entre periodos libres de enfermedad y la aparición de brotes.


Concretamente, los resultados del nuevo estudio muestran que la terapia con células hematopoyéticas autólogas permite que, cinco años después de ser trasplantadas, hasta un 69% de los pacientes sobrevivan sin haber experimentado una progresión de la enfermedad. O lo que es lo mismo, sin haber sufrido un avance de los síntomas o de la discapacidad asociada a la enfermedad ni la aparición de nuevas lesiones cerebrales.


Como explica Anthony S. Fauci, director del NIAID, «estos hallazgos sugieren que la administración en una única ocasión de esta terapia puede ser sustancialmente más eficaz que el tratamiento a largo plazo con los mejores medicamentos disponibles para las personas con determinados tipos de esclerosis múltiple».


Los síntomas de la esclerosis múltiple varían ampliamente y pueden incluir dificultades motoras y del habla, debilidad, cansancio y dolor crónico. La forma remitente-recurrente es la más frecuente, pero con los años se puede producir un empeoramiento y evolucionar hasta una forma más progresiva de la enfermedad. Así, el objetivo del nuevo estudio fue evaluar la seguridad, eficacia y durabilidad de la nueva estrategia terapéutica en 24 pacientes con edades entre los 26 y los 52 años que, a pesar de seguir un tratamiento con los fármacos ya disponibles, experimentaban recaídas frecuentes y graves y un empeoramiento de su función neurológica.


Como indican los autores, «este nuevo tratamiento experimental pretende suprimir la enfermedad activa y prevenir una mayor discapacidad mediante la eliminación de las células causantes de la enfermedad y el restablecimiento del sistema inmunológico».


En un primer lugar, los autores extrajeron células madre hematopoyéticas –esto es, con capacidad de diferenciarse en cualquier célula sanguínea– de los pacientes para trasplantárselas una vez concluido un tratamiento con altas dosis de quimioterapia. El objetivo, por tanto, era debilitar el sistema inmune –con la quimioterapia– para luego ‘reconstruirlo’ con las células madre.


Los resultados mostraron que, transcurridos cinco años del tratamiento, la mayoría de los participantes permanecieron en remisión y la enfermedad se había estabilizado. Además, algunos participantes mostraron notables mejoras, caso de la recuperación de su movilidad y de otras capacidades físicas.


En definitiva, como destaca Richard Nash, co-autor de la investigación, «aunque se necesita una mayor evaluación de los beneficios y riesgos, estos resultados a cinco años sugieren el gran potencial de este tratamiento a largo plazo».


En este contexto, sin embargo, debe tenerse en cuenta que el procedimiento no está exento de efectos secundarios muy graves. Y es que dado que el sistema inmune se encuentra muy debilitado a consecuencia de la quimioterapia, los pacientes se encuentran expuestos a contraer una infección durante la fase de inmunosupresión. De hecho, tres de los participantes fallecieron durante el desarrollo del estudio, si bien ninguna de las muertes estuvo directamente relacionada con el tratamiento.


El científico que investigó por curiosidad y acabó curando una enfermedad rara

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/01/25/ciencia/1485363333_636793.html


Los enfermos de atrofia muscular espinal suelen morir de asfixia antes de los dos años y no tienen tratamiento. Ahora, la FDA de EE UU ha aprobado el uso de un tratamiento que puede reparar el fallo genético causante.


El responsable del descubrimiento, Adrian Krainer.





Una de cada 10.000 personas nace con atrofia muscular espinal (AME), un defecto de las neuronas motoras que arrebata la fuerza a los músculos, limita la movilidad y acaba matando por asfixia. Pocos de los niños que la sufren superan los dos años de edad y hasta ahora no existía un tratamiento efectivo. Eso va a cambiar. La víspera de Nochebuena del año pasado, la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE UU (FDA) aprobó el uso de un tratamiento que puede reparar el fallo genético causante de la AME. Los buenos resultados con el medicamento habían obligado a detener dos ensayos clínicos en 2016. Los responsables no consideraron ético que los pacientes en el grupo de control, que no reciben el fármaco para comprobar la ventaja real de los que sí lo reciben, siguiese sin beneficiarse de sus efectos. Unas semanas antes de su aprobación, la revista científica The Lancet publicaba una artículo que apuntaba a que nusinersen, como se ha bautizado al medicamento, actuaba sobre el cerebro y la médula espinal como cabía esperar.


Juan Valcárcel, investigador ICREA del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG) y presidente de la Sociedad del ARN, considera este trabajo un ejemplo por la forma en que se ha fundido “la investigación fundamental de calidad, la visión industrial, el activismo social y la flexibilidad administrativa”. Valcárcel, que no ha participado en el desarrollo de este fármaco, es experto en splicing, el proceso natural que lo ha hecho posible. “Nuestros genes están escritos en un lenguaje muy extraño. Si quieres escribir una frase, lo haces con sujeto y predicado, con un sentido continuo”, explica Valcárcel. “El genoma no está escrito así. Tienes primero una palabra, después letras sin sentido, después otra parte con palabras que se entienden, después más sinsentido…”, continúa. “El splicing [que se traduce como empalmar] elimina la basura y pone juntas las partes de la frase que pueden tener sentido”, añade. Este sistema le permite a la célula que un mismo gen pueda tener distintas lecturas y produzca distintas proteínas con diferentes funciones en nuestro organismo.


Las personas con AME tienen un defecto en el mecanismo de cortapega de estos mensajes genéticos. Un defecto en la producción de una proteína, causada por la mutación del gen SMN1, provoca el fallo de las neuronas motoras. A principios de la década pasada, el investigador uruguayo Adrian Krainer, en el Laboratorio de Cold Spring Harbor, cerca de Nueva York (EE UU), trató de comprender lo que Valcárcel considera una curiosidad más bien marginal a la causa de la enfermedad: la razón por la cual SMN2, otra copia del gen defectuoso SMN1, no podía suplir su función y mantener el buen funcionamiento de las neuronas.


