domingo, 11 de diciembre de 2016

Las grasas pueden tener la llave contra las metástasis

Fuente: http://www.agenciasinc.es/Reportajes/Las-grasas-pueden-tener-la-llave-contra-las-metastasis


Hasta el 90% de las muertes por cáncer se deben a las metástasis, pero no hay tratamientos contra ellas. Ahora, un estudio ha identificado las células que las inician en varios tipos de tumores. Para su sorpresa, los investigadores han visto que las implicadas dependen de grasas como los aceites de palma o de coco, presentes en las comidas procesadas.



Microtentáculos en la superficie de un tumor de mama.




El cáncer es un enemigo a distancia. Nace y crece en un lugar concreto, pero hasta el 90% de las muertes que provoca dependen de los viajes que sus células emprenden por otros rincones del organismo: las metástasis.


Pero las claves de esas metástasis siguen jugando al escondite en los laboratorios. Aunque había sospechas, ni siquiera se conocían qué células concretas del tumor las iniciaban. Y, lo más importante, no existe ningún tratamiento específico ni eficaz contra ellas.


Ahora, una investigación liderada por el grupo de Salvador Aznar, investigador ICREA en el Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona), apunta a una pequeña gran revolución. El estudio que publica su equipo en la revista Nature ha dado tres saltos: identifica las células de origen de la metástasis en varios tipos de tumores; revela que se diferencian del resto porque dependen de las grasas –entre ellas, del ácido palmítico de muchas comidas procesadas–; y da con un marcador que, al inutilizarlo en ratones, previene por completo la formación de metástasis y reduce las ya existentes.



Este ha sido su viaje y hasta dónde han llegado.


“Nosotros no pretendíamos estudiar las metástasis”, comenta Salvador Aznar. “Yo llevaba tiempo analizando las células madre del cáncer y quería profundizar en un tipo particular, las células quiescentes o dormidas”.


Una teoría cada vez más aceptada sostiene que un tumor, igual que un tejido normal, tiene unas células madre que lo originan y a partir de las cuales se derivan todas las demás. Pero dentro de ellas hay un subgrupo compuesto por células madre dormidas, que parecen funcionar como una reserva. "Podrían ser más resistentes a los tratamientos y estar detrás de las recaídas tras la quimioterapia”, añade Aznar.



La sorpresa llegó cuando trataron de separarlas y aislarlas. Usando muestras de pacientes con cáncer oral vieron que había, en efecto, células madre de ciclo más lento. “Pero cuando las analizamos, ellas mismas nos dijeron que tenían algo que ver con las metástasis, porque expresaban muchos genes relacionados con éstas. Parecían adipocitos, células de la grasa. En ese momento cambiamos completamente el objetivo de la investigación”.


Para poder jugar con las células se necesita encontrar una cerradura que las diferencie. De entre todos los genes especialmente activos de las células dormidas había uno que llamaba la atención. Se llama CD36 y la proteína a la que da lugar es una puerta de entrada a las células.


Jugando con ella en ratones, los resultados fueron impactantes: cuando se aumentaba en los tumores orales, que suelen dar metástasis a los ganglios linfáticos en un 20% de las ocasiones, el porcentaje aumentaba hasta un 80% y los ganglios eran 40 veces más grandes. Al contrario, cuando se usaban anticuerpos que la bloqueaban, las metástasis disminuían entre un 80% y un 90%. En algunos casos incluso desaparecían. Y si se administraban antes de introducir las células cancerígenas, prevenían por completo su aparición. Todo ello, curiosamente, sin afectar apenas al tumor de origen.


Al revisar datos de estudios previos, el grupo de Aznar observó que el aumento de CD36 en pacientes con cáncer de pulmón, mama o vejiga también estaba relacionado con un peor pronóstico. Y cuando probaron en los ratones con melanoma o cáncer de mama, los resultados fueron muy parecidos. En el artículo hablan de un mecanismo general de metástasis.


Aznar y Pascual en su laboratorio del IRB.





¿Por qué nadie lo había estudiado antes? “No lo sé”, reconoce Aznar. “Los datos estaban ahí y algunos ya habían mostrado la relación con el pronóstico, pero quizá la gente prestaba atención a aquello que le interesaba. Se parece a lo que ha sucedido con CRISPR, cuya existencia descubrió un español hace años pero hasta mucho después no hubo quien vio las posibilidades y desarrolló la técnica”.


Ahora están trabajando con MRC Technology, del Reino Unido, para desarrollar anticuerpos que puedan probarse en humanos. Ese es el verdadero salto. “Esperamos conseguirlos –comenta Aznar– y que no se queden en el camino. En cualquier caso habrá que esperar unos años”. Un aspecto positivo es que, al menos en ratones y administrados durante periodos no demasiado largos de tiempo, los efectos secundarios no parecen graves. Otro: los ratones no parecían generar resistencias, presentes en la inmensa mayoría de las terapias dirigidas contra el cáncer.



Para Joan Massagué -asesor científico del propio IRB y director del Instituto Sloan Kettering-, que no ha participado en el estudio, “este trabajo es una excelente contribución al creciente conocimiento sobre las células que originan las metástasis”. Entre sus limitaciones, apunta que “está basado casi exclusivamente en metástasis a nódulos linfáticos, que no son las más temibles, y ha sido realizado en ratones desprovistos de inmunidad, que es una barrera fundamental contra ellas”.


Aznar, sin embargo, señala que “también hicimos experimentos donde se veía la relación con metástasis a pulmón, hígado o hueso”. Y aunque la mayor parte de los datos provienen de ratones sin inmunidad, “hicimos algunos ensayos con ratones inmunocompetentes y los resultados eran similares”.


Para Héctor Peinado, jefe del grupo de Microentorno y Metástasis en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y que tampoco ha participado en el estudio, “habría que estudiar en detalle cada tipo tumoral para saber si se trata de un mecanismo universal, pero es sin duda un nuevo hit en el campo de la lucha contra la metástasis. Existe información muy limitada sobre las células que las inician. Es un gran paso el hecho de tener un marcador que puede servir de diana terapéutica, conocer el mecanismo implicado y la existencia de una terapia que podría combinarse con las actuales”.


La investigación tiene, por tanto, un doble valor. Por una parte permite identificar las células que inician la metástasis en al menos varios tipos de cáncer, lo que acelerará y mejorará la investigaciones. Por otra, abre la puerta a posibles nuevos tratamientos. Pero hay una tercera parte: la relación con las grasas y nuestro estilo de vida.



El vínculo entre una dieta rica en grasas y algunos tipos de cáncer, como los de colon y mama, es ya conocido, pero no tanto su correspondencia con las metástasis. “Hasta el momento se han descrito algunos estudios que describen la obesidad como un factor de riesgo de metástasis en cáncer de páncreas y algunos tipos de mama, pero los mecanismos implicados se desconocen”, afirma Peinado.



