martes, 11 de septiembre de 2012

Las células madre tumorales explican la resistencia a la quimioterapia

Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/09/10/actualidad/1347303386_286351.html
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/09/10/actualidad/1347297131_207653.html
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/09/10/oncologia/1347304921.html
http://salud.ideal.es/oncologia/1233-dos-espanoles-descubren-un-sistema-para-atacar-a-las-celulas-madre-tumorales.html


La presencia de células madre como las embrionarias puede ser la respuesta a muchos de los comportamientos de los tumores. Según un trabajo realizado en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York que publica Cancer cell, son la clave de la aparición de resistencias a la quimioterapia, y determinan su agresividad. El trabajo lo firman, entre otros, los investigadores españoles Carlos Cordón-Cardó y Josep Domingo-Domenech. “Es la primera vez que se identifican estas células embrionarias en un tumor”, y se describe su papel en “el proceso de resistencia” a la quimioterapia y la progresión tumoral, indica Cordón-Cardó.



El cáncer de próstata es el segundo en incidencia en España entre hombres tras el de pulmón y también el segundo en muertes (5.875 en 2010 según el Instituto Nacional de Estadística). “Muchos grupos hablan de células madre sin especificar sus características”, insiste el investigador principal del trabajo, quien recalca que las que ellos han identificado son “las primeras con un fenotipo embrionario”, que son las auténticas células madre totipotentes (que pueden diferenciarse en cualquier tipo de las humanas). “Las otras son pluripotentes”, con una capacidad de transformación menor. “Están más diferenciadas”, recalca Domingo-Domenech.

Esta peculiaridad la tienen los investigadores perfectamente identificada, y explica muchas de las propiedades de estas células. Los investigadores explican que por ser de origen embrionario son muy resistentes a las mutaciones. “Esto es lógico, se dividen muy poco y enseguida se enmascaran”, añade Cordón-Cardó. Evolutivamente, unas células madre fácilmente modificables por elementos externos, que mutaran pronto, no tendrían mucho sentido, ya que supondrían una gran variabilidad y debilidad en el ser humano que tiene que desarrollarse a partir de ellas, indican.

Pero eso es, a la vez, un inconveniente cuando se relacionan con un tumor. Los ensayos realizados muestran que son inmunes ante la quimioterapia. Por eso se supone que están detrás de las recaídas en las personas que han sido tratadas de un tumor. “Tienen una resistencia innata, no adquirida”, indica el médico.


En cambio, el hecho de que sean células embrionarias que se mantienen sin cambiar en organismos adultos tiene unas ventajas desde el punto de vista práctico. “Se han podido seguir y atacar por medio de dos de sus vías de señalización, que están muy marcadas”, dice Cordón-Cardó. Se trata de dos muy conocidas en el desarrollo embrionario, la Notch y la Hedgehog. Para explicar su importancia, el investigador recurre a un símil. “Las células, como todos los organismos complejos, son como una ciudad, con sus luces y sus semáforos, que se activan según las necesidades”. La importancia de las dos vías de señalización es que son “como Broadway, como la Gran Vía de Madrid o la Diagonal de Barcelona. Si se atacan, si se cierran, la ciudad —en este caso la célula— se colapsa”. “Estas vías son como nudos céntricos. Son críticas en el desarrollo embrionario, pero también en los tumores adultos posteriores”, indica Cordón-Cardó. Otra característica importante es que se trata de células madre “de la madre”. Y, por lo tanto “no tienen código de barras; son células fantasma”, dice Cordón-Cardó. Se refiere al investigador a una característica clave: que son HLA negativas. El HLA es como la huella dactilar de las células, lo que permite que el sistema inmune las identifique y, si son extrañas, las ataque. Por eso ese factor es el que se mide para ver la compatibilidad en los trasplantes. Al ser HLA negativas, estas células son invisibles para el sistema inmunitario, explica Córdón-Cardó, lo que explica por qué intentos de eliminar el cáncer con tratamientos inmunomoduladores fracasan.