Esta indagación en el mecanismo molecular de un gen aparentemente inútil no era precisamente un camino condenado al éxito. De hecho, el enfoque de Krainer y su equipo ya había sido probado sin demasiado éxito para otras aplicaciones biotecnológicas. Su apuesta consistía en producir unas moléculas sintéticas que imitaban al ARN, la molécula encargada de transmitir la información del ADN para la producción de proteínas, para devolver al gen SMN2 su capacidad para generar proteínas efectivas. Tras mucho esfuerzo y el apoyo financiero tanto público como de asociaciones de afectados por la enfermedad, observaron que sus moléculas funcionaban en cultivos celulares y en modelos animales.


Pero el éxito en el laboratorio aún estaba lejos de los pacientes y ahí entraron en juego dos compañías para llevar el proyecto hasta el resultado final. En primer lugar, la empresa californiana Ionis Pharmaceuticals, que colaboró con Krainer para modificar las moléculas de ARN con el fin de obtener compuestos más eficaces y estables. En esta etapa fue necesaria también la participación de inversores de riesgo y desempeñó un papel importante el tinerfeño Frank Rigo, uno de los directores científicos de la empresa. Por último, para financiar la fase más costosa de ensayos clínicos, fue necesaria la incorporación de otra compañía estadounidense, Biogen, especializada en tratamientos para enfermedades neurológicas.


Según se explicaba en el artículo de The Lancet, el efecto del fármaco, que se inyecta en el fluido cerebroespinal que baña la médula, se probó en 20 pacientes que se incorporaron al estudio entre 2013 y 2014. Aunque muchos tuvieron reacciones adversas importantes, los autores del estudio consideran que no están relacionados con el medicamento que se probaba, y 13 de ellos permanecen con vida. Los responsables del estudio en fase III, en el que se incluyeron más pacientes, afirman que los resultados son aún mejores, aunque aún no están publicados en revistas científicas.


Valcárcel comenta que otra de las sorpresas positivas del tratamiento es que mantiene su efecto durante mucho tiempo. “Se aplican tres inyecciones durante el primer mes y después solo es necesario repetir la operación una vez cada varios meses”, señala. Con esas dosis, se cambia la forma en que se empalman los mensajes del gen para que tengan el significado adecuado y produzcan la proteína que permite un buen funcionamiento de las neuronas motoras. A la vista de estos datos, la FDA, consciente de que no existía ningún tratamiento alternativo, aceleró el proceso de evaluación de los ensayos para facilitar su llegada a los enfermos.


El conocimiento del splicing se está utilizando ya para combatir otro tipo de enfermedades. "En nuestro laboratorio, en colaboración con Ionis Pharmaceuticals, estamos trabajando en otras aplicaciones de este tipo de técnica, por ejemplo para el cáncer y la disautonomía familiar. Estamos todavía en fases muy tempranas de estas investigaciones", afirma Krainer. Como se trata de un proceso fundamental, que ocurre en todas nuestras células, este empalme de los mensajes genéticos se puede convertir en una manera de modificar su expresión a voluntad. En cualquier caso, este tratamiento es una muestra de que la búsqueda de aplicaciones específicas no es la única forma de llegar a ellas. El trabajo de Krainer comenzó como un intento de entender en profundidad el funcionamiento de la naturaleza. De aquella búsqueda intelectual, como ha sucedido muchas otras veces, surgió al final una cura.


Crean embriones híbridos entre humanos y cerdos con células madre

Fuente: http://www.agenciasinc.es/Noticias/Crean-embriones-hibridos-entre-humanos-y-cerdos-con-celulas-madre


Investigadores del Instituto Salk de EE UU han creado embriones quiméricos entre humano y cerdo con células madre de seres humanos. Previamente los expertos desarrollaron un ratón con órganos de rata. La investigación supone un primer paso para la incubación de órganos humanos en animales con el objetivo de usarlos en trasplantes y medicina regenerativa.



Inyección de células pluripotentes humanas en un blastocito de cerdo.





La incubación de órganos humanos en animales para su uso en trasplantes y medicina regenerativa ha dado un nuevo paso, según los resultados de un estudio publicado en la revista Cell que cuenta con participación española.


Investigadores del Instituto Salk de Estudios Biológicos (EE UU), entre los que se encuentra el español Juan Carlos Izpisúa Belmonte, han logrado incubar con éxito los primeros embriones con células madre de humanos y cerdos.


“La meta es desarrollar tejidos orgánicos y órganos funcionales que puedan usarse en trasplantes, aunque aún estamos muy lejos de conseguirlo. Pero es un primer paso muy importante”, explica Izpisua.


Uno de los principales problemas durante décadas de trabajo ha sido conseguir que las células madre creadas en placas de Petri se convirtieran en órganos funcionales.


Izpisúa lo compara con duplicar una llave, “pueden parecer idénticas, pero al llegar a casa, la copia no abre. Algo estábamos haciendo mal”. Para los investigadores, el cambio de enfoque e incubar estos órganos en animales resultó ser una idea mucho más fructífera.


Los primeros experimentos se llevaron a cabo con ratones, inyectando células madre de rata en embriones de ratón y dejándolos madurar. Mediante herramientas de edición de genoma, como CRISPR, se ha trabajado con embriones fertilizados.


En esos embriones se eliminaron genes involucrados en el crecimiento de órganos como los ojos, el corazón o el páncreas y se rellenaron esos huecos con su equivalente en genes de rata. El resultado fue un animal quimérico, un ratón híbrido con ojos, corazón y páncreas de rata.



El siguiente paso fue integrar genes humanos en embriones animales. Aunque en un primer momento se barajó el uso de vacas y cerdos debido a su tamaño, finalmente el equipo se centró en el ganado porcino por su potencial económico.


Aún así, el esfuerzo ha sido considerable, un tour de force, como lo define Izpisúa. El estudio ha involucrado a más de 40 personas durante más de cuatro años, y en él se han usado unos 1.500 embriones.