Cuando las células tumorales se incubaban con ácido palmítico, abundante en las carnes, grasas lácteas y aceites de coco y de palma, estas parecían recordar la relación y producir más metástasis tras inocularse en los ratones.



Teniendo en cuenta que las células iniciadoras parecían grasas, y la importancia de CD36 como puerta de entrada, el grupo de Aznar diseñó una serie de experimentos para comprobar cómo podía afectar la dieta de los ratones al desarrollo de metástasis. Los resultados fueron contundentes: había más y mayores metástasis cuando su dieta contenía más grasas. Y no hacía falta llevarla a valores desproporcionados. “Eran el equivalente a lo que llamamos una dieta de cafetería en humanos”, apunta Aznar.


El mecanismo exacto aún se desconoce. “Podría ser que permitan a las células obtener más energía y resistir mejor el estrés que les debe suponer salir de su entorno y colonizar otros tejidos”, sostiene Aznar. Pero “también podrían jugar un papel otros procesos, no solo la obtención de energía”. De hecho, no todas las grasas parecen perjudiciales: por ejemplo, el consumo de aceite de oliva en la dieta mediterránea se asocia con cierta protección contra el cáncer.


De momento hay al menos un sospechoso claro. Cuando las células tumorales se incubaban con ácido palmítico, estas parecían recordar la relación y producir más metástasis tras inocularse en los ratones. El dato es importante: el ácido palmítico está presente en el aceite de palma o de coco, incluidos en muchos de los productos industriales procesados. “No lo sabemos aún, pero este hecho podría estar detrás del aumento de mortalidad en algunos tipos de cáncer que se ha observado en los últimos años”, sostiene Aznar.


Averiguarlo con exactitud es muy complicado. Implicaría diseñar grandes estudios epidemiológicos de muy difícil seguimiento. Una forma indirecta pero más plausible es la que va a iniciar el grupo del propio Aznar. “Tenemos acceso a muchas muestras de pacientes con cáncer. En colaboración con el Hospital Vall d´Hebron, que también participó en este estudio, queremos analizar si hay una relación entre las grasas presentes en sangre y el riesgo de desarrollar metástasis”.


Otra puerta lógica que se abre es la posibilidad de ofrecer tratamientos dietéticos. ¿Podría una dieta baja en grasas mejorar el pronóstico de los enfermos? “Estamos estudiando también hacer un ensayo clínico para averiguarlo”, comenta Aznar. “Pero es complicado. La labor de seguimiento es muy cara y obtener financiación cuando no hay detrás un posible beneficio económico es más difícil”.


De momento el viaje tiene tres partes. El tiempo dirá si llega la cuarta, la que lo confirme.





Referencia bibliográfica:



Un hombre ciego recupera un 50% de visión gracias a un trasplante de células madre realizado en España

Fuente: http://www.abc.es/sociedad/abci-hombre-ciego-recupera-50-por-ciento-vision-gracias-trasplante-celulas-madre-realizado-espana-201612051717_noticia.html




El trasplante de limbo y el trasplante de córnea, son algunas de las técnicas en las que más ha trabajado el doctor Gris.




Un ciudadano saudí que hace 20 años perdió la visión por una enfermedad inflamatoria de la superficie ocular, ha logrado recuperar un 50% de vista con un tratamiento inmunodepresor, un trasplante de células madre del limbo y de córnea al que ha sido sometido en el Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona.


Ahmed Mohsen, de 43 años, al que en la misma intervención le han sometido a una cirugía de catarata, sufrió hace 20 una queratoconjuntivitis cicatrizante, una enfermedad inflamatoria crónica de la superficie ocular, lo que le provocó que su agudeza visual fuera de apenas percepción de la luz en ambos ojos.


Según ha explicado él mismo, «dependía siempre de mi bastón y de alguien que me ayudara, por lo que nunca podía ir solo por la calle y era totalmente dependiente».


Para salir de esta situación decidió buscar una respuesta fuera de su país, donde ya había sido intervenido sin éxito y no le habían dado ninguna expectativa de que pudiera recuperar visión.


El Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, un centro muy especializado, le ofreció una alternativa y garantías para someterse a un trasplante de córnea, ya que la enfermedad había provocado que esta estructura perdiese su transparencia, impidiendo el paso de la luz y de las imágenes al interior del ojo.


Según ha informado Óscar Gris, especialista del Departamento de Córnea, Catarata y Cirugía Refractiva del IMO, el paciente saudí tenía la superficie ocular completamente destruida y para que el trasplante funcionase era imprescindible hacer un tratamiento escalonado que constó de tres fases.



«El primer paso fue desinflamar el ojo e inactivar la enfermedad, mediante corticoides tópicos y un tratamiento inmunosupresor sistémico, en coordinación con el equipo de medicina interna y enfermedades infecciosas del Instituto», ha relatado el oftalmólogo.


La segunda etapa fue realizar un trasplante de limbo, procedente de un donante en el caso de Ahmed, ya que los dos ojos estaban afectados y, por tanto, no era posible obtener tejido sano del propio paciente.


Óscar Gris ha aclarado que «el limbo es un fino anillo que rodea la córnea y que contiene las células madre, fundamentales para la viabilidad del injerto corneal».



Tres meses después, una vez regenerada la superficie ocular, se llevó a cabo la tercera y última fase del proceso, mediante un trasplante total de córnea (queratoplastia penetrante) que, junto a una operación de catarata practicada en la misma intervención, permitió a Ahmed alcanzar hasta un 50% de visión.


«Para él fue un gran cambio: volvió a ver y recuperó autonomía para regresar a la vida cotidiana en su país, donde se le recomendó seguir con el tratamiento prescrito y con controles periódicos para mantener el buen resultado obtenido tras el éxito de la operación en IMO», ha concluido el oftalmólogo.

La donación de médula ósea paso a paso: "Es un gesto sencillo y da la vida a otra persona"

Fuente: http://www.elmundo.es/salud/2016/12/05/5825fc9d268e3e1c338b4628.html


España es el país con mayor tasa de donación de órganos de todo el mundo ya que actualmente contamos con 34,6 donantes por millón de población. Uno de los trasplantes más sencillos -en cuanto al proceso- y exitosos es el de médula ósea, cuyo nombre técnico es trasplante de progenitores hematopoyéticos (células progenitoras de la sangre).


Este tipo de trasplante se lleva a cabo para intentar curar enfermedades de la sangre que no pueden tratarse por otros medios, como leucemias, síndromes mielodisplásicos, talasemias o linfomas.


El objetivo principal del trasplante es es reemplazar la médula ósea del enfermo, que 'fabrica' células hematopoyéticas malignas, por una médula sana. Para ello, en primer lugar se somete al paciente a un régimen de quimioterapia o radio-quimioterapia y luego se procede a la transfusión de las células sanas.


