MURCIA, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -
El grupo de investigación de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia está estudiando en 63 enfermos de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) un tratamiento experimental que consiste en inyectar células madre en la médula espinal con el objetivo de intentar mejorar la fatal evolución de esta enfermedad.
Se trata de la segunda fase de un ensayo clínico previo en el que este grupo de investigadores ya demostró la seguridad de la operación en pacientes con ELA. Cabe recordar que la ELA no tiene tratamiento curativo y no hay medicamentos eficaces disponibles actualmente, según ha explicado a Europa Press el catedrático de Medicina y coordinador del Grupo de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular, José María Moraleda, que lidera el proyecto.
En concreto, la ELA es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por una pérdida progresiva de motoneuronas, que son unas células que se encuentran en el cerebro y en la médula espinal, que regulan la contracción de los músculos mediante estímulos eléctricos.
Al perderse estas células, por tanto, los músculos dejan de funcionar y estos pacientes se van paralizando progresivamente hasta que la enfermedad alcanza la musculatura respiratoria y el paciente tiene una insuficiencia respiratoria por la que fallece. Por ello, la ELA es particularmente "dramática y desesperanzadora", porque no afecta al intelecto y el paciente es consciente de cómo se va paralizando hasta que lo tienen que intubar y muere.
Sin embargo, las células madre secretan sustancias denominadas factores neurotróficos, es decir, factores de crecimiento que alimentan a las motoneuronas y mejoran el entorno en el que viven, rescatando de la muerte programada a estas células y ejerciendo un efecto beneficioso, según Moraleda, quien también es el coordinador de la red de Terapia Celular del Instituto de Salud Carlos III, que incluye a la mayoría de los grupos españoles que investigan en tratamientos con células madre.
El equipo que coordina el doctor Moraleda lleva muchos años trabajando en este tipo de patología en colaboración con el Profesor Salvador Martinez del Instituto de Neurociencias de Alicante y está compuesto por hematólogos, neurocirujanos, neurólogos, neurofisiólogos, neumólogos, radiólogos, psicólogos y neuropsicólogos de la Arrixaca, aunque también colabora el Hospital Morales Meseguer, en un esfuerzo común para trasladar los adelantos de la investigación en laboratorio al tratamiento de pacientes.
PRIMERA FASE DE LA INVESTIGACIÓN
La primera fase de la investigación consistió en ensayar la intervención en ratones con una enfermedad similar a la ELA, y los doctores comprobaron que las células madre procedentes de la médula ósea -del tuétano del hueso- inyectadas en la médula espinal retrasaban y mejoraban notablemente la función muscular de los animales trasplantados.
Posteriormente, los investigadores de la Arrixaca pidieron autorización a la Agencia Española del Medicamento para realizar un ensayo clínico en pacientes con ELA, en la denominada fase 1 de seguridad, que es el primer y obligado "paso" en el largo proceso que requiere cualquier nuevo tratamiento.
Con esta fase, los investigadores de la Arrixaca se propusieron demostrar que la intervención quirúrgica y la inyección de las células madre en la médula espinal era posible sin peligro para el paciente. Y es que el proceso, denominado laminectomía, implica destapar la parte posterior de la vértebra, exponer la médula espinal y pinchar o inyectar las células madre dentro de ella.
Esta intervención realizada por el doctor Pérez-Espejo del Servicio de Neurocirujía, es "muy delicada y compleja". De hecho, Moraleda recuerda que, en la Facultad de Medicina se enseña a los alumnos que "jamás" se debe pinchar la médula espinal al hacer una punción lumbar, porque si no puede generar un "grave problema".
Sin embargo, los doctores de la Arrixaca probaron la innovadora intervención quirúrgica en un ensayo con 11 pacientes que acabó hace un año y que fue un "éxito", demostrando que era posible pinchar la médula espinal del paciente sin daños clínicos significativos, según Moraleda.
El proceso era tan novedoso que los investigadores encabezados por la doctora Izura del Servicio de Neurofisiología tuvieron que realizar un control "exhaustivo" del paciente durante la intervención, con una monitorización neurofisiológica "permanente" en el quirófano y en tiempo real, para suspender inmediatamente la operación si se observaba algún daño.
Cabe reseñar la importancia de esta nueva técnica, hasta el punto de que ha llevado emparejado el desarrollo de innovaciones de material quirúrgico, que ha sido necesario diseñar para llevar a efecto la intervención. Asimismo, ha sido necesario desarrollar y validar técnicas neurofisiológicas y neuroquirúrgicas.
FASE II DE LA INVESTIGACIÓN
Ahora, el equipo de investigación del hospital está inmerso en la fase II del estudio, que consiste en intentar demostrar, como ya se hizo en animales, la eficacia del tratamiento con células madre de la médula ósea. Para ello, están seleccionando un total de 63 pacientes, que se dividirán en tres grupos, cada uno de 21 personas.