Otra de las dificultades fue la velocidad en el periodo de gestación de los cerdos, un tercio más lento en comparación con los humanos. Los científicos tenían que inyectar las células humanas en el momento justo para coincidir con el estado de desarrollo equivalente en el animal.


Izpisúa lo define así: “Es como si las células humanas entrasen en una autopista a mayor velocidad que la permitida. Así es más fácil que se produzcan accidentes”.


Se usaron distintos tipos de células humanas para comprobar cual tenía una mayor tasa de supervivencia. Las que mostraron mayores posibilidades para su desarrollo y mayor supervivencia fueron las llamadas células pluripotentes.


Quimera de un año creada integrando células madre de rata en un blastocito de ratón.




Las células supervivientes formaron un embrión quimérico entre humano y cerdo que se implantó en cerdas y así se estudió su desarrollo durante tres o cuatro semanas, tiempo suficiente para evitar problemas éticos y entender cómo se mezclan las células de cerdo y humanas.


Los resultados iniciales muestran que el nivel de contribución de las células humanas a estos embriones quiméricos no era demasiado alto, algo que los científicos consideran buenas noticias, precisamente por la preocupación ética que supone crear quimeras "demasiado humanas".


“Primero queríamos saber si las células humanas contribuyen lo suficiente como para decidir si continuar con la investigación. Ahora que sabemos que podemos hacerlo, el siguiente paso será mejorar la eficiencia de esas células madre para formar órganos concretos en cerdos”, concluye Izpisúa.


La investigación sigue su curso en esa línea. Para ello usarán el mismo método de ´corta-pega genético´ usando CRISPR que se utilizó con los ratones, editando el genoma del cerdo y llenando los huecos con células humanas.




Referencia bibliográfica:

Jun Wu, et al. "Interspecies Chimerism with Mammalian Pluripotent Stem Cells”. Cell, 2017 DOI: http://dx.doi.org/10.1016/j.cell.2016.12.036

Un paso hacia el cultivo en cerdos de órganos humanos

Fuente: http://elpais.com/elpais/2017/01/26/ciencia/1485444642_380126.html


La utilización de quimeras cerdo/humano para trasplantes aún queda lejos, pero su uso para probar nuevos fármacos no lo está tanto.



Corazón de rata (en rosa) en un embrión de ratón.





Los dos grandes temas de la biología de los últimos años son las células madre y la edición genómica, y no es extraño que la combinación de ambos esté empezando a abrir nuevas avenidas a la investigación biomédica. Es combinando esas dos técnicas como los científicos acaban de dar el primer paso firme para crear quimeras de cerdo y humano. Y para disipar un tabú que puede resultar muy dañino en el futuro próximo: el de no cruzar la barrera de las especies. Si eso puede beneficiar a la medicina, piensan los científicos, habrá que cruzarla.


El objetivo final de estas quimeras es cultivar en cerdos órganos humanos para trasplantes. Y aún está lejos. Pero hay otras aplicaciones secundarias, o intermedias, que no lo están tanto, como el de probar medicamentos en esos órganos humanos desarrollados en embriones de nuestro pariente porcino. Por el momento, la élite de este campo ha conseguido cultivar en ratones páncreas, corazones y ojos de ratas; y también generar células y tejidos humanos en embriones de vaca y cerdo. Son resultados espectaculares en sí mismos. Y su mera utilidad para la ciencia básica sería ya una noticia.


También hay una mala noticia. La integración de células humanas y órganos humanos en el desarrollo de un embrión de cerdo o de vaca –una estrategia ganadora para generar órganos trasplantables— está planteando más problemas técnicos de los previstos. La biología es una ciencia de la complejidad, y no es raro que haya que entenderla a fondo antes de conseguir aplicaciones prácticas. Lo que sirve para un órgano de rata en un ratón, no sirve en este caso para un órgano humano en un cerdo. La naturaleza no siempre se lo pone fácil a la ingeniería biológica.


“Hemos demostrado”, dice el jefe de la investigación, Juan Carlos Izpisúa, “que una tecnología de alta precisión permite que un organismo de una especie produzca un órgano concreto compuesto de células de otra especie; esto nos aporta una herramienta importante para estudiar la evolución de las especies, su biología y sus enfermedades, y al final puede conducir a la capacidad de cultivar órganos humanos para trasplantes”. El científico del Instituto Salk de California presenta sus resultados en el artículo principal de Cell, la publicación de referencia en biología molecular. Como en anteriores trabajos, ha contado con una colaboración importante de la Universidad Católica de Murcia y del nefrólogo Josep Maria Campistol, del Hospital Clinic de Barcelona.



Desde 1998, cuando un grupo de la Universidad de Wisconsin en Madison halló la forma de aislar células madre de embriones humanos, los biólogos han planteado la posibilidad de usar esas células para fabricar órganos humanos trasplantables a pacientes. Casi veinte años después, generar órganos en la placa Petri se ha demostrado engorroso. La investigación de Izpisúa en los últimos años ha planteado la opción, seguramente más realista a medio plazo, de cultivar los órganos humanos en quimeras, o huéspedes de otras especies.


La técnica requiere edición genómica, y los científicos del Salk han utilizado su versión más poderosa: CRISPR, el método de modificación de ADN que ha revolucionado los laboratorios de genética. El grupo de Izpisúa la usa, por ejemplo, para desconectar el gen maestro que hace el páncreas en el ratón. Luego inyectan en el embrión de ratón células madre de rata que tienen intacto el gen maestro del páncreas. Los embriones se implantan en una ‘rata madre de alquiler’ y se desarrollan normalmente, salvo que su páncreas no es de rata –no puede serlo—, sino de ratón. Cambiando ratón por humano, y rata por cerdo, esto sería una factoría de páncreas humanos. Pero todavía no funciona bien.