Aunque el trabajo se ha hecho en tumores de próstata, los investigadores afirman que ya tienen preparados artículos que indican que “son universales”. “Por eso estamos convencidos de que estamos ante un cambio en el paradigma del tratamiento del cáncer”, afirma el director del trabajo. “No las hemos aislado sólo en ratones, sino en tejidos de humanos, lo que demuestra que no son un artefacto de laboratorio”, insiste Domingo-Doménech.

Hasta aquí, podría tratarse de uno de esos descubrimientos teóricamente muy importantes, pero que tienen una difícil aplicación. Pero el investigador principal dice que, en este caso, no es así. “Queríamos estudiar algo que tuviera traslación práctica. Y la ventaja es que para ambas vías de señalización hay ya fármacos en ensayos”, añade. Por eso los investigadores opinan que esta vez todo va a ser más rápido. “Ya hemos visto que la cantidad de células madre determina la evolución del tumor. El número sirve para predecir. Eso tiene sentido. Los grandes ejércitos con grandes generales son los que ganan las guerras”, dice Cordón-Cardó.

Pero, además, “existen inhibidores del Notch y del Hedgehog en fase II”, redunda Domingo-Doménech. “Pero lo que no se ha probado es la combinación”. “La combinación única es algo que se puede trasladar a la práctica. No queremos dar falsas esperanzas, pero no estamos hablando de algo a 20 años. Creemos, de verdad, que estamos ante un cambio en el paradigma del tratamiento del cáncer”, dice Cordón-Cardó.




UNA NUEVA HIPÓTESIS DE TRABAJO

Los oncólogos están cada vez más convencidos de una hipótesis novedosa y rompedora. Dicen que los tumores no son un mero crecimiento caótico de células proliferando sin orden, sino que se desarrollan, en el fondo, de una forma muy similar a los tejidos y los órganos sanos: a partir de unas pocas células madre programadas para dividirse y diferenciarse de una forma ordenada y jerárquica. Programadas, por tanto, para generar el tumor, y también para reproducirlo. La mera idea resulta en cierto modo aterradora, pero explorarla a fondo puede ser la única forma de vencer a los cánceres más insidiosos, los que se hacen resistentes a la mejor quimioterapia disponible para cada caso, e incluso a la extirpación.

La hipótesis no se puede considerar demostrada, pero en tan solo el último par de meses ha recibido unos apoyos experimentales difíciles de ignorar. Primero con tres trabajos publicados en Nature y Science sobre tres de los cánceres más refractarios al tratamiento, los de cerebro, piel e intestino. Y ahora con el trabajo de los científicos de Nueva York sobre el cáncer de próstata, responsable por sí solo de la muerte de 5.000 hombres al año en España. Hay cientos de tipos de tumores —ese es uno de los grandes obstáculos para luchar contra esta enfermedad—, pero tal vez no sea necesario comprobar la hipótesis en todos ellos antes de que los tratamientos experimentales contra las células madre empiecen a considerarse poco a poco una opción clínica.

El caso del cáncer de próstata es una ilustración perfecta del tipo de fenómenos implicados. Inicialmente suelen responder bien a los tratamientos hormonales, pero la mayoría de los pacientes acaban desarrollando resistencia a esas estrategias. La opción es entonces la quimioterapia con docetaxel, que funciona bien durante un tiempo. Pero, nuevamente, muchos tumores se hacen resistentes al tratamiento con ese fármaco. A partir de ahí no hay muchas más opciones terapéuticas, con resultados a menudo fatales.

Los científicos del Hospital Monte Sinaí han identificado las células del tumor de próstata que, justamente, sobreviven a la quimioterapia con docetaxel. Y han demostrado que son células madre, por todos los criterios disponibles para calificarlas así. Entre otros, que son capaces de regenerar el tumor, y esta vez en una forma refractaria a la quimioterapia.

Las células madre tienen en común ciertos circuitos genéticos esenciales. Tal vez el descubrimiento más importante del nuevo trabajo sea que inhibir esos circuitos es capaz, en combinación con la quimioterapia convencional, de evitar la recurrencia en modelos experimentales. Es una idea que debe explorarse a fondo en todos los tipos de cáncer.

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