Según la Fundación Josep Carreras, cada año cerca de 5.000 personas son diagnosticadas de leucemia aguda, 7.000 de linfoma y 2.000 de mieloma múltiple en España. Para todos ellos, lo ideal es encontrar un donante entre sus familiares más directos pero únicamente en el 30% de los casos se encuentra un donante familiar totalmente compatible. De esta forma, el 70% restante necesitará de un donante no emparentado que se buscará en el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO) en el que se encuentran ya 200.000 voluntarios españoles y también 61.000 cordones umbilicales congelados (otra fuente de progenitores hematopoyéticos).


A final de 2016 la ONT confía en superar los 250.000 dado que, en lo que va de año, lleva un ritmo de 120 nuevos donantes diarios inscritos en el Registro.


El proceso para ser donante es muy simple: primero, es necesario inscribirse en los centros de referencia de cada Comunidad, que sólo admiten las solicitudes de personas cuya edad oscile entre los 18 y 55 años y gocen de buena salud general. Después, tan sólo hará falta una muestra de sangre como en el caso de una analítica normal.


Inscribirse en el registro no implica la donación ya que ese análisis de sangre previo sirve para comprobar la compatibilidad HLA (grado de identidad entre el donante y el receptor) de la sangre con la de los pacientes que están buscando donante. Según datos de la ONT (Organización Nacional de Trasplantes) habrá un donante efectivo por cada 2.573 registrados.


En un 50% de los casos se encuentra un donante idéntico entre la familia o en la red internacional de donantes pero si aun así no se encontrara una persona compatible, hoy en día, gracias a las diferentes tecnologías que se han ido desarrollando en los últimos años se puede realizar un trasplante haploidéntico, es decir, de un familiar que sea parcialmente compatible (al menos un 50%).


Este tipo de trasplantes tiene lugar siempre que no haya un donante idéntico -emparentado o no- o si hay urgencia por llevarlo a cabo. La tasa de éxito siempre es mayor en los trasplantes idénticos pero existen más factores que influyen en el resultado como son la edad, la presencia de comorbilidades (otras dolencias) y el status de la enfermedad en ese momento.



Eduardo Benedicto es un donante familiar que le donará a su hermano enfermo de leucemia sus células progenitoras, ya que su compatibilidad es muy alta. Según explica Raquel de la Paz, médico adjunto del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Paz, en estos casos, lo primero que se hace son unas evaluaciones médicas y por parte de enfermería en las que se le efectúan unas analíticas completas y una evaluación de los accesos venosos.


La donación de progenitores hematopoyéticos se puede llevar a cabo de dos maneras: o bien extrayendo sangre medular a través de punciones de las crestas ilíacas (en la pelvis); o bien obteniendo las células madre de la sangre periférica.


Esta última opción, la más empleada, es la que se llevó a cabo en el caso de Eduardo Benedicto. Cuatro días antes del día cero, día en el que se efectúa la donación, el donante se somete a unas inyecciones de factores de crecimiento que estimulan la medula ósea y hacen que las células progenitoras de la sangre pasen al torrente sanguíneo. De este modo, estos progenitores que circulan en la sangre periférica pueden recogerse a través de un equipo. El procedimiento dura entre dos y tres horas y una vez que está todo listo se infunde "en fresco" en el paciente. El donante se puede ir a su casa y hacer vida normal.


Ladislao Benedicto esperando la donación por parte de su hermano.



"Cuando nos enteramos de la enfermedad de mi hermano, todos nos sometimos a las pruebas. Nos dijeron que había un 25% de probabilidades de que alguno de nosotros [son cuatro hermanos] fuésemos compatibles. Hubo suerte y fui yo. Me parece fantástico ayudar ya no solo a mi hermano sino a cualquier otro que lo pueda necesitar", explica Eduardo con una sonrisa en la cara mientras está inmerso en el proceso de donación.


Su hermano Ladislao espera tranquilo su donación unas plantas más arriba en una habitación individual y completamente aislada en la que para acceder hay que ponerse una bata, una mascarilla y un gorro además de esterilizar y limpiar a conciencia todo lo que queda visible.


"Es un proceso un poco largo pero he contado con todo tipo de ayuda y no me ha supuesto ningún problema. Solo puedo decir cosas maravillosas del entorno que he tenido en estos meses", comenta Ladislao ya tumbado en la cama con todo dispuesto para el trasplante. "Empezamos en abril un tratamiento de seis meses para controlar y aminorar el avance de la enfermedad", añade.


A la hora de mandar un mensaje a aquellas personas que todavía no son donantes les dice que "se animen a donar porque dan la vida a otra persona. Es un gesto maravilloso y luego no tiene ningún tipo de problemática. Es una donación muy sencilla".





"Yo odio las agujas, es superior a mis fuerzas, hacerme una analítica es un drama". Lo dice Arantxa Castaño, una azafata de vuelo de 42 años. Cada cierta temporada supera momentáneamente su pánico y acude a donar sangre. En una de sus donaciones rutinarias le hablaron de la donación de médula ósea y decidió pasar a formar parte del registro.


De ese gesto han pasado 11 años, pero sólo unos meses de la llamada en la que descubrió que su sangre podía ser útil para un enfermo. Con total normalidad cuenta un proceso que aparenta ser más complicado de lo que realmente le resultó. Ella explica que "llaman a todos los que son compatibles del registro. Tras una segunda analítica van eliminando gente hasta que queda el considerado como más compatible con el enfermo". El pasado mes de febrero Arantxa descubrió que era la elegida. Y, aunque la donación es anónima en ambos sentidos, ella recuerda que, entre conversaciones médicas, descubrió que su receptor era un niño pequeño.





Se sabe cada parte de su donación -en la que también se extrajeron los progenitores de la sangre periférica- casi de memoria. "Tienes a los médicos totalmente disponibles para ti" explica, "hay un montón de gente esperándote, te escoltan incluso, ¡te tratan como si fueras un héroe!". Cuenta que, además, tenía al teléfono a los médicos siempre que los necesitase: "si me dolía la cabeza llamaba al médico directamente para ver qué podía tomarme".


Durante los cinco días previos tuvo que inyectarse factores de crecimiento dos veces al día. Aclara que se "lo inyectaba en casa, no tiene mayor drama". El mayor de los efectos secundarios fue sacrificar la cerveza del domingo: "Me dijeron que podría crear algo de malestar, como una gripe fuerte. Yo no tuve esa sensación, tan sólo notaba frío, hice vida normal, ni siquiera una dieta... ¡Sólo me tuve que privar de mi cañita!".


Y llegó el gran día. En abril acudió al hospital para donar. En la mayoría de los casos la donación se lleva a cabo en un solo día pero ella necesitó dos por una pequeña peculiaridad: sus venas eran demasiado finas. Recuerda cómo "bajó incluso una enfermera de pediatría que estaba acostumbrada a venas así de pequeñas".