“Todos los ratones se desarrollaron de forma saludable y gozaron de una esperanza de vida normal, lo que revela que sus procesos de desarrollo fueron normales”, explica el primer autor del trabajo, Jun Wu, del Salk. Crecer órganos humanos en un embrión de cerdo, por desgracia, está planteando problemas técnicos imprevistos. Aun así, las células y tejidos humanos cultivados en cerdo podrán utilizarse pronto, esperan los científicos, para probar candidatos a fármacos de formas drásticas y eficaces: de formas en que no se pueden probar en una persona.


Las células madre amnióticas, tan eficientes como las embrionarias pero sin dilemas éticos

Fuente: http://www.abc.es/salud/tecnologia-salud/abci-celulas-madre-amnioticas-eficientes-como-embrionarias-pero-sin-dilemas-eticos-201701261839_noticia.html

La reprogramación de células del líquido amniótico mediante la activación del gen ‘OCT4’ da lugar a células madre con capacidad de diferenciarse en cualquier célula del organismo.


Como las iPS, las células madre amnióticas son pluripotentes.




A día de hoy, la terapia con células madre constituye la mayor esperanza para el avance de la medicina regenerativa, cuando no de la medicina en general. Y es que estas células madre, como sucede con las pluripotentes inducidas (iPS) obtenidas por la reprogramación de una célula adulta, pueden convertirse –o ‘diferenciarse’– en cualquier célula del organismo. Lo mismo sucede con las células madre embrionarias, si bien su procedencia ha generado un gran dilema ético sobre la idoneidad de su uso. Sin embargo, y sin contar con las células madre adultas –por lo general capaces de diferenciarse en un único tipo de célula–, hay otro tipo de células que también podrían tener una capacidad ilimitada de transformación: las amnióticas. Y ahora, investigadores del Colegio Universitario de Londres (Reino Unido) han hallado la manera de convertir a estas células madre amnióticas en pluripotentes para su uso con fines terapéuticos.


Como explica James Adjaye, co-director de esta investigación publicada en la revista «Molecular Therapy», «nuestro trabajo destaca la importancia y relevancia del establecimiento de bancos de células madre amnióticas pluripotentes para futuras aplicaciones en medicina regenerativa y la evaluación de fármacos».


Las células madre amnióticas o del líquido amniótico son multipotentes, es decir, tienen la capacidad de diferenciarse en muchos tipos de células del organismo –entre otras, neuronas, células hepáticas y adipocitos–. Es decir, son ‘mejores’ que las células madre adultas. Sin embargo, y a diferencia de las iPS y de las embrionarias, no son pluripotentes, esto es, pueden transformarse en cualquier célula. Pero, ¿no hay nada que se pueda hacer para elevar la capacidad de diferenciación de las células madre amnióticas y ‘ascenderlas’ a multipotentes? Pues sí. Y según muestra el nuevo estudio, el procedimiento parece ‘sencillo’.


Concretamente, el nuevo trabajo muestra que la activación del gen ‘OCT4’ induce una reprogramación en las células madre amnióticas que hace que, cual embrionarias, se vuelvan pluripotentes. Así, lo único que habría que hacer sería coger una de estas células, administrarle un compuesto para activar este gen, y luego almacenarlas para su empleo en la investigación –y, si bien en un futuro, en la medicina regenerativa.


Como indica Pascale Guillot, co-director de la investigación, «la reprogramación clínica de las células amnióticas es muy eficiente, dado que todas las células tratadas son reprogramadas de forma satisfactoria. Ahora sabemos que el gen ‘OCT4’ es esencial y debe ser reactivado para inducir el estado de pluripotencialidad. Y para ello solo se requiere la adición de un compuesto químico. Si bloqueamos el gen ‘OCT4’, el procedimiento no funciona. Por tanto, los esfuerzos en la investigación para la reprogramación química deben centrarse en la reactivación del gen ‘OCT4’».


Sin embargo, la pluripotencialidad adquirida por la reprogramación no es ‘inmortal’: solo dura entre dos y tres semanas, tras lo cual las células recuperan su estado original. La buena noticia es que las células pueden ser congeladas para su almacenamiento y, así, poder ser empleadas en el momento que resulte necesario. Y es que una vez descongeladas, no pierden su capacidad pluripotente.


En definitiva, y tal y como ocurre con las iPS, la reprogramación permite obtener células madre amnióticas con una capacidad ilimitada de diferenciación celular. Entonces, y dado que ya existían estas iPS, ¿dónde está el avance? Pues principalmente, en la ‘viabilidad del producto’.


Ya se sabe que, como demostró Shinya Yamanaka en 2006, el empleo de la combinación de cuatro genes –los genes ‘Sox2’, ‘Klf4’ y ‘Myc’, además de ‘Oct4’, que unidos dan lugar a las siglas ‘OSKM’– posibilita la reprogramación de células adultas en iPS. El problema es que el procedimiento es poco eficiente –la reprogramación en iPS se logra en un número muy reducido de ocasiones–. Y además, no se encuentra exento de riesgos: provoca que un gran porcentaje de iPS tengan mutaciones genéticas que dan lugar a la aparición de un teratoma –esto es, un tumor de un tejido distinto de la línea celular en la que se diferenciaron estas iPS–. En consecuencia, la reprogramación celular con los genes OSKM no puede utilizarse, cuando menos por el momento, en la práctica clínica.


Como concluyen los autores, «nuestros hallazgos suponen un importante paso hacia la consecución de células derivadas de la reprogramación que pueden ser almacenadas para su uso en la investigación y la práctica clínica, ofreciendo así una alternativa ética a las células madre embrionarias humanas».


La era de las 'incubadoras animales' para órganos humanos

Fuente: http://www.elmundo.es/salud/2017/01/26/588a1a62e5fdea4f648b4578.html





En una sociedad acelerada que vive y quiere las cosas aquí y ahora, cuestiones que necesitan tiempo para obtener resultados, como la ciencia, son con frecuencia denostadas. Pero en el largo camino de la investigación, cada pequeño paso cuenta. Uno de los retos que preocupan a la medicina hace tiempo es la falta de órganos y tejidos para trasplante, y para ello hace algunos años se planteó la posibilidad de hacerlos crecer en el cuerpo de ciertos animales, concretamente en cerdos, como si fueran incubadoras de órganos.


