El País, 1 de abril.-
Biocruces, el nuevo Instituto Vasco para la Ciencia y la Salud, promovido por Sanidad e inaugurado oficialmente el pasado jueves, centrará gran parte de su atención investigadora en las denominadas terapias avanzadas. El principal centro de investigación sanitaria de Euskadi, en el que trabajan 595 profesionales de alta cualificación —el 78% pertenece a Osakidetza—, contará desde finales de año con una unidad de fabricación de medicamentos celulares —más conocida como sala blanca-. Esta instalación de trabajo en ambiente controlado se dedicará en concreto a la fabricación de células madre de uso clínico con rango de medicamento para distintas aplicaciones terapéuticas. Es el primer equipamiento de este tipo con que cuenta un centro público vasco.
En las dos últimas décadas, el progreso en el conocimiento y el desarrollo de métodos y tecnologías de investigación avanzada en biología celular y molecular ha permitido crear una nueva disciplina: la medicina regenerativa. Su finalidad es conseguir la reparación y recuperación funcional de tejidos dañados o lesionados. “Biocruces responderá a las grandes preguntas de las grandes patologías. Se trata de transformar el potencial científico en bienestar humano”, señala su director científico, Ildefonso Martínez de la Fuente.
El centro participa en 155 proyectos científicos nacionales e internacionales, y también investigará sobre las denominadas enfermedades raras —las que afectan a menos de cinco personas por cada 10.000 habitantes— como la osteogénesis imperfecta —los huesos de cristal— o la histiocitosis infantil. “Vamos a trabajar tanto en enfermedades comunes con un enorme impacto social como en las raras, porque para nosotros una persona ya es lo más importante”, asegura Martínez de la Fuente.
Otra gran área de trabajo del instituto serán las nanopartículas, enfocadas a mejorar el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades. Uno de los problemas para abordar el cáncer, por ejemplo, sigue siendo la falta de especificidad para diferenciar entre células sanas y enfermas, de manera que todas se ven afectadas por el tratamiento.
Un grupo de investigación de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV intenta solucionar este problema usando nanohidrogeles inteligentes —pequeñas partículas capaces de detectar las células enfermas y liberar el fármaco donde resulta necesario-.
Biocruces favorecerá el desarrollo de tecnología para hacer seguimiento en tiempo real de distintas clases de pacientes. Es decir, se crearán nuevos dispositivos para el diagnóstico y tratamiento, equipamiento quirúrgico, nuevos materiales y fármacos, productos biotecnológicos y para la ayuda a la dependencia y procesos asistenciales.
La investigación se extenderá tanto a enfermedades comunes como raras. El instituto participa en 155 proyectos científicos nacionales e internacionales. Entre estos últimos, se pueden destacar seis europeos financiados con más de un millón y medio de euros. Además, lidera uno de los principales proyectos continentales en neonatología dotado con un millón de euros. También coordina y participa en un número relevante de organizaciones biomédicas, tanto españolas como internacionales.
Biocruces es un referente de investigación en el País Vasco en diversas áreas que abarcan diferentes especialidades, como las demencias, las técnicas de braquiterapia HDR en el tratamiento de cáncer de próstata y ginecológico, la infección por citomegalovirus, las enfermedades autoinmunes y las artropatías cristalinas, entre otras. Igualmente es un centro de referencia internacional en la investigación en enfermedades metabólicas.
Las áreas básicas de investigación son siete: cáncer; endocrino; metabolismo y nutrición; neurociencias; salud maternoinfantil y reproducción asistida; enfermedades inflamatorias, crónicas e infecciosas y cirugía y biotecnología.
Los 73 grupos científicos trabajan repartidos por distintas áreas del hospital baracaldés con un presupuesto anual de 2,5 millones de euros. Dentro de unos dos años contará con un complejo propio, ubicado también dentro de dicho centro sanitario, que sumará más de 8.000 metros cuadrados en sus seis plantas y 400 laboratorios. En otoño próximo arrancarán las obras, cuyo coste se elevará hasta los 10 millones de euros. La financiación del centro corre a cargo del Instituto de Salud Carlos III, al que se le deberá reembolsar la partida sin intereses en los próximos años.
El Hospital de Cruces cuenta con una larga trayectoria investigadora que se remonta más de 23 años atrás, pero Biocruces se puso inicialmente en marcha a finales de 2010con el fin de reagrupar a todas sus unidades y ganar competitividad.
El año pasado, sus investigadores publicaron 354 artículos científicos. El primer instituto de investigación sanitaria que se abrió en Euskadi fue Biodonostia, inaugurado en el mes de noviembre de 2010, que cuenta con 270 profesionales. En España existen cinco institutos parecidos al vizcaíno: cuatro están en Barcelona (Vall d'Hebron, Clínic, Trías y Pujol y Bellvitge) y el restante en Sevilla (Virgen del Rocío).
