martes, 4 de septiembre de 2012

LAS CÉLULAS MADRE Y EL PERIODISMO DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA

Artículo publicado por A.M. Santos (amsantosmd@gmail.com) en  http://medicablogs.diariomedico.com/santos/2012/08/23/las-celulas-madre-y-el-periodismo-cientifico/


En un mundo tan especializado como este, también el periodismo, por fuerza, ha de estarlo. Pero entre todos los campos que asumen los profesionales de la información (la política, el arte y la cultura, la economía, los deportes…) quizás el dedicado a la ciencia y las tecnologías es uno de los más complejos.

Al emitir tal aseveración, no sólo tengo en cuenta las dificultades que supone el manejo de conceptos y procesos sumamente abstractos -por momentos verdaderamente crípticos- para el común de los mortales. Tampoco esa enrevesada terminología técnica que precisa de un enorme esfuerzo de interpretación y traducción al lenguaje del ciudadano corriente. Todos estos escollos están presentes, aunque en diferente grado, en otras de las especializaciones del periodismo. No, más bien me refiero a que cuando se habla de ciencia y tecnología, siempre existe un alcance que va más allá del mensaje directo, algo a lo que podríamos designar como implicaciones meta-textuales. Esto último es algo siempre presente en las informaciones concernientes a las «ciencias de la vida y la salud», toda una “super-especialidad” dentro del «periodismo de divulgación científica».

Cuando se habla de cualquier tema relativo a la vida o a la salud, se está tocando un tópico sensible y profundo para toda persona, especialmente para aquellos que están enfermos y sus allegados. La enfermedad es una de las mayores formas de pobreza y limitación, una circunstancia en donde se tensa al máximo las fibras de nuestra condición humana. En efecto, son asuntos que no se deben de tomar nunca a la ligera, de ahí se desprende el elevado nivel de rigor y objetividad con que se han de tratar estos temas en los medios de comunicación social. Por tanto, todo material de la prensa general (impresa, radiofónica o televisiva) que haga alusión o presente un procedimiento diagnóstico, curativo o de rehabilitación, requiere de suma seriedad y ponderación.

Resulta evidente que, dado el escaso margen que este terreno ofrece para la improvisación o el “floreo”, el periodista especializado ha de contar con conocimientos biomédicos básicos de índole técnica y científica. Pero también habrá de tener suficiente dominio de aspectos bioéticos como son la confidencialidad y el resguardo del secreto médico, el consentimiento informado y la ética de la investigación con seres humanos. Asimismo, siempre deberá tener presente los aspectos biojurídicos de la legislación vigente, tanto en el contexto en el que se origina la información, como en el que se encuentran sus destinatarios finales. Visto así, el asunto no parece cosa sencilla, pero ¿acaso lo es la salud y la vida de las personas?.

En los artículos o notas periodísticas, siempre se debe distinguir si determinado procedimiento se encuentra en fase de investigación / ensayo clínico, o si ya está en fase de aplicación clínica. Y en este último caso, si ésta es generalizada o sólo está disponible en ciertos centros. También es imprescindible hacer referencia a su nivel de seguridad, así como a sus problemas y limitaciones. No es nada ético presentar solo el lado positivo de las tecnologías o hacer creer que son efectivas el 100% de las veces en el 100% de los sujetos. Tampoco lo es no aclarar que para ser tributario de un tipo específico de procedimiento médico, por lo general se tienen en cuenta muchos aspectos (p. ej.: la edad, el tipo específico y la etapa de la enfermedad, presencia de otras patologías, tratamientos previos o concomitantes, alternativas potencialmente eficaces, factores contextuales, entre muchos otros). Es en base al análisis individualizado de tales elementos que se establecen los criterios de indicación -así como el nivel de prioridad- para la aplicación de determinada tecnología.

Cuando pasa por alto estos aspectos la prensa puede -traicionando sus fines- crear confusión o generar falsas expectativas, entre otras muchas consecuencias, algunas abiertamente lesivas de la dignidad de las personas. Sin embargo, tales resultados casi nunca los llegará a apreciar el periodista implicado. En cambio, no resulta del todo raro o infrecuente que a nuestras consultas acudan pacientes bastante desorientados, solicitando tratamientos que más que «ciencia» son pura «ficción». Al final terminan cargados de desánimo, irritación o de depresión. Sentimientos estos que podrían llegar a repercutir desfavorablemente en la adherencia (o sea su capacidad de seguimiento o cumplimiento) de aquellas terapias y recursos que, aunque convencionales, sí han demostrado tener un adecuado equilibro costo/efectividad y riesgo/beneficio.

Otro aspecto no menos importante es la necesidad de una referencia clara y directa a la fuente original de todo hallazgo o información científica: autor(es) e institución(es) auspiciante(s), así como fecha y datos de la publicación. En el caso de los medios digitales, son muy valiosos los hipervínculos a la fuente original o en su defecto, a una de tipo secundario. Asimismo, en caso de que se trate de un tema en el que no exista consenso en la comunidad científica, es preciso señalar los aspectos discutidos y brindar acceso a las opiniones divergentes. Cuando se habla de ciencia, la omisión de estos aspectos denota simplismo y escaso rigor, o bien una visión paternalista, muy poco respetuosa de la capacidad del público para la autogestión responsable del conocimiento.