Las denominadas quimeras interespecíficas -organismos que contienen células de diferentes especies- podrían contribuir a que la creación de un órgano cuando se necesite deje precisamente de ser una quimera, una ilusión. Pero a corto plazo ofrecen aplicaciones no menos interesantes, como un mejor conocimiento de la evolución de las especies, la embriogénesis humana (el desarrollo en las primeras fases hasta convertirse en feto) y la progresión de enfermedades, según explica Juan Carlos Izpisúa Belmonte, al frente del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk (California).


La revista Cell ha publicado los resultados que ha obtenido por ahora su equipo en esta línea de investigación. Los científicos han conseguido por primera vez integrar células humanas en embriones de cerdo. Pero antes de dar ese paso con los cerdos que se encuentran en una granja en Murcia, en una primera etapa del trabajo crearon una quimera ratón-rata introduciendo células de rata en embriones de ratón.


Para ello, usaron la técnica CRISPR de edición del genoma (el famoso corta y pega genético) en cigotos fecundados de ratón. Primero se eliminó la expresión de un determinado gen crucial para el desarrollo de un órgano concreto y después se introdujeron las células madre de rata en los embriones para ver si rellenaban ese hueco generado. A medida que el organismo maduraba, las células de rata llenaban ese espacio y formaban tejidos funcionales del órgano concreto. Empezaron con el páncreas, y siguieron con el ojo y el corazón.


Los ratones crecieron sanos y no hubo rechazo. Izpisúa explica a EL MUNDO que aún están estudiando cómo están los órganos quiméricos y cómo se relacionan los dos tipos celulares entre sí, pero manejan una teoría para esa falta de rechazo. "Debido a que la inyección de células de rata se produce muy pronto en el desarrollo del ratón, concretamente en el estado de blastocisto [embrión en una fase inicial], nuestra hipótesis es que el sistema inmune todavía no se ha desarrollado y estas células no son atacadas por su entorno. Cuando el sistema inmune se desarrolla, estas células ya están presentes en el organismo y no son reconocidas como extrañas", señala el investigador.


Imagen de un feto de quimera ratón-rata. El color rojo corresponde a las células de rata.



Otro aspecto interesante que arrojó esa primera parte del trabajo es que las células de rata formaron una vesícula biliar en el ratón, órgano que las ratas dejaron de desarrollar hace más de 18 millones de años cuando se separaron evolutivamente de los ratones. Jun Wu, investigador principal de este estudio, explica que el embrión de ratón fue capaz de desbloquear la ruta, inhibida evolutivamente en la rata, para la formación de la vesícula. "Los resultados demuestran la importancia del ambiente o nicho del animal receptor en el desarrollo de órganos y la especialización evolutiva", indica Wu.


Se sabe que la interacción con el medio ambiente provoca los cambios epigenéticos (los que se dan por la epigenética, las marcas químicas que alteran el funcionamiento del gen sobre el que se sitúan), pero este descubrimiento plantea si ese otro ambiente, el que rodea al embrión, afecta también el comportamiento de los genes y su desarrollo. "Epigenética y ambiente están ligados. Sí que sería una de las causas posibles y es una de las preguntas que nos hemos hecho e intentamos resolver", asegura Izpisúa.


No es la primera vez que se crea una quimera ratón-rata. La revista Nature publicaba un trabajo del doctor Hiromitsu Nakauchi, de la Universidad de Stanford, que ha conseguido cultivar dentro de ratas islotes pancreáticos de ratón y se los ha trasplantado a ratones diabéticos. El primer paso se dio en 2010 cuando precisamente el doctor Nakauchi publicó en Cell un trabajo pionero que demostraba que era posible generar un páncreas de rata dentro de un ratón. Izpisúa señala que desde ese momento ha flotado en el aire la idea de generar órganos y tejidos humanos usando quimeras humano-cerdos. La razón por la que ha llevado tanto tiempo encontrar la primera evidencia es que el tipo de células donantes son clave en estos experimentos.


"En los últimos años hemos visto avances emocionantes en el campo de las células madre pluripotentes humanas y la comprensión de que existe más de un estado de pluripotencia", comenta Izpisúa. Se refiere el investigador albaceteño a la revolución que supuso en 2012 la técnica de Shinya Yamanaka, que le valió un Premio Nobel, mediante la cual se consigue dar marcha atrás al reloj biológico de una célula adulta para transformarla en una pluripotente (iPS), similar a las células madre que hay en los embriones, es decir, conseguir células madre sin necesidad de manipular embriones. Y posteriormente los distintos tipos de iPS: naive, que representan un estado de desarrollo más temprano, y primed, más desarrolladas pero aún pluripotentes. El equipo de Izpisúa ha generado un tercer tipo de pluripotentes que se encuentra entre ambos estados de desarrollo, las iPS intermedio.


Ésas son las que demostraron una mejor supervivencia cuando las inyectaron en los embriones de cerdo. En esta segunda etapa del trabajo se presentaban otros desafíos distintos. Por un lado, la gestación del cerdo dura aproximadamente un tercio de la humana. "La idea es sincronizar las células humanas con los embriones del cerdo de modo que el animal las incorpore e instruya para diferenciarse correctamente durante la embriogénesis. Es como si las células humanas entraran en una autopista que va mucho más rápido que una normal; si tienes velocidades diferentes, tendrás accidentes", dice Izpisúa.


Los cerdos y los humanos, por otro lado, están evolutivamente hasta cinco veces más distantes que la rata y el ratón. Puede que eso explique la baja contribución de las células humanas en los cerdos, mucho menor que en el caso de la rata-ratón. En este último caso, por ejemplo, el corazón tiene un 10% de contribución, y en el hígado, menos del 0,1%. "Los niveles también varían entre diferentes inyecciones y embriones, lo que refleja la naturaleza aleatoria de la generación de quimeras. En el caso de las células humanas el porcentaje es probablemente menos de una célula en 100.000 células de cerdo", indica Izpisúa.