Recuerda que lo peor fue tener que repetir el proceso con su miedo a las agujas. "No me apetecía nada, pero a fin de cuentas es estar tumbada. Yo me llevé a un montón de amigos, no me aburrí nada", comenta. ¿Y después? La vuelta a su vida normal. Señala que la Fundación Josep Carreras se mantuvo en contacto con ella en todo momento para ofrecerle seguimiento médico si lo deseaba, "valoran mucho lo que has hecho, te siguen tratando como a un héroe".


Las únicas lágrimas en los ojos de Arantxa son de emoción, la sonrisa ha permanecido con cada recuerdo del proceso, especialmente cuando recuerda que "hay veces que dices '¿quién me mandaría a mí meterme en esto?". Pero en comparación a alguien que se puede morir, que lleva en tratamientos muy duros tanto tiempo, ¿quién soy yo para quejarme por dos pinchazos?".

Juan Cruz Cigudosa, director científico de NIMGenetics

Fuente: http://www.agenciasinc.es/Entrevistas/La-innovacion-en-cualquier-area-es-importante-pero-en-medicina-salva-vidas


El experto en genética del cáncer Juan Cruz Cigudosa (Navarra, 1964) y sus socios decidieron emprender su aventura en el inicio de la mayor crisis económica mundial. La creación de su empresa NIMGenetics en septiembre de 2008 coincidió con la caída de Lehman Brothers. Su objetivo: llevar los avances en investigación genómica a la práctica clínica, tanto en diagnóstico prenatal y oncología como en medicina personalizada.


Juan Cruz Cigudosa en los laboratorios de NIMGenetics del Parque Científico de la Universidad Autónoma de Madrid.




Juan Cruz Cigudosa, doctor en Biología Molecular especializado en genética humana, se ha propuesto convertir la investigación más puntera sobre genómica en innovación que ayude a salvar vidas. Además de ser director científico y cofundador de la empresa NIMGenetics –con sede en el Parque Científico de Madrid–, está al frente de la unidad de citogenética molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) donde desarrolla tecnologías para diagnosticar el cáncer. Allí está creando modelos celulares de tumores con la herramienta CRISPR de edición del ADN.



¿No es un poco osado crear una empresa científica en pleno inicio de la mayor crisis económica mundial?

A nosotros no nos frenó, sino todo lo contrario, nos sirvió de acicate. NIMGenetics se gestó durante 2008 y la fecha de inicio de operaciones fue en septiembre de ese año que, como curiosidad, coincidió con la caída de Lehman Brothers y marcó el inicio de la crisis. Pero teníamos claro nuestro objetivo: que los pacientes se puedan beneficiar de los avances en genómica con soluciones médicas prácticas.



¿Cómo has volcado tu experiencia como especialista en genética del cáncer a NIMGenetics?

Mi trayectoria ha estado muy enfocada al estudio de los cambios genéticos que ocurren en los procesos tumorales, sobre todo en leucemias. Hice mi tesis en la Universidad de Navarra y luego continué en el Hospital Universitario de Lund (Suecia), en el Cancer Research Manchester Institute y en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York. A mi regreso, me incorporé al cuerpo facultativo del Hospital de Tenerife como genetista, y en 2000, cuando se fundó el CNIO, me llamaron para que montara una unidad de citogenética molecular sobre leucemias y cáncer con nuevas tecnologías, que es algo que siempre me ha atraído.

Empecé a darme cuenta de que los avances de la investigación genómica contra el cáncer podrían aplicarse en otras enfermedades. NIMgenetics se fundó con la intención de responder preguntas clínicas mediante todos esos avances genómicos.



¿Y qué aplicaciones habéis desarrollado? 

Colaboré en el desarrollo de una plataforma para el estudio de todo el genoma de una persona. Podía ver en un solo experimento qué zonas del genoma del tumor estaban perdidas o ganadas, originando así un cáncer. Esto pasa también con otras patologías, por ejemplo, hay enfermedades genéticas que ocurren cuando se pierde una sección del genoma o se gana otra. La más obvia es el síndrome de Down, en el que el paciente gana un cromosoma 21 completo y eso se puede ver al microscopio.

Sin embargo, cuando ganas o pierdes fragmentos más pequeños del genoma, no se ve al microscopio. Entonces se nos ocurrió utilizar una tecnología genómica para ver estos fragmentos. En este tipo de tecnología, denominada de hibridación genómica comparativa (array CGH), se basó nuestro primer proyecto en NIMGenetics. Y consistió en el desarrollo de una plataforma de estudio del genoma completo para el diagnóstico prenatal. 



¿En qué consiste y cuál es la novedad respecto a otros métodos de diagnóstico prenatal?

Para ver si los cromosomas del feto están bien, las mujeres embarazadas pueden someterse a una amniocentesis, en la que se extrae una muestra del líquido amniótico para después hacer el estudio microscópico de sus cromosomas. Nuestra plataforma KarioNIM-prenatal, basada en array CGH, hace una prueba más extensa y exhaustiva del líquido amniótico extraido, que con un solo experimento es capaz de detectar 124 síndromes y enfermedades genéticas graves originadas por trisomías, aneuploidias, microdeleciones –que son pérdidas de pequeños fragmentos del genoma que originan una enfermedad grave– y duplicaciones.



O sea que es un estudio más amplio y detallado del que se solía hacer a partir de una amniocentesis…

Sí. Ahora hemos dado un paso más y hemos lanzado otro análisis llamado trisoNIM. Esta prueba, en vez de recurrir a una amniocentesis –que es un método invasivo– se basa en tecnología que analiza el ADN circulante del feto que está presente en la sangre materna.

Se trata de un test de cribado prenatal no invasivo que permite identificar en la sangre materna las trisomías fetales de los cromosomas 13, 18 y 21, el sexo, las aneuploidías de los cromosomas sexuales más comunes y síndromes genéticos de microdeleción. Combina la tecnología de secuenciación de última generación (NGS, por sus siglas en inglés) con un análisis bioinformático avanzado. Se hace antes que la anmiocentesis, en la semana 10, mediante un simple análisis de sangre. Supone un avance bastante considerable.




¿Y aparte del ámbito prenatal, en qué áreas estáis trabajando?

Dentro de la familia KaryoNIM, hemos desarrollado una versión para el diagnóstico del autismo en una sola prueba: KaryoNIM Autismo. No hay otra parecida en el mercado europeo. Esta plataforma es más densa, más compleja y busca la causa genética que te predispone al autismo. Son 45 regiones de susceptibilidad y un total de 115 genes cuyas alteraciones están directamente asociadas con la aparición de trastornos del espectro autista. Hay un porcentaje de pacientes en los que el origen de este trastorno es genético. Con esto avanzamos mucho en el diagnóstico. 