Detalles tan elementales como estos, usualmente observados en sitios de corte informal o alternativo como los blogs y las redes sociales, con demasiada frecuencia, son pasados por alto en las publicaciones más serias. A modo de ejemplo, tomaré una nota relacionada con la cardiología que hace poco encontré en la web del diario Juventud Rebelde. Aquí les va el texto íntegro:


"Un spray eléctrico para reparar corazones. Un spray eléctrico para reparar corazones fue creado por un grupo de investigadores de la Fundación Británica del Corazón. El dispositivo dispara 10,000 voltios junto a un chorro de células cardiacas, con lo cual se espera poder reparar el área afectada tras un infarto, ya que es capaz de generar capas de células cardiacas latentes que se posicionarían en el tejido dañado. El spray está conformado por una jeringa que contiene células cardiacas y un generador de corriente que permite disparar y controlar, mediante un campo eléctrico, las células del corazón".


El tema resulta interesante, pero el texto es en extremo breve y poco preciso. Por otro lado, no cuenta con ninguna referencia a una revista, agencia de prensa o sitio institucional donde sea posible abundar en detalles, como la fase de desarrollo en la que se encuentra tal dispositivo, así como su real utilidad y viabilidad. Si quisiéramos encontrar esos datos, necesitaríamos invertir un tiempo precioso (precisamente lo que menos tenemos) y eso, en el caso de que con mucha maña -y no poca dosis de suerte- diéramos con una información de suficiente calidad y fiabilidad en este enorme pajar que es la WWW. Al final, este tipo de notas nos aporta muy poco a los profesionales y casi nada al público general. Reportes deficientes de este tipo sobran por doquier, tanto en medios locales como foráneos. Al parecer, este tipo de “noticias” salta de un medio a otro (¿para rellenar espacios?), sufriendo todo tipo de tijeretazos. Así, llega el momento que resulta imposible saber de dónde salió y que decía originalmente.

Otro tanto sucede cuando se trata de un reportaje. Al respecto resulta muy ilustrativo el aparecido en la edición impresa del diario Granma correspondiente al pasado martes 17 de julio. Allí, en su página 2, se reporta la introducción en el Cardiocentro de Villa Clara del implante de células madre en el tratamiento de afecciones cardiacas. Hasta donde he podido indagar, el artículo nunca fue replicado en la versión digital del mencionado diario, aunque una nota aún más breve sobre el tema, fue publicada por la Agencia de Información Nacional. Resulta que en la información no se aclara que dicho procedimiento no es aún una terapia estandarizada o de uso corriente. Por lo tanto, y contrario a lo que allí se plantea, esto todavía dista mucho de ser “una alternativa viable ante la carencia de órganos para ejecutar el trasplante…”.

Falta mucho por investigar en un campo en el que alrededor del mundo han concluido, o están en curso, numerosos ensayos clínicos aleatorizados, con resultados bastante contradictorios (cuando no abiertamente cuestionados). De modo que por ahora los resultados sólo caen en el rango de “lo prometedor”… y punto. El grueso de los ensayos de terapia celular realizados hasta la fecha ha generado casi más preguntas que las que han podido responder: ¿cuáles subtipos de células madre son las ideales?, ¿qué tipo de pacientes se beneficiarán más de esta técnica?, ¿deberán emplearse distintas células madre para situaciones diferentes?, ¿en qué cantidad deben trasplantarse?, ¿cuál es la vía y el momento más adecuado para su administración?. Estas son apenas algunas cuestiones, entre muchísimas más, para las que aún no tenemos respuesta.

Tanto los estudios realizados en pacientes con IMA como en casos con insuficiencia cardiaca de otras etiologías, se han detectado ciertos núcleos de problemáticas a despejar:

I) Los protocolos no estandarizados han producido resultados discrepantes en cohortes de pacientes similares. Muchos estudios cuentan con muestras muy pequeñas o no han sido aleatorizados ni controlados.

II) Las características técnicas del proceso para obtener las células parecen influir en los resultados.

III) Las células madre autólogas tienen limitaciones intrínsecas debido a las repercusiones de la edad y la enfermedad en su disponibilidad y su capacidad funcional.

IV) Para la superviviencia de las células madre implantadas, es preciso garantizar la irrigación sanguínea y el aporte de nutrientes en el tejido miocárdico infartado, algo bien complejo en muchos casos.

V) Las células implantadas deberán lograr no sólo un simple “prendimiento celular”, sino una adecuada integración eléctrica, físico-mecánica y funcional con el resto del tejido miocárdico.

A la hora de presentar una información científica al público general, es preciso aclarar el verdadero punto en que estamos, las dudas y debates que aún tenemos. No es éticamente lícito dar como “redondo” lo que aún tiene tanta arista y aspereza por limar, sin embargo, en el pasado reciente nuestra prensa ha incurrido una y otra vez en exposiciones superficiales e inexactas de ciertos procedimientos y tecnologías biomédicas. El empleo de células madre en el tratamiento de diversas patologías, así como vacunas y tratamientos para ciertos tipos de cáncer, han sido presentados como alternativa probada, cuando en realidad no pasan de ser recursos potenciales en fase de ensayo clínico. Ante esta frecuente escasez de objetividad que padece nuestro periodismo de divulgación científica, quizás se imponga la necesidad de una buena inyección de células madre ¿le resultará efectiva?.



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