Juan Carlos Izpisúa Belmonte, que lidera el equipo del Instituto Salk, con Jun Wu, uno de los autores del trabajo.



El investigador señala que cuanto más lejana es la distancia evolutiva, más difícil es que las células de dos especies se mezclen eficientemente. "Por lo tanto, además de generar nuevas iPS humanas, es probable que tengamos que confiar en la edición genética/epigenética de estas células para mejorar su supervivencia y la compatibilidad con el anfitrión".


Además, el experimento se detuvo a las cuatro semanas de gestación. "El estudio se centraba en demostrar que las células humanas pueden sobrevivir y formar parte de un embrión de cerdo, con resultados muy positivos. Antes de conseguir un órgano humano necesitamos superar varios retos científicos, técnicos, éticos y sociales", comenta Izpisúa.


De los dos últimos se desprende también la legislación sobre el tema. En California el permiso sólo les permite llevar el embarazo del cerdo hasta las cuatro semanas. En España se permite hasta antes del nacimiento, que es de 112-114 días. "Pero decidimos no hacerlo. Creemos que es importante en esta etapa evaluar primero si las células humanas pueden contribuir a los embriones de cerdo, cuánto y cómo contribuyen. Es importante para desarrollar futuras estrategias que incrementen la eficacia de los experimentos para evitar su distribución a ciertos tejidos, como el cerebro o las células germinales, que son fuente de preocupaciones éticas", argumenta Izpisúa Belmonte.


El investigador señala que el siguiente paso será diseñar "una condición de cultivo que sea capaz de mejorar la contribución de las células humanas. Una estrategia adicional es combinar la mejora de las células humanas con la edición de cigotos de cerdo mediante la tecnología CRISRP-CAS9 para facilitar y dirigir la integración de las células específicamente en un tejido determinado en el organismo receptor". Izpisúa recalca que por último, pero no menos importante, están desarrollando "una estrategia de edición genética/epigenética para evitar que las células humanas contribuyan al cerebro y a la línea germinal", tema éticamente espinoso, como señalaba el científico.


El trabajo es un paso más hacia el camino de crear órganos humanos en incubadoras animales. De hecho, Izpisúa le ha dedicado el estudio a Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes que se jubila en marzo tras 28 años al frente de este organismo. "Para mí el quehacer diario de la ONT y de Rafa ha sido una fuente de inspiración continua para llegar hasta aquí, y es algo de lo que todos los españoles debemos de estar muy orgullos", incide Izpisúa Belmonte.


En el trabajo, además del Instituto Salk de EEUU, participan científicos de la Universidad Católica de Murcia, que promueve y financia el proyecto, la Fundación Pedro Guillén, la Clínica CEMTRO de Madrid, la Universidad de Murcia y el Hospital Clinic de Barcelona.


domingo, 12 de febrero de 2017

Logran por primera vez un páncreas de rata cultivado en ratones que puede ayudar a revertir la diabetes

Fuente: http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-pancreas-raton-cultivados-ratones-ayudan-revertir-diabetes-ratones-201701251917_noticia.html


Un estudio confirma la viabilidad del cultivo de órganos de una especie en el cuerpo de otro para ser empleados en trasplantes.







La medicina regenerativa ha vuelto dar una vuelta de tuerca al cultivar tejidos en animales y trasplantarlos posteriormente a otros con diabetes para tratar así la enfermedad. En concreto, los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (EE.UU.) y del Instituto de Ciencias Médicas de la Universidad de Tokio (Japón) han logrado que islotes pancreáticos (grupos de células que se encargan de producir hormonas como la insulina) de ratón, cultivados en ratas y posteriormente trasplantados en ratones diabéticos, puedan funcionar normalmente durante periodos prolongados de tiempo. Publicado en «Nature», el estudio demuestra cómo los órganos de una especie pueden crecer dentro del cuerpo de otro, un método que podría un día ayudar a la producción de tejidos y órganos humanos para los trasplantes.


Cuando la medicación no logra estabilizar la diabetes tipo I, caracterizada por la pérdida de células productoras de insulina, el trasplante de islotes pancreáticos puede ofrecer esperanza a los pacientes. Sin embargo es complicado encontrar un donante adecuado, un problema que comparten los diabéticos con los miles de pacientes que están a la espera de un trasplante de cualquier tipo.


Para llevar a cabo el ensayo, el equipo de Hiromitsu Nakauchi implantó células madre pluripotentes de ratón, que pueden convertirse en cualquier célula del cuerpo, en embriones de rata -Las células madre pluripotentes o iPS tienen el potencial de fabricar cantidades ilimitadas de células y tejidos de reemplazo-. Las ratas habían sido genéticamente modificadas para ser incapaces de desarrollar su propio páncreas y, por lo tanto, se vieron obligadas a ‘confiar’ en las células del ratón para el desarrollo del órgano. Así, se inyectaron células madre pluripotentes de ratón en ratas embrionarias que no pudieron cultivar su propio páncreas.


Una vez que las ratas nacieron y crecieron, los investigadores trasplantaron las células productoras de insulina, que se agrupan en grupos llamados islotes, de los páncreas crecidos en ratas a los ratones genéticamente modificados. A estos ratones, además, se les había administrado un fármaco para hacerlos desarrollar diabetes.


Los resultados fueron sorprendentes. «Vimos que los ratones diabéticos fueron capaces de normalizar sus niveles de glucosa en sangre durante más de un año después del trasplante de tan sólo 100 de estos islotes», señala Nakauchi. «Además, los animales receptores sólo necesitaron tratamiento con fármacos inmunosupresores durante los cinco días posteriores al trasplante».