Biocruces, el nuevo Instituto Vasco para la Ciencia y la Salud, promovido por Sanidad e inaugurado oficialmente el pasado jueves, centrará gran parte de su atención investigadora en las denominadas terapias avanzadas. El principal centro de investigación sanitaria de Euskadi, en el que trabajan 595 profesionales de alta cualificación —el 78% pertenece a Osakidetza—, contará desde finales de año con una unidad de fabricación de medicamentos celulares —más conocida como sala blanca-. Esta instalación de trabajo en ambiente controlado se dedicará en concreto a la fabricación de células madre de uso clínico con rango de medicamento para distintas aplicaciones terapéuticas. Es el primer equipamiento de este tipo con que cuenta un centro público vasco.
En las dos últimas décadas, el progreso en el conocimiento y el desarrollo de métodos y tecnologías de investigación avanzada en biología celular y molecular ha permitido crear una nueva disciplina: la medicina regenerativa. Su finalidad es conseguir la reparación y recuperación funcional de tejidos dañados o lesionados. “Biocruces responderá a las grandes preguntas de las grandes patologías. Se trata de transformar el potencial científico en bienestar humano”, señala su director científico, Ildefonso Martínez de la Fuente.
El centro participa en 155 proyectos científicos nacionales e internacionales, y también investigará sobre las denominadas enfermedades raras —las que afectan a menos de cinco personas por cada 10.000 habitantes— como la osteogénesis imperfecta —los huesos de cristal— o la histiocitosis infantil. “Vamos a trabajar tanto en enfermedades comunes con un enorme impacto social como en las raras, porque para nosotros una persona ya es lo más importante”, asegura Martínez de la Fuente.
Otra gran área de trabajo del instituto serán las nanopartículas, enfocadas a mejorar el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades. Uno de los problemas para abordar el cáncer, por ejemplo, sigue siendo la falta de especificidad para diferenciar entre células sanas y enfermas, de manera que todas se ven afectadas por el tratamiento.
Un grupo de investigación de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV intenta solucionar este problema usando nanohidrogeles inteligentes —pequeñas partículas capaces de detectar las células enfermas y liberar el fármaco donde resulta necesario-.
Biocruces favorecerá el desarrollo de tecnología para hacer seguimiento en tiempo real de distintas clases de pacientes. Es decir, se crearán nuevos dispositivos para el diagnóstico y tratamiento, equipamiento quirúrgico, nuevos materiales y fármacos, productos biotecnológicos y para la ayuda a la dependencia y procesos asistenciales.
La investigación se extenderá tanto a enfermedades comunes como raras. El instituto participa en 155 proyectos científicos nacionales e internacionales. Entre estos últimos, se pueden destacar seis europeos financiados con más de un millón y medio de euros. Además, lidera uno de los principales proyectos continentales en neonatología dotado con un millón de euros. También coordina y participa en un número relevante de organizaciones biomédicas, tanto españolas como internacionales.
Biocruces es un referente de investigación en el País Vasco en diversas áreas que abarcan diferentes especialidades, como las demencias, las técnicas de braquiterapia HDR en el tratamiento de cáncer de próstata y ginecológico, la infección por citomegalovirus, las enfermedades autoinmunes y las artropatías cristalinas, entre otras. Igualmente es un centro de referencia internacional en la investigación en enfermedades metabólicas.
Las áreas básicas de investigación son siete: cáncer; endocrino; metabolismo y nutrición; neurociencias; salud maternoinfantil y reproducción asistida; enfermedades inflamatorias, crónicas e infecciosas y cirugía y biotecnología.
Los 73 grupos científicos trabajan repartidos por distintas áreas del hospital baracaldés con un presupuesto anual de 2,5 millones de euros. Dentro de unos dos años contará con un complejo propio, ubicado también dentro de dicho centro sanitario, que sumará más de 8.000 metros cuadrados en sus seis plantas y 400 laboratorios. En otoño próximo arrancarán las obras, cuyo coste se elevará hasta los 10 millones de euros. La financiación del centro corre a cargo del Instituto de Salud Carlos III, al que se le deberá reembolsar la partida sin intereses en los próximos años.
El Hospital de Cruces cuenta con una larga trayectoria investigadora que se remonta más de 23 años atrás, pero Biocruces se puso inicialmente en marcha a finales de 2010con el fin de reagrupar a todas sus unidades y ganar competitividad.
El año pasado, sus investigadores publicaron 354 artículos científicos. El primer instituto de investigación sanitaria que se abrió en Euskadi fue Biodonostia, inaugurado en el mes de noviembre de 2010, que cuenta con 270 profesionales. En España existen cinco institutos parecidos al vizcaíno: cuatro están en Barcelona (Vall d'Hebron, Clínic, Trías y Pujol y Bellvitge) y el restante en Sevilla (Virgen del Rocío).
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