domingo, 25 de mayo de 2014

Células madre para rellenar los quistes dentales

Fuente: http://www.elmundo.es/economia/2014/04/29/535e95c7ca474160238b456c.html


Luis Miguel Redondo y Ana Sánchez, en uno de los laboratorios del IBGM de Valladolid. J. M. LOSTAU





Poco a poco, las células madre van llegando a la clínica y en este peregrinaje lento, pero seguro, abren puertas a la gran promesa regenerativa que consiste en utilizar cultivos de estas células para obtener tejidos y órganos que puedan trasplantarse a personas con enfermedades importantes, en muchos casos, incurables. En este camino, se encuentra la Unidad de Producción Celular (UPC) del Instituto de Biología y Genética Molecular de la Universidad de Valladolid, que lleva desde el año 2010, investigando, junto con la spin off Citospin y varios hospitales asturianos, la creación de una matriz con células madre que podría mejorar los quistes dentales.

«Este problema consiste en una cavidad ósea que se ha producido después de una infección y no se rellena por sí misma», explica la catedrática y codirectora de Citospin, Ana Sánchez, quien añade que «antes de abordar retos más difíciles como crear una nueva mandíbula, se busca la regeneración de un pequeño espacio a través de una matriz con células madre».

En este sentido, destaca que el problema con esta línea de investigación es la cantidad enorme de microorganismos que reside en la boca. Por ello, todas las células que se extraen tienen que someterse a una cuarentena. «Las cultivamos durante tres semanas con unos antibióticos especiales para eliminar la carga microbiana y poder sembrarlas en la matriz», matiza.



Además, este tratamiento tiene, según Sánchez, una «complejidad mayor», porque, durante la siembra «hay que añadir una serie de sustancias -morfógenos- que hacen que las células se vayan diferenciando y creando hueso». Después, prosigue, se colocan en el quiste a través de un proceso quirúrgico y tras un periodo que oscila entre seis y doce meses se pueden ver los resultados. «En este tiempo, los pacientes se someten a revisiones analíticas, clínicas y radiológicas».

Asimismo, este equipo ya ha realizado la fase clínica o fase 1, es decir, un ensayo de 10 pacientes, cuyo objetivo es demostrar que el tratamiento «es seguro y posible, en ningún caso buscamos presentar eficacia», indica esta catedrática de Fisiología de la UVA. Ahora, en colaboración con varios hospitales de Asturias (Gijón y Oviedo), van a comenzar con la fase 2 que tiene dos ramas: una de control y otra experimental.

«En la primera de ellas, los pacientes reciben el tratamiento que tenían hasta la fecha y en la segunda se coloca el nuevo medicamento. Ni el enfermo, ni los médicos, conocen quien pertenece a cada una de las ramas y así podemos comprobar su eficacia de una manera más fiable», puntualiza Ana Sánchez.

En este ciclo, van a someter a 90 pacientes a los dos tratamientos con el fin de determinar «si la matriz, patentada por nuestros colegas asturianos, realiza la función de soporte celular que nosotros queremos». También, Sánchez apunta que es «fundamental» que realice una vascularización correcta del implante, porque, si no lo hace de forma adecuada «las células morirán al no recibir los nutrientes de los capilares».

Otro punto «necesario» dentro de este tratamiento de células madre es la desaparición de la matriz. «Tiene que ir soportando o conteniendo a las células y una vez que han anidado, debe desaparecer, sustituyéndose por una sustancia intercelular ósea propia del paciente», precisa la doctora Sánchez. La prueba definitiva es, a su juicio, la radiológica. «Se hace una resonancia y se observa que hay un elemento con densidad de hueso».

Pero el periplo realizado por el equipo formado por la Unidad de Producción Celular del IBGM y Citospin no se queda ahí. En 2010 empezaron a investigar la aplicación de las células madre a una intervención que se llama mosaicoplastia -es una técnica quirúrgica que consiste en insertar cartílago articular en la zona dañada. El cartílago se toma de una zona sana del propio cuerpo que no soporte peso y se injerta en la zona dañada que sí soporta peso-. «Los cirujanos querían crear una bioprótesis: una matriz con células de cartílago de una de las superficies», resalta Sánchez, al tiempo que reconoce que, a pesar de la «sugerente» imagen macroscópica, la histología no fue «tan favorable» ya que el cartílago no se regeneraba. «Ahora estamos trabajando, para refinar el protocolo y poder hacer una fase clínica», dice.

Este grupo de investigadores, formado por 12 personas, sigue las huellas de las células madre en otros proyectos destacados. Uno de ellos es el tratamiento de disco, en el cual, según la codirectora de Citospin, «el disco intervertebral es un tejido parecido al cartílago que hace de colchón entre vértebra y vértebra. Cuando esa almohadilla se lesiona, el espacio se reduce, las raíces nerviosas se comprimen y aparece el dolor ciático».

Por último, Ana Sánchez explica que ahora se encuentran a la espera de la resolución de una aplicación a un proyecto muy importante. «En Europa, existen varios grupos que trabajan en células madre, pero nuestro equipo es el único que ha realizado ensayos en humanos para el tratamiento de la insuficiencia discal», matiza. Es por ello, que si logran entrar en este consorcio, formado por Francia, Italia, Alemania, Irlanda y España, sería el único grupo productor celular y asesoraría a todos los demás en la fase clínica por la experiencia que tienen a sus espaldas. Además, «con ello tendríamos asegurado la viabilidad económica para cuatro años más», concluye.

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