Después de 10 meses, los investigadores eliminaron los islotes de un subconjunto de los ratones para su análisis. «Los examinamos para buscar la presencia de células de rata, pero descubrimos que el sistema inmunológico del ratón las había eliminado -afirma Nakauchi-. Esto es muy prometedor para nuestra esperanza de trasplantar órganos humanos cultivados en animales porque sugiere que cualquier célula animal contaminante podría ser eliminada por el sistema inmunológico del paciente después del trasplante».


Es importante destacar que los investigadores tampoco apreciaron signos de formación de tumores u otras anomalías causadas por las células madre pluripotentes de ratón que formaron los islotes. La formación de tumores es a menudo una preocupación cuando las células madre pluripotentes se utilizan en un animal debido a la notable plasticidad de desarrollo de las células. Los investigadores creen que la falta de cualquier signo de cáncer es probablemente debida al hecho de que las células madre pluripotentes de ratón fueron guiadas para generar un páncreas dentro del embrión de rata en desarrollo, en lugar de persuadir a convertirse en células de islotes en el laboratorio.


Generar genéticamente órganos humanos en animales de gran tamaño podría aliviar la escasez y liberar a los receptores de trasplante de la necesidad de inmunosupresión de por vida, dicen los investigadores. Las personas que sufren de diabetes también podrían beneficiarse de este enfoque.


La diabetes es una enfermedad metabólica en la que una persona o un animal es incapaz de fabricar o de responder apropiadamente a la insulina, que es una hormona que permite al cuerpo regular sus niveles de azúcar en la sangre en respuesta a las comidas o al ayuno. La enfermedad afecta a cientos de millones de personas en todo el mundo y su prevalencia está aumentando. Se ha demostrado que el trasplante de islotes funcionales de páncreas sanos es una opción potencialmente viable para tratar la diabetes en humanos, siempre y cuando se pueda evitar el rechazo.


Los investigadores están trabajando en experimentos similares de animal a animal para generar riñones, hígados y pulmones. Ahora bien, aunque el estudio es una ‘prueba de concepto’, sus autores reconocen que el escenario aquí descrito tendría que ser modificado para la aplicación humana. Los órganos tendrían que ser generados en animales más compatibles con los seres humanos, tanto en tamaño y distancia evolutiva, como ovejas, cerdos o primates no humanos.

Se utilizan células madre de la sangre menstrual de la propia paciente para tratar el síndrome de Asherman

Fuente: http://www.observatoriobioetica.org/2017/01/utilizan-celulas-madre-sangre-menstrual-propia-paciente-para-tratar-sindrome-asherman/17804






El síndrome de Asherman es una anomalía uterina adquirida caracterizada por la existencia de adherencias intrauterinas y que clínicamente causa infertilidad, abortos recurrentes y alteraciones menstruales. Su prevalencia oscila entre el 2% al 22% de las mujeres infértiles.


Se han propuesto varios tratamientos quirúrgicos y médicos pero sin resultados favorables. Ahora en un trabajo publicado en Human Reproduction se propone tratarlo con celulas madre adultas obtenidas de la sangre menstrual, de la propia paciente.


Hasta el momento utilizando esta técnica se han tratado siete mujeres infértiles con síndrome de Asherman. Todas las pacientes estaban en edad reproductiva (33.7 ± 1.5 años) y sufrían infertilidad durante 4.8 ± 1.2 años.


Las células madre de sangre obtenidas a los dos días de la menstruación se trasplantaron al útero practicándose seguidamente estimulación hormonal.


En todas las pacientes se observó un engrosamiento del endometrio y una vuelta del mismo a su morfología normal. Una paciente se quedó embarazada espontáneamente. En otras cuatro se realizó una transferencia embrionaria y dos de ellas quedaron embarazadas.


Los resultados de este articulo sugieren que el trasplante de células madre adultas obtenidas de sangre menstrual de la propia paciente puede ser una de las mejores opciones para la regeneración del endometrio en enfermas con síndrome de Asherman.


Esta práctica, desde un punto de vista bioético, merece una favorable valoración, pues se utilizan células madre adultas que, como se sabe, no presentan ninguna dificultad ética para ser utilizadas.


Existe heterogeneidad en las células madre hematopoyéticas adultas

Fuente: http://hematologia.diariomedico.com/2017/01/19/area-cientifica/especialidades/hematologia/existe-heterogeneidad-en-las-celulas-madre-hematopoyeticas-adultas-


Investigadores españoles han demostrado en ratones una fuente de heterogeneidad en las células madre hematopoyéticas adultas que se remonta a un origen desde diferentes territorios embrionarios, según publican en Haematologica.



Laura Ariza, Ana Cañete, Ramón Muñóz-Chápuli y Rita Carmona, del equipo de investigación de la Universidad de Málaga. (Universidad de Málaga)




Investigadores del Departamento de Biología Animal de la Universidad de Málaga, en colaboración con el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer) y el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (CABD), han publicado en Haematologica, publicación de la Asociación Europea de Hematología, un estudio que demuestra la existencia en los ratones de dos linajes diferentes de células madre hematopoyéticas.

"Hemos desarrollado un modelo de ratón transgénico basado en un potenciador o enhancer de la expresión del gen Gata4 combinado con un gen reportero", comenta Ramón Muñoz-Chápuli, de la Universidad de Málaga y uno de los autores del estudio. El resultado final ha sido que las células que expresan este gen quedan permanentemente marcadas por la expresión de una proteína fluorescente, con lo que pueden seguir su linaje a lo largo del desarrollo. "Esto lo hicimos porque Gata4 es un gen muy importante para el desarrollo embrionario y queríamos estudiar la contribución de las células de este linaje al desarrollo cardiaco", ha explicado.