Al primer grupo se le inyectarán las células madre por vía intraespinal, como se hizo en la fase anterior, es decir, en la médula espinal. Al segundo grupo se les administrarán células intratecales, inyectando las células en el líquido cefalorraquídeo que rodea a la médula espinal y dejando a las células que intenten anidar ellas solas, de forma que no es preciso abrir la lámina posterior de la vértebra y supone un menor peligro.
Al tercer grupo de pacientes se le inyectará suero fisiológico en el espacio intratecal, es decir, un placebo que no tiene ningún efecto. El objetivo es que el tercer grupo sirva de grupo control, para evaluar y comparar la eficacia de los otros dos grupos de tratamiento.
Aunque los ensayos con modelos animales han indicado que la inyección intratecal es menos eficaz que la intraespinal, los investigadores se proponen comprobarlo con rigor científico. Y es que la intervención quirúrgica intratecal es más sencilla y tiene un menor coste, por lo que es preciso estudiar su eficacia.
Moraleda explica que lo "científicamente ideal" sería tener un grupo de control al que se le inyectara el placebo directamente en la médula espinal, pero el doctor explica que sería asumir demasiado riesgo en tener que abrir las vértebras para introducir una sustancia inerte que no tendría ningún efecto beneficioso, por lo que no lo consideraron ético, y han descartado su utilización.
El estudio con los tres grupos será "ciego", es decir, ni los pacientes ni los doctores que administrarán el tratamiento sabrán si se les aplica el placebo o las células madre.
Tras introducir las células madre, los médicos medirán cada tres meses cómo evolucionan las neuronas motoras de estos pacientes, realizando estudios neurológicos y respiratorios. Asimismo, realizarán muchas resonancias magnéticas al nivel del lugar de la inyección y en el cerebro, y evaluarán la calidad de vida y la evolución psicológica de los pacientes.
Si finalmente se constata la eficacia del tratamiento, los doctores lo aplicarán también a quienes recibieron el placebo. Moraleda ha recordado que los ratones no se han curado recibiendo el tratamiento, pero sí que se ralentiza significativamente la evolución de la enfermedad y se modifica positivamente su historia natural.
El objetivo es que la inclusión de pacientes acabe a finales de 2012 o principios de 2013, cuando se publicará algún dato preliminar. El estudio finalizará cuando todos los pacientes trasplantados lleven al menos un año de seguimiento. Una vez finalizado, si se demuestra que es eficaz los datos se presentarán a la Agencia Española del Medicamento y se podría aplicar a todos los pacientes.
El grupo de investigación de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia está estudiando en 63 enfermos de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) un tratamiento experimental que consiste en inyectar células madre en la médula espinal con el objetivo de intentar mejorar la fatal evolución de esta enfermedad.
Se trata de la segunda fase de un ensayo clínico previo en el que este grupo de investigadores ya demostró la seguridad de la operación en pacientes con ELA. Cabe recordar que la ELA no tiene tratamiento curativo y no hay medicamentos eficaces disponibles actualmente, según ha explicado a Europa Press el catedrático de Medicina y coordinador del Grupo de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular, José María Moraleda, que lidera el proyecto.
En concreto, la ELA es una enfermedad neurodegenerativa que se caracteriza por una pérdida progresiva de motoneuronas, que son unas células que se encuentran en el cerebro y en la médula espinal, que regulan la contracción de los músculos mediante estímulos eléctricos.
Al perderse estas células, por tanto, los músculos dejan de funcionar y estos pacientes se van paralizando progresivamente hasta que la enfermedad alcanza la musculatura respiratoria y el paciente tiene una insuficiencia respiratoria por la que fallece. Por ello, la ELA es particularmente "dramática y desesperanzadora", porque no afecta al intelecto y el paciente es consciente de cómo se va paralizando hasta que lo tienen que intubar y muere.
Sin embargo, las células madre secretan sustancias denominadas factores neurotróficos, es decir, factores de crecimiento que alimentan a las motoneuronas y mejoran el entorno en el que viven, rescatando de la muerte programada a estas células y ejerciendo un efecto beneficioso, según Moraleda, quien también es el coordinador de la red de Terapia Celular del Instituto de Salud Carlos III, que incluye a la mayoría de los grupos españoles que investigan en tratamientos con células madre.
El equipo que coordina el doctor Moraleda lleva muchos años trabajando en este tipo de patología en colaboración con el Profesor Salvador Martinez del Instituto de Neurociencias de Alicante y está compuesto por hematólogos, neurocirujanos, neurólogos, neurofisiólogos, neumólogos, radiólogos, psicólogos y neuropsicólogos de la Arrixaca, aunque también colabora el Hospital Morales Meseguer, en un esfuerzo común para trasladar los adelantos de la investigación en laboratorio al tratamiento de pacientes.
PRIMERA FASE DE LA INVESTIGACIÓN
La primera fase de la investigación consistió en ensayar la intervención en ratones con una enfermedad similar a la ELA, y los doctores comprobaron que las células madre procedentes de la médula ósea -del tuétano del hueso- inyectadas en la médula espinal retrasaban y mejoraban notablemente la función muscular de los animales trasplantados.
