jueves, 29 de marzo de 2012

Células madre embrionarias humanas y tratamiento del Parkinson en primates

Fuente: www.ehu.es, marzo de 2012

Las células madre embrionarias (hESC) son células madre pluripotentes derivadas de la masa celular interna del blastocisto, un embrión en estadío temprano. Los embriones humanos alcanzan el estadío de blastocisto 4-5 días después de la fecundación, momento en el que suelen constar de entre 50 y 150 células. El aislamiento del embrioblasto o masa celular interna (ICM) conlleva la destrucción del embrión humano fecundado, lo cual plantea problemas éticos relacionados con la obtención de estas líneas embrionarias. Una vez que se han generado, las células madre embrionarias humanas se cultivan en el laboratorio con una capa alimentadora de fibroblastos de embriones de ratón (MEFs) y presencia del factor de crecimiento básico de fibroblastos (bFGF o FGF-2), para mantener su estado indiferenciado.

En los últimos años se han generado diversas líneas hESC, principalmente a partir de embriones supernumerarios y de teratocarcinomas. Desde agosto de 2009, el Registro Europeo de Células Madre Humanas (hESCreg) contiene información sobre 252 líneas de células madre obtenidas en Europa y sobre otras 349 líneas de células madre que han obtenido en países no europeos. Este registro actúa como una plataforma para la coordinación y la cooperación entre los 73 proveedores de hESC que existen actualmente (32 de UE y 41 de fuera de la UE) procedentes de 23 países de todo el mundo (13 de UE y 10 de fuera de la UE). La mayoría de estas líneas de hESC poseen defectos genéticos inherentes que causan enfermedades comunes como la fibrosis quística o la hemofilia. Otras son líneas modificadas genéticamente que portan genes marcadores. Se considera que todas estas líneas son los principales candidatos para la investigación de enfermedades específicas y para ensayar potenciales terapias regenerativas y farmacológicas.

De momento, la investigación con hESC con objetivos terapeúticos se encuentra en la mayor parte de los casos en fase de ensayo preclínico (ensayos en animales o en cultivos in vitro). Un ejemplo de ello es el trabajo que se ha publicado online en la revista Stem Cells, aceptado en febrero de 2012.

El trabajo, dirigido por Jun Takahashi, de la Universidad de Kyoto, en Japón, ha consistido en analizar la seguridad y la efectividad de inyectar células madre embrionarias humanas en el cerebro de monos modelo para la enfermedad de Parkinson. Se trata de monos cuyo cerebro ha sido dañado por una sustancia química que destruye las neuronas productoras de dopamina. Los síntomas tras esta destrucción de neuronas son similares a los del Parkinson. Los autores analizan si, al inyectar en el cerebro de estos monos células hESC que se han diferenciado hacia neuronas en el laboratorio, se generan tumores y si mejora su estado de salud.

En cuanto a la formación de tumores, los resultados indican que las células residuales no diferenciadas que expresan marcadores ESC y que están presentes en la preparación celular, pueden inducir la formación de tumores en el cerebro de mono. Por el contrario, una preparación de células que han madurado gracias al cultivo durante 42 días con BDNF / GDNF, no forman tumores, y sobrevivió como neuronas dopaminérgicas.

En cuanto a la capacidad “curativa” de estas células, se inyectaron en el cerebro de 2 monos. Seis meses más tarde, los monos habían recuperado entre el 20 y el 45 por ciento del movimiento que habían perdido por el tratamiento químico. Un año después del tratamiento con hESC, el análisis post-mortem indicaba que las células se habían convertido en neuronas secretoras de dopamina plenamente activas. Otro mono que recibió menos células nerviosas maduras también mostró mejoría.

Los autores creen que estos resultados apoyan la idea de que las hESC humanas, si está debidamente diferenciadas, pueden servir como una fuente de neuronas dopaminérgicas sin formar ningún tumor en el cerebro de primates. La aplicación de este tipo de tecnología a humanos, no se espera que suceda en breve: los autores creen que deberán trascurrir de 4 a 6 años antes de que se inicien los ensayos clínicos correspondientes.




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