En terapia celular, hemos desarrollado KaryoNIM Stem Cell. Está pensado para personas que van a someterse a una terapia con células madre. Antes de hacer ese tratamiento, que es con células vivas, analizamos si durante su proceso de expansión han sufrido alguna alteración genética. Es una cuestión de bioseguridad y de estabilidad genómica para el paciente.


Juan Cruz Cigudosa, director científico de NIMGenetics.




¿Qué otros proyectos estáis abordando?

Hemos lanzado una serie de productos de diagnóstico genético basado en el estudio del exoma en una línea denominada ExoNIM. La secuenciación del exoma proporciona una visión detallada sobre las regiones codificantes del genoma humano, donde se calcula que ocurren el 85% de las alteraciones responsables de las enfermedades de origen genético. En una primera fase hacemos un análisis bioinformático en profundidad de los genes que tienen que ver con el problema clínico concreto que ha causado la consulta. Si el problema diagnóstico no se resuelve con ese análisis parcial, lo podemos ampliar hasta estudiar los 19.000 de una persona.




¿A qué enfermedades lo estáis aplicando?

A enfermedades raras, cardiovasculares y epilepsia de origen genético, entre otras. Si tenemos sospecha de que la dolencia es cardiovascular, entonces, aunque estudiemos todos los genes, seleccionamos los que están relacionados con este problema. En epilepsia, al final te centras en los 144 genes que se ha demostrado que tienen efecto en esta enfermedad.



¿Y en oncología?

Tenemos desarrolladas tres plataformas que utilizamos en diferentes situaciones. Una está orientada al diagnóstico de mutaciones en los cánceres más prevalentes como colon, pulmón y melanoma. Otras están dirigidas a situaciones más complejas como ensayos clínicos o diagnóstico amplio de biomarcadores. Son sistemas de diagnóstico genético basados en secuenciación masiva para identificar mutaciones. Su finalidad es proporcionar al oncólogo la máxima información posible para que instaure una terapia adecuada basada en la genética.



¿Quiénes son vuestros clientes?

Los médicos, laboratorios y hospitales públicos. No nos dirigimos nunca al paciente de manera directa.




¿Cuáles son vuestros próximos planes?

Estamos generando el conocimiento para crear una nueva área de genómica personalizada que se canalizará a través de endocrinos, nutricionistas y geriatras. Queremos saber si es posible desarrollar test que tengan en cuenta el diagnóstico clínico y las variaciones genéticas para ayudar a mejorar la vida diaria de las personas. Ahora la gente que se quiere sentir mejor va a una farmacia y pide un complejo vitamínico, pero por su configuración genética quizá no le sirva el 80% de lo que tiene ese compuesto. Posiblemente notaría el mismo efecto bebiendo agua y comiendo una manzana.




Entonces es como un tratamiento genómico a medida…

Nuestros productos van a ir encaminados a informar y permitir que el paciente vea su mejora. Yo te puedo hacer un test y decirte que tienes una serie de marcadores genéticos que hacen que necesites un suplemento de vitamina D con una cantidad ajustada cada semana. Este tipo de acciones monitorizables, en mi opinión, serán el siguiente paso de la genética. Lo que se llama medicina preventiva pero de verdad, no basada en consejos generales.




¿Cuánta gente trabaja en NIMGenetics y cuánto facturáis?

Tenemos un total de 69 personas y hemos abierto sedes en Brasil y México. Entre nuestro personal hay sobre todo doctores y licenciados en biología, bioquímica y medicina. Ahora también estamos apostando fuerte por el ámbito de la bioinformática. Nuestra facturación en 2015 fue de 5,05 millones de euros, la prevista para este año se sitúa en torno a los 7 millones de euros y avanzamos según el plan.




Y además sigues en el CNIO…

Sí, continúo al frente de la unidad de citogenética molecular donde hacemos tecnología aplicada a nuevos diagnósticos del cáncer, sobre todo de leucemia. Ahora estamos aplicando técnicas punteras de edición genómica CRISPR para crear modelos celulares de tumores en laboratorio. La idea es generar en laboratorio lo que les ocurre exactamente a los pacientes. Es un campo muy potente.




¿Cuándo se podrá utilizar este avance en la clínica?

No lo sabemos. Como decía antes, lo que hacemos en NIMGenetics es intentar llenar el hueco que hay entre la investigación y la práctica clínica. En la academia es difícil desarrollar innovación, por eso montamos esta compañía, para dar salida a los desarrollos que estábamos generando en el otro lado. La innovación en cualquier área es importante, pero en medicina además salva vidas y ese es el mensaje básico de nuestra misión.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Recrean en laboratorio un intestino humano funcional

Fuente: http://www.tendencias21.net/Recrean-en-laboratorio-un-intestino-humano-funcional_a43453.html


Investigadores de Francia y Estados Unidos han conseguido crear en laboratorio un mini intestino humano funcional, a partir de células madre embrionarias. El resultado permitirá estudiar mejor las enfermedades digestivas, testar nuevas terapias e incluso desarrollar una medicina regenerativa con trasplantes intestinales personalizados, según los investigadores.



Investigadores del hospital infantil de Cincinnati en Estados Unidos y del Instituto de la Salud y la Investigación Médica (Inserm) de Francia, han conseguido recrear en laboratorio un intestino humano funcional, según se informa en un comunicado


Este avance médico, publicado en Nature Medicine, se ha conseguido mediante células madre humanas cultivadas en laboratorio. Hasta ahora no existía ningún modelo biológico que permitiera estudiar en laboratorio un intestino, considerado por la ciencia como el segundo cerebro. 


El intestino tiene su propio sistema nervioso que controla la actividad de los músculos intestinales. También es el encargado de la digestión, de producir algunas hormonas y de asegurar la permeabilidad de las paredes intestinales. Cualquier alteración en el funcionamiento de estas neuronas intestinales origina problemas de salud, algunos de ellos graves. 


Recrear esta actividad en laboratorio había sido hasta ahora muy complicado. Para superar los obstáculos técnicos, el equipo franco-americano ha puesto a punto una técnica innovadora que utiliza células madre humanas pluripotentes, un tipo de células madre capaces de generar la mayoría de los tejidos. 


Para conseguir que estas células se conviertan en intestinales, los investigadores añadieron diferentes complejos de moléculas en una placa de Petri. A continuación crearon células nerviosas en estado embrionario, denominadas células de la cresta neural, y las manipularon para conseguir células precursoras del sistema nervioso intestinal. 


Ambos tejidos crearon un nuevo tejido parecido al intestino de un feto. Cuando se desarrolló, emergieron del cultivo una serie de mini intestinos, denominados organoides intestinales.