Posteriormente, los investigadores de la Arrixaca pidieron autorización a la Agencia Española del Medicamento para realizar un ensayo clínico en pacientes con ELA, en la denominada fase 1 de seguridad, que es el primer y obligado "paso" en el largo proceso que requiere cualquier nuevo tratamiento.
Con esta fase, los investigadores de la Arrixaca se propusieron demostrar que la intervención quirúrgica y la inyección de las células madre en la médula espinal era posible sin peligro para el paciente. Y es que el proceso, denominado laminectomía, implica destapar la parte posterior de la vértebra, exponer la médula espinal y pinchar o inyectar las células madre dentro de ella.
Esta intervención realizada por el doctor Pérez-Espejo del Servicio de Neurocirujía, es "muy delicada y compleja". De hecho, Moraleda recuerda que, en la Facultad de Medicina se enseña a los alumnos que "jamás" se debe pinchar la médula espinal al hacer una punción lumbar, porque si no puede generar un "grave problema".
Sin embargo, los doctores de la Arrixaca probaron la innovadora intervención quirúrgica en un ensayo con 11 pacientes que acabó hace un año y que fue un "éxito", demostrando que era posible pinchar la médula espinal del paciente sin daños clínicos significativos, según Moraleda.
El proceso era tan novedoso que los investigadores encabezados por la doctora Izura del Servicio de Neurofisiología tuvieron que realizar un control "exhaustivo" del paciente durante la intervención, con una monitorización neurofisiológica "permanente" en el quirófano y en tiempo real, para suspender inmediatamente la operación si se observaba algún daño.
Cabe reseñar la importancia de esta nueva técnica, hasta el punto de que ha llevado emparejado el desarrollo de innovaciones de material quirúrgico, que ha sido necesario diseñar para llevar a efecto la intervención. Asimismo, ha sido necesario desarrollar y validar técnicas neurofisiológicas y neuroquirúrgicas.
FASE II DE LA INVESTIGACIÓN
Ahora, el equipo de investigación del hospital está inmerso en la fase II del estudio, que consiste en intentar demostrar, como ya se hizo en animales, la eficacia del tratamiento con células madre de la médula ósea. Para ello, están seleccionando un total de 63 pacientes, que se dividirán en tres grupos, cada uno de 21 personas.
Al primer grupo se le inyectarán las células madre por vía intraespinal, como se hizo en la fase anterior, es decir, en la médula espinal. Al segundo grupo se les administrarán células intratecales, inyectando las células en el líquido cefalorraquídeo que rodea a la médula espinal y dejando a las células que intenten anidar ellas solas, de forma que no es preciso abrir la lámina posterior de la vértebra y supone un menor peligro.
Al tercer grupo de pacientes se le inyectará suero fisiológico en el espacio intratecal, es decir, un placebo que no tiene ningún efecto. El objetivo es que el tercer grupo sirva de grupo control, para evaluar y comparar la eficacia de los otros dos grupos de tratamiento.
Aunque los ensayos con modelos animales han indicado que la inyección intratecal es menos eficaz que la intraespinal, los investigadores se proponen comprobarlo con rigor científico. Y es que la intervención quirúrgica intratecal es más sencilla y tiene un menor coste, por lo que es preciso estudiar su eficacia.
Moraleda explica que lo "científicamente ideal" sería tener un grupo de control al que se le inyectara el placebo directamente en la médula espinal, pero el doctor explica que sería asumir demasiado riesgo en tener que abrir las vértebras para introducir una sustancia inerte que no tendría ningún efecto beneficioso, por lo que no lo consideraron ético, y han descartado su utilización.
El estudio con los tres grupos será "ciego", es decir, ni los pacientes ni los doctores que administrarán el tratamiento sabrán si se les aplica el placebo o las células madre.
Tras introducir las células madre, los médicos medirán cada tres meses cómo evolucionan las neuronas motoras de estos pacientes, realizando estudios neurológicos y respiratorios. Asimismo, realizarán muchas resonancias magnéticas al nivel del lugar de la inyección y en el cerebro, y evaluarán la calidad de vida y la evolución psicológica de los pacientes.
Si finalmente se constata la eficacia del tratamiento, los doctores lo aplicarán también a quienes recibieron el placebo. Moraleda ha recordado que los ratones no se han curado recibiendo el tratamiento, pero sí que se ralentiza significativamente la evolución de la enfermedad y se modifica positivamente su historia natural.
El objetivo es que la inclusión de pacientes acabe a finales de 2012 o principios de 2013, cuando se publicará algún dato preliminar. El estudio finalizará cuando todos los pacientes trasplantados lleven al menos un año de seguimiento. Una vez finalizado, si se demuestra que es eficaz los datos se presentarán a la Agencia Española del Medicamento y se podría aplicar a todos los pacientes.
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