La sorpresa fue comprobar que una fracción, alrededor del 20 por ciento, de todas las células sanguíneas embrionarias y adultas de los ratones eran fluorescentes y, por tanto, pertenecían a este linaje, al que denominaron G2-Gata4. Una vez que se dieron cuenta de que un porcentaje del sistema hematopoyético pertenecía a un linaje celular específico y diferente al resto, el objetivo fue caracterizar dicho linaje y estudiar su origen. Aprovechando la fluorescencia de las células del linaje G2-Gata4, los investigadores han estudiado por citometría de flujo las poblaciones de células sanguíneas (monocitos, granulocitos, linfocitos) y sus progenitores, incluyendo las células madre hematopoyéticas. También, han comprobado que las células madre pertenecientes a este linaje pueden ser trasplantadas a ratones en los que se ha suprimido el sistema hematopoyético y son capaces de reconstituirlo a largo plazo, generando todos los tipos de células sanguíneas y del sistema inmune. Por último, estudiaron en embriones el origen del linaje mediante diferentes experimentos.


"Un resultado importante -subraya este experto- ha sido que la mayor parte, si no la totalidad, de este linaje hematopoyético deriva de la placenta". Hasta ahora se sabía que básicamente las células madre hematopoyéticas adultas aparecen por primera vez en un área del embrión localizada entre la aorta y los riñones, lo que se denomina la región AGM. Así mismo, se sabía que en la placenta era posible que se generaran células madre hematopoyéticas, pero se ignoraba la importancia de esta contribución.

"Nuestro grupo ha demostrado y cuantificado esta aportación de la placenta a la hematopoyesis adulta, que alcanza un 20 por ciento del total en los ratones", asegura. Muñoz-Chápuli opina que el resultado es interesante porque muestra que las células madre hematopoyéticas adultas no tienen un origen único, "y porque no sabemos si esta heterogeneidad de origen tiene alguna trascendencia desde el punto de vista fisiológico o patológico, es decir, si células madre hematopoyéticas de diferente origen se comportan de forma diferente en situaciones concretas, sean normales o patológicas".


El siguiente paso es investigar si en los seres humanos también existe una heterogeneidad en las células madre hematopoyéticas que tenga su origen en diferentes contribuciones embrionarias. "Esto es complejo -argumenta- porque tendríamos que asociar primero la heterogeneidad que hemos visto en ratón con la expresión de marcadores de linaje que estuvieran evolutivamente conservados en los humanos. Si esto fuera factible, podríamos pasar a estudiar el comportamiento diferencial de los linajes".


sábado, 11 de febrero de 2017

Retrasar el pinzamiento del cordón umbilical reduce el riesgo de anemia en bebés

Fuente: http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-retrasar-pinzamiento-cordon-umbilical-reduce-riesgo-anemia-bebes-201701171806_noticia.html


Los bebés en los que se corta el cordón umbilical cuando ya han transcurrido tres minutos desde el parto presentan mayores niveles de hemoglobina.






La anemia ferropénica es una enfermedad caracterizada por una deficiencia de hierro, metal que resulta absolutamente indispensable para la formación de la hemoglobina –esto es, la proteína de los glóbulos rojos que, entre otras funciones, transporta el oxígeno a los tejidos y el CO2 para su eliminación en los pulmones–. Una enfermedad que puede asociarse a complicaciones muy graves y que resulta, si cabe, más peligrosa en los bebés. Y es que la anemia ferropénica puede conllevar defectos en el neurodesarrollo de los bebés y, por tanto, la aparición de problemas cognitivos, motores y del comportamiento. Un riesgo que, como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia), puede evitarse simplemente retrasando el pinzamiento –y posterior corte– del cordón umbilical tras el alumbramiento.


Como explica Ola Andersson, director de esta investigación publicada en la revista «JAMA Pediatrics», «nuestro trabajo muestra que demorar 180 segundos el pinzamiento del cordón umbilical es una intervención efectiva para reducir la anemia a los ocho y los 12 meses de edad en la población de alto riesgo con un coste mínimo y sin efectos secundarios aparentes».


A día de hoy, el tratamiento de anemia ferropénica en bebés viene constituido por la administración de suplementos y alimentos enriquecidos. Pero dado que siempre es mejor prevenir que curar, debe contemplarse, tal y como han sugerido distintos estudios, la posibilidad de retrasar el pinzamiento y corte del cordón umbilical tras el parto. No en vano, como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta demora permite que se mantenga el flujo sanguíneo entre la madre y el recién nacido, lo que puede mejorar la dotación de hierro del neonato. Un beneficio, además, que resulta aún más importante en aquellos lactantes nacidos en países en los que hay un menor acceso a alimentos ricos en hierro. Pero, ¿se trata de una medida realmente efectiva? Y asimismo, ¿cuánto debe retrasarse la intervención?



Para responder a estas preguntas, los autores contaron con la participación de 540 recién nacidos de Nepal –país con una elevada prevalencia de anemia ferropénica neonatal– en los que, de acuerdo con un criterio totalmente aleatorio, realizaron el pinzamiento y corte del cordón umbilical antes de que hubiera transcurrido el primer minuto desde el alumbramiento o una vez se habían superado los 180 segundos.


Los resultados mostraron que los bebés de ocho meses en los que se esperó un mínimo de tres minutos para realizar el pinzamiento tenían un nivel promedio de hemoglobina mayor, así como una prevalencia de anemia ferropénica inferior.


Es más; alcanzados los 12 meses de edad, los beneficios en los niveles de hemoglobina y en la tasa de anemia asociados con la demora de tres o más minutos fueron incluso más significativos.



En definitiva, parece que el pinzamiento tardío del cordón umbilical tiene efectos muy positivos sobre la salud del bebé. Un aspecto a tener muy en cuenta dado que se trata de una medida que, contrariamente a como sucede con la posterior necesidad de suplementos y alimentos enriquecidos, no conlleva ningún coste económico.


Como concluye Ola Anderson, «la implementación de esta intervención a nivel global podría traducirse en una reducción de cinco millones de casos de anemia en niños de ocho meses de edad, lo que tendría especialmente una alta significación en materia de salud pública en el Asia Meridional y en el África sub-sahariana, regiones en las que se localiza la mayor prevalencia de anemia».