El paso siguiente consistió en asegurar que estos organoides eran funcionales. Para ello implantaron estos organoides en ratones desprovistos de sistema inmunitario, para evitar rechazos, y observaron en directo que estos mini intestinos se parecían cada vez más al intestino humano y aseguraban las funciones fisiológicas propias de su naturaleza. 


Una vez validado este modelo, los investigadores pudieron estudiar una enfermedad intestinal rara, conocida como la enfermedad de Hirschsprung, capaz de provocar obstrucción intestinal porque en las personas afectadas el sistema nervioso intestinal no se ha desarrollado. Esta enfermedad puede incluso ser mortal si los enfermos son portadores de una mutación del gen PHOX2B. Un efecto demostrado ahora en laboratorio y en ratones. 


Esta investigación contribuye a una mejor comprensión de las enfermedades digestivas en las personas, de las que existen pocos modelos, y abre nuevas perspectivas a las terapias intestinales, con vistas incluso a un trasplante específico a cada paciente, según los investigadores.




Referencia bibliográfica:

An in vivo model of human small intestine using pluripotent stem cells. Nature Medicine 20, 1310–1314 (2014) doi:10.1038/nm.3737.

Investigadores españoles mejoran la reprogramación de células adultas en células madre

Fuente: http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-investigadores-espanoles-mejoran-reprogramacion-celulas-adultas-celulas-madre-201611251340_noticia.html


Investigadores del CNIO muestran que las células dañadas envían señales a sus vecinas para que se reprogramen a un estado embrionario.


Cultivo de iPS en el laboratorio.




Las células pluripotentes inducidas (iPS) son un tipo de células madre que, obtenidas a partir de la reprogramación de una célula de un individuo adulto, tienen la capacidad de diferenciarse en cualquier célula del organismo. En consecuencia, y dado que podrían emplearse para crear órganos y tejidos sanos para reemplazar a aquellos deteriorados por una lesión o enfermedad o, simplemente, por el paso de los años, estas iPS podrían suponer el futuro de la medicina regenerativa. Tal es así que, conscientes de la importancia de estas células madre, el Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) concedió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 2012 al descubridor del método ‘OSKM’ para reprogramar las células adultas en iPS –el japonés Shinya Yamanaka–. Sin embargo, investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) parecen haber hallado la clave para mejorar la reprogramación, muy ineficiente, que se logra con el empleo de los genes ‘OSKM’, abriendo así la puerta a nuevos avances para un uso práctico de estas iPS en la práctica clínica.

Como explica Lluc Mosteiro, co-autora de esta investigación publicada en la revista «Science», «los genes de Yamanaka son ineficientes a la hora de inducir la reprogramación o la ‘pluripotencia’ en las células altamente especializadas que constituyen los tejidos adultos. Nuestros resultados indican que el daño tisular juega un papel crítico a la hora de complementar la actividad de los genes OSKM».



Las investigaciones de Shinya Yamanaka muestran que el empleo de la combinación de cuatro genes –concretamente, los genes ‘Oct4’, ‘Sox2’, ‘Klf4’ y ‘Myc’, que unidos dan lugar a las siglas ‘OSKM’– posibilita la reprogramación de células adultas en iPS, o lo que es lo mismo, en células madre con una capacidad de diferenciación similar a la de las células embrionarias. Así, y cuando menos en teoría, ‘solo’ se trataría de introducir en la célula adulta estos cuatro genes y tendríamos iPS para construir nuevos tejidos.


El problema es que el empleo de OSKM no es demasiado eficiente: la obtención de las ansiadas iPS se alcanza en un número muy reducido de ocasiones. Y además, la técnica provoca que un elevado número de las iPS resultantes tengan mutaciones genéticas que dan lugar a la aparición de un teratoma –esto es, un tumor de un tejido distinto de la línea celular en la que se diferenciaron estas iPS–. El resultado es que la reprogramación celular con los genes OSKM no puede utilizarse en la práctica clínica.



En este contexto, los investigadores del Grupo de Supresión Tumoral del CNIO dirigido por Manuel Serrano llevan muchos años trabajando en el campo de las células madre. Una labor que, entre otros logros, posibilitó en 2013 y por primera vez la reprogramación celular en un organismo vivo –concretamente, en un ratón–. Un avance ciertamente significativo dado que hasta entonces todas las reprogramaciones se habían llevado a cabo en cultivos celulares en placas de laboratorio.

Y ahora, el último trabajo de los miembros del CNIO parece que cuestiona la viabilidad del empleo de los genes OSKM. Y es que parece que la técnica no funciona como hasta ahora se pensaba.


En el estudio, los autores analizaron lo que sucede en los tejidos vivos cuando se induce la reprogramación celular con los genes OSKM. Y lo que vieron es que el daño tisular es un factor muy relevante para que las células ‘involucionen’ a un estado embrionario.

Los resultados muestran que la relación entre el daño y la reprogramación está mediada por una proteína proinflamatoria, la interleucina 6 (IL-6), sin la cual los genes OSKM son mucho más ineficientes a la hora de inducir la reprogramación. Concretamente, la secuencia del proceso sería: la expresión de los genes OSKM provoca un daño en las células; en respuesta a este daño, las células liberan IL-6; y finalmente, la IL-6 induce la reprogramación de las células circundantes a un estado embrionario, lo que facilita la reparación del tejido.

Una vez identificado el papel esencial que juega la IL-6, el próximo paso de los investigadores del CNIO será identificar las moléculas que, cual fármacos, mejoren la eficacia del proceso, lo que ayudaría a mejorar la regeneración del tejido dañado incluso sin tener que utilizar los genes OSKM.

Como concluyen los autores, «la mejora de la capacidad de reparación de los tejidos podría tener implicaciones evidentes para la medicina regenerativa, incluido el tratamiento de múltiples patologías y de procesos degenerativos asociados a la edad».

Usar células madre cura hasta un 50% de las fístulas en pacientes con enfermedad de Crohn

Fuente: http://www.redaccionmedica.com/secciones/medicina/usar-celulas-madre-cura-hasta-un-50-de-las-fistulas-en-pacientes-con-crohn-4175


Un ensayo clínico en el que han colaborado 49 hospitales europeos y de Israel, 14 de ellos españoles, liderados por el Virgen del Rocío, de Sevilla, ha confirmado la curación de la mitad de enfermos con fístulas causadas por la enfermedad de Crohn tras una sola inyección de células madre.



Un equipo de cirujanos, especialistas en Aparato Digestivo y en Radiología del hospital sevillano ha publicado un trabajo sobre este tratamiento en la revista científica Lancet, que ha sido presentado en el centro hospitalario.

El director gerente del hospital, Manuel Romero Gómez, y el responsable de la unidad de Coloproctología, Fernando de la Portilla, han explicado que este ensayo clínico completa anteriores investigaciones y ha alcanzado la fase III, la última previa a su autorización para comercializarse.

