Pedro Aljama es el responsable del Servicio de Nefrología del Hospital Reina Sofía de Córdoba y uno de los mayores expertos de nuestro país en la investigación de las posibles aplicaciones de la terapia celular para el tratamiento de las enfermedades renales.
A raíz de la reciente publicación en la revista Journal of American Medical Association (JAMA) de un artículo que describe menores tasas de rechazo entre los trasplantados renales a los que se han implantado células mesenquimales, hablamos con él sobre la situación de la investigación en terapia celular en nefrología en nuestro país y el futuro de esta técnica a corto y medio plazo.
¿Cuál es el estado de la investigación en el campo de la terapia celular para el tratamiento de las enfermedades renales en nuestro país?
La terapia celular en nefrología está aún naciendo. Se cuenta con muchos conocimientos generados en animales y desde el laboratorio, pero aún se dispone de pocos datos clínicos. En concreto en nefrología existen algunos enfermos que se han sometido a trasplante renal y a los que se les ha aplicado tanto en Italia como en el centro de Europa y, recientemente, se ha publicado en JAMA un artículo que describe un ensayo clínico que ha consistido en un estudio randomizado que demuestra que en pacientes con trasplante de donante vivo, la terapia celular con células mesenquimales de médula ósea autólogas en combinación con la administración de algunos anticuerpos como la interleuquina 2 hace que disminuya el rechazo y aumenta así la esperanza de vida de los pacientes.
Se trata de un trabajo amplio, ya que estudia aproximadamente a 160 enfermos y que muestra cómo la terapia celular hace que haya menos infecciones y que, como hemos comentado antes, disminuya significativamente el número de rechazos, lo que abre una esperanza para que pueda emplearse en el plano clínico.
En estos momentos entonces, ¿se contempla la terapia celular en nefrología como complemento al trasplante?
No. Estamos hablando de situaciones muy diferentes porque no se implantó una tráquea completa… Hay algunos modelos de riñón artificial que, no obstante, no son implantables sino que sólo son portables. Son dispositivos que reproducen el funcionamiento del riñón y que, en cierta medida, al poderse transportar, aumentan el nivel la calidad de vida del enfermo. Pero, lo que no hay es un riñón artificial que pueda sustituir al natural e implantarlo en el interior del cuerpo humano.
De algún modo es así ya que lo que se pretende en estos momentos con la terapia celular es disminuir el riesgo de rechazo del órgano trasplantado. Lo que sucede con estas células mesenquimales es que, por su acción inmunorreguladora son complementarias a la acción de los inmunosupresores. No se busca la regeneración del riñón, que es algo que por el momento está muy lejos de poderse llevar a cabo y que en el caso de la nefrología está sólo en fase experimental. Nosotros aquí en Córdoba tenemos muchos datos extraídos de modelos experimentales de nefropatías agudas, nefropatías crónicas, glomerulonefritis y de insuficiencia renal crónica en ratas en los que hemos comprobado que las células mesenquimales de médula ósea, como las que se han empleado en este trabajo del JAMA, aceleran de alguna manera la curación de la glomerulonefritis en ratas y favorecen la regeneración renal en modelos experimentales de insuficiencia renal crónica. Pero ya le digo, la terapia celular como terapia regenerativa del riñón aún está en fase puramente experimental.
Hace unos meses un equipo de cirujanos en el Norte de Europa lograba implantar con éxito una tráquea artificial. ¿Este tipo de intervenciones son posibles o podrían serlo a corto-medio plazo en el caso del riñón?
No. Estamos hablando de situaciones muy diferentes porque no se implantó una tráquea completa… Hay algunos modelos de riñón artificial que, no obstante, no son implantables sino que sólo son portables. Son dispositivos que reproducen el funcionamiento del riñón y que, en cierta medida, al poderse transportar, aumentan el nivel la calidad de vida del enfermo. Pero, lo que no hay es un riñón artificial que pueda sustituir al natural e implantarlo en el interior del cuerpo humano.
Un órgano artificial totalmente funcional e implantable no existe a día de hoy, a excepción del corazón que al ser simplemente una bomba es, hasta cierto punto, más fácil de conseguir.
Usted, como comentaba, dirige un equipo en el Servicio de nefrología del Hospital Reina Sofía, que sí ha empezado a investigar en terapia celular a nivel renal. ¿Cuáles son los pasos inmediatos que van a dar y los retos principales que deben afrontarse en este campo?
Nosotros trabajamos sobre todo para probar la efectividad del empleo de las células mesenquimales como reguladoras, inmunomoduladoras y antiinflamatorias en procesos de glomerulonefritis. En este sentido, nuestro principal interés son los mecanismos naturales de regeneración renal que es lo que tratamos de imitar. También nos centramos en saber si estas células mesenquimales pueden acelerar los mecanismos naturales de regeneración del riñón, de modo que cuando se detecte una nefropatía en un grado incipiente, el empleo de estas células mesenquimales nos ayude potencialmente a revertirla o a detenerla.
Esa sería supongo la gran esperanza dado que por el momento no se conoce ningún medio para revertir esa insuficiencia renal…
Yo creo que es debido a la segunda circunstancia que apunta. Yo creo que si alguien presenta un estudio razonado y bien planteado no habrá problema en llevarlo a cabo, pero pienso que es más sensato esperar a que se genere más conocimiento. Además, no sólo las células madre mesenquimales son importantes, sino que hay otros tipos de células que podrían dar buenos resultados, también hay que tener en cuenta los tiempos de la aplicación y los diferentes estadíos de la lesión renal. Quedan muchas cosas por saber y por eso es más sensato esperar para hacer este tipo de ensayos en el hombre, a excepción de ese uso ya mencionado como complemento al trasplante.
La insuficiencia renal crónica es, a día de hoy y por definición, inexorablemente irreversible, lo que implica que el daño renal que se genera supera el ritmo y la eficacia de los mecanismos de regeneración del organismo. Un modo muy racional de resolver este problema, desde el punto de vista clínico, es estimular la regeneración de modo que supere la destrucción que se produce y el resultado de este balance sea positivo. Esta es una buena estrategia y un buen intento para sacar el mayor partido en nefrología a la terapia celular, al menos, con los datos que ahora tenemos.
¿Cuáles son ahora mismo las principales trabas para comenzar la investigación de terapias celulares en humanos? ¿Son aspectos de tipo burocrático o esa falta de trabajos en humanos se relaciona más con una falta de madurez de la técnica que permita correr el riesgo?
Yo creo que es debido a la segunda circunstancia que apunta. Yo creo que si alguien presenta un estudio razonado y bien planteado no habrá problema en llevarlo a cabo, pero pienso que es más sensato esperar a que se genere más conocimiento. Además, no sólo las células madre mesenquimales son importantes, sino que hay otros tipos de células que podrían dar buenos resultados, también hay que tener en cuenta los tiempos de la aplicación y los diferentes estadíos de la lesión renal. Quedan muchas cosas por saber y por eso es más sensato esperar para hacer este tipo de ensayos en el hombre, a excepción de ese uso ya mencionado como complemento al trasplante.
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