En esta investigación han participado 212 pacientes con enfermedad de Crohn, una patología cuya prevalencia en España es de 116,5 casos por cada cien mil habitantes, que afecta al intestino y al ano, y origina una fístula a entre el 15 y el 25 por ciento de los pacientes. Esta fístula sólo se trataba hasta ahora mediante reconstrucción quirúrgica.

El nuevo tratamiento con células madre, pendiente de su aprobación por la Agencia Europea del Medicamento, parte del cultivo en laboratorio de células extraídas de la grasa que posteriormente se implantan en el paciente para que regeneren las fístulas y las zonas afectadas.

Un nuevo sistema de modelo de células iPS ayuda a desarrollar tratamientos para la ataxia espinocerebelosa

Fuente: http://www.lainformacion.com/salud/especializaciones-medicas/genetica/sistema-celulas-desarrollar-tratamientos-espinocerebelosa_0_968303256.html







Investigadores del Centro de Biología del Desarrollo RIKEN, en Japón, han conseguido crear un nuevo sistema modelo que se puede utilizar para desarrollar tratamientos farmacológicos para trastornos genéticos como la ataxia espinocerebelosa tipo 6 (SCA6). El trabajo muestra cómo las células madre de pacientes con SCA6 pueden transformarse en células de Purkinje maduras, el mismo tipo de neurona que empieza a morir cuando las personas desarrollan SCA6 más tarde en la vida.


Con esta configuración, detallada en un artículo que se publica en la revista 'Cell Reports', los investigadores descubrieron que las células de Purkinje maduras con la mutación SCA6 se volvían vulnerables cuando se les privaba de la hormona tiroidea.


SCA6 es un trastorno del movimiento que se caracteriza por la muerte de las células de Purkinje en el cerebelo, una región del cerebro que controla nuestra capacidad para producir movimientos suaves. No existe ningún tratamiento efectivo o cura para este trastorno neurodegenerativo, y los modelos animales no han sido concluyentes.


Como alternativa, el equipo dirigido por Keiko Muguruma centró sus esfuerzos en la fabricación de un modelo de enfermedad basado en células de Purkinje humanas crecidas en cultivo. "Tuvimos éxito en la generación de células de Purkinje con conjuntos completos de genes de pacientes de SCA6. A diferencia de los modelos animales, estas células de Purkinje derivadas del paciente serán extremadamente útiles para investigar mecanismos de la enfermedad y para desarrollar terapias farmacológicas eficaces", explica Muguruma.



La enfermedad se manifiesta en la mediana edad y es el resultado de mutaciones que aumentan el número de veces que una sección particular del gen CACNA1A se repite. Los investigadores indujeron primero células de la piel o de la sangre de pacientes y participantes de control para convertirlas en células madre pluripotentes. Después, emplearon técnicas desarrolladas recientemente en su laboratorio para crear tejido cerebeloso de auto-organización y células de Purkinje.



Durante la prueba, el equipo encontró que aunque ambos tipos de células de Purkinje maduras parecían aparentemente similares, diferían en la cantidad de gen CACNA1A que se expresó. Las células derivadas de pacientes contenían más de la proteína codificada por el gen CACNA1A que las células normales. Cuando se probaron las células inmaduras, los niveles de expresión de proteínas fueron similares, independientemente de su origen.


La parte de la proteína CACNA1A que contiene la sección excesivamente repetida se llama a1ACT. Cuando los investigadores compararon la expresión de este fragmento entre las células normales y derivadas del paciente, se encontraron con que se expresó mucho menos en las células de Purkinje SCA6.


Debido a que a1ACT normalmente se une al ADN en el núcleo y activa la expresión de otras proteínas que son importantes para el desarrollo normal de las células de Purkinje, estas proteínas se expresaron también mucho menos en las células que contenían la mutación. Una vez más, cuando el equipo analizó las células de Purkinje inmaduras, la expresión a1ACT fue similar en todos los grupos.


"Este nuevo sistema es particularmente útil para el descubrimiento de fármacos --señala Muguruma--. Gracias a él, hemos sido capaces de demostrar que las células de Purkinje derivadas del paciente muestran una vulnerabilidad al agotamiento de nutrientes y que esta vulnerabilidad puede ser suprimida por varios compuestos".


Sabiendo que la hormona tiroidea es importante para la maduración y el mantenimiento adecuado de las células de Purkinje, los investigadores privaron a las neuronas maduras de la hormona y vieron que muchas de las células derivadas de pacientes murieron, mientras que las que sobrevivieron mostraron anormalidades físicas. Las células de Purkinje sin la mutación no se vieron afectadas.


Pruebas adicionales demostraron que, incluso, cuando se le priva de la hormona tiroidea, podían prevenirse cambios negativos en las células de Purkinje SCA6 mediante la hormona liberadora de la tiroides. Se produjeron resultados similares con riluzol, un medicamento de uso frecuente para tratar otra enfermedad neuromuscular llamada esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como enfermedad de Lou Gehrig.


La disminución de la actividad de la glándula tiroides, una enfermedad conocida como hipotiroidismo, también se produce con la edad y podría estar relacionada con la aparición de SCA6. Muguruma advierte que hay algunos informes de que el hipotiroidismo se relaciona con la ataxia cerebelosa y atrofia cerebelosa, pero todavía no se sabe si los fenotipos de la enfermedad SCA6 están causalmente relacionados con la disminución de la hormona tiroidea".


Ahora que han demostrado la utilidad de este sistema modelo, Muguruma y sus colegas pueden continuar investigando cómo la hormona liberadora del tiroides fue capaz de proteger a las células y, en última instancia, encontrar una cura para este tipo de ataxia espinocerebelosa.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Diseñada una técnica de ingeniería genética capaz de curar la talasemia

Fuente: http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-disenada-tecnica-ingenieria-genetica-capaz-curar-talasemia-201610261537_noticia.html


Permite corregir los genes defectuosos que causan la talasemia y podría también utilizarse para tratar la anemia falciforme y otras enfermedades hereditarias de la sangre.






Cada año nacen en todo el mundo en torno a 300.000 niños con talasemia, tipo de anemia hereditaria que si bien cursa de manera sintomática en la mayoría de los casos, puede llegar a resultar mortal. Un aspecto muy a tener en cuenta dado que se estima que la talasemia es, con cerca de 250 millones de personas afectadas, la enfermedad hereditaria más frecuente a nivel global. Una talasemia que, además, es también conocida como ‘anemia mediterránea’ dado que es más común en la cuenca del Mediterráneo, caso de las regiones del sur de nuestro país –la prevalencia en toda España es de un 2%– y de Italia. Sin embargo, y a pesar de tratarse de una enfermedad genética y, por tanto, heredada, investigadores de la Universidad de Yale en New Haven (EE.UU.) han encontrado un método para curar la talasemia. Y para ello solo se requiere una simple inyección.

Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Nature Communications», describe cómo una nueva técnica de ingeniería genética en la que se emplean ‘piezas’ de ADN sintético que luego serán administradas por vía intravenosa es capaz de corregir las mutaciones que causan la beta talasemia, esto es, la forma de la enfermedad originada por un déficit en la producción en la cadena beta de la hemoglobina. O así sucede, cuando menos, en modelos animales –ratones.


Como explica Peter M. Glazer, director de la investigación, «nuestra técnica proporciona las correcciones a las mutaciones y palía la enfermedad en ratones. Además, nuestros resultados pueden abrir la puerta al desarrollo de estudios con terapias génicas similares para tratar a los pacientes con distintas enfermedades hereditarias de la sangre».



Hace ya años que se sabe que la ingeniería genética podría tener la clave para la curación de algunas de las enfermedades hereditarias de la sangre, caso de la referida talasemia o de la anemia falciforme. El problema es que, por lo general, estas técnicas de ‘edición de genes’, en las que se suprimen o ‘corrigen’ algunas secuencias específicas en el ADN, no pueden emplearse en los seres vivos. Sin embargo, la nueva técnica de ingeniería genética aporta una novedad: combina por primera vez el uso de nanopartículas, de piezas sintéticas de ADN y de una inyección intravenosa.


En primer lugar, los autores identificaron una proteína de la médula ósea con capacidad de activar las células madre hematopoyéticas que dan lugar a las células sanguíneas. Y en segundo lugar, combinaron la proteína con unas moléculas sintéticas denominadas ‘ácidos peptidonucleicos’ (PNA) que imitan el ADN y son capaces de unirse al gen que se pretende corregir –en este caso, un gen de la subunidad beta de la hemoglobina–. Y exactamente, ¿cómo se corrige el gen? Pues las PNA crean una triple hélice con el ADN –una hélice PNA-ADN-PNA, lo que hace que el ADN quede al descubierto– y promueve que sea la propia célula hematopoyética la que corrija la mutación que provoca la enfermedad.


Por tanto, ya tenemos la manera de corregir el gen. Ahora solo queda llevar a cabo el proceso no en un cultivo en un laboratorio, sino en las células madre hematopoyéticas de un organismo vivo, en este caso un modelo animal –ratones–. Y para ello, los investigadores han diseñado una nanopartícula capaz de llegar hasta el gen que debe ser corregido. ¿Y cómo se administran estas nanopartículas cargadas con los PNA? Pues tan solo hay que verterlas en la sangre. Es decir, inyectarlas en el torrente sanguíneo.

Finalmente, los resultados del estudio han constatado la eficacia de la nueva técnica. No en vano, ninguno de los animales tratados volvió a presentar síntomas de talasemia. Es más; los niveles de hemoglobina a los 140 días del procedimiento fueron completamente normales.

Como indica Peter Glazer, director de la investigación, «el resultado fundamental es que con las nanopartículas con los PNA y su infusión endovenosa fuimos capaces de lograr una edición genética suficiente como para curar de forma efectiva la anemia en ratones con talasemia».


Una de las ventajas de la nueva técnica de ingeniería genética es que utiliza pequeñas piezas de ADN sintetizadas químicamente –los PNA–, por lo que no se asocia con los efectos adversos que presentan otras técnicas diseñadas para alterar el genoma. Es el caso de la técnica CRISPR/Cas9, comúnmente conocida como ‘corta-pega genético’, en la que se utilizan enzimas para cortar el ADN y suprimir el gen defectuoso. El problema es que estas enzimas también acaban cortando el ADN en otros sitios, eliminando así otros genes que pueden resultar muy importantes para la célula y, por ende, para el organismo.

Como destaca el director de la investigación, «en nuestro estudio hemos demostrado que hemos reducido de forma extrema los efectos sobre otros genes distintos de aquel sobre el que queremos actuar».

El próximo paso será evaluar la viabilidad de la técnica en ensayos clínicos con seres humanos. Y en caso de alcanzar unos resultados exitosos, los autores plantean el diseño de terapias génicas no solo para el tratamiento de la talasemia, sino también de la anemia falciforme y de otras enfermedades hereditarias de la sangre.

Como concluye Peter Glazer, «podemos corregir un número suficiente de células como para que los pacientes no vuelvan a padecer anemia. Podemos lograr una cura sintomática».


La edición genética hace posible la corrección de mutaciones causantes de la talasemia

Fuente: http://noticiasdelaciencia.com/not/21666/la-edicion-genetica-hace-posible-la-correccion-de-mutaciones-causantes-de-la-talasemia/


Mediante edición genética se ha logrado desencadenar un proceso que ha culminado en la corrección de mutaciones causantes de la talasemia, una forma hereditaria de anemia.


Las técnicas de edición genética tienen un buen potencial para tratar afecciones sanguíneas que son hereditarias, como la talasemia y la anemia drepanocítica, pero su aplicación se ha centrado en células en el laboratorio, sin abarcar también animales vivos.

Un equipo de investigación ha cambiado por fin esta situación, al utilizar una nueva estrategia de edición genética para corregir las mutaciones que causan la talasemia. Su técnica de edición genética ha corregido mutaciones y mitigado la enfermedad en ratones.

La nueva técnica es obra del equipo del Dr. Peter M. Glazer, de la Universidad Yale en Estados Unidos, y se basa en una combinación novedosa de nanopartículas y fragmentos sintéticos de ADN.

El equipo de investigación multidisciplinario identificó una proteína derivada de la médula ósea que posee la capacidad de activar células madre (las que responden mejor a la edición genética). Glazer y sus colaboradores combinaron la proteína con moléculas sintéticas, de las conocidas como PNAs, que imitan el ADN y se unen al gen escogido como objetivo de actuación, para formar una triple hélice. Esto activa los procesos naturales de reparación de la célula, que arreglan la mutación causante de esas alteraciones dañinas para la salud.



A la izquierda, las muestras de sangre de ratones anémicos muestran la forma irregular de los glóbulos rojos. A la derecha, las de sangre de ratones sanos muestran las formas normales de los glóbulos.




A continuación, el equipo utilizó nanopartículas, desarrolladas en el laboratorio de Mark Saltzman, para transportar las PNAs hasta el punto preciso en el que pudieran ejercer su labor.

En los experimentos, el uso de esta técnica corrigió la mutación hasta tal punto que los ratones ya no tenían síntomas de talasemia. Después de 140 días, comprobaron los niveles de hemoglobina en los animales y vieron que eran normales.

Si la estrategia resulta ser eficaz en estudios clínicos, podría conducir al desarrollo de una terapia genética para las personas con talasemia, y potencialmente con anemia drepanocítica y otros trastornos hereditarios de la sangre. “Podríamos corregir suficientes células como para que las personas dejasen de estar anémicas. Podríamos alcanzar una cura sintomática”, explica Saltzman.