La medicina regenerativa, disciplina encargada del estudio y aplicación de las células madre, es desde hace más de una década una de las grandes promesas de la biomedicina. Las expectativas de múltiples equipos de investigación alrededor de todo el mundo están puestas en la capacidad de estas células especiales, para restaurar y reparar, regenerar en definitiva, tejidos y órganos dañados del cuerpo humano. Sin embargo, aunque hay resultados que avalan su idoneidad como terapia ante algunas patologías, en otros casos las esperanzas puestas en ellas se están haciendo esperar. El uso adecuado de las mismas en la práctica clínica pasa por la comprensión de todos sus mecanismos de actuación, sus procesos y su regulación, así como los factores que modulan su diferenciación.
El Titán griego Prometeo es un ejemplo muy útil para la medicina regenerativa. Como castigo por haber robado el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, Zeus ordenó encadenar a Prometeo a una montaña donde un águila acudiría cada día para comerse su hígado, y por la noche, el órgano se regeneraría, permitiéndole sobrevivir a un cruel castigo. Los investigadores de hoy esperan también hacer realidad el legendario concepto de la regeneración a través del desarrollo de terapias para restaurar los tejidos y células perdidos, dañados o envejecidos del cuerpo humano. El objetivo final es conseguir un tratamiento eficaz para enfermedades hoy en día incurables.
Las células madre o células troncales (de su traducción del inglés “stem cells”) son aquellas capaces de producir el resto de las células que forman los tejidos y órganos de nuestro cuerpo, de manera que podrían ser consideradas como las madres de todas las células. Con esta ambiciosa tarea, el enorme potencial de estas células radica principalmente en ser esenciales para el mantenimiento del organismo humano.
Este tipo de células se caracterizan por el estado de indiferenciación en el que se encuentran, su capacidad para proliferar indefinidamente, y su plasticidad o capacidad para dar origen a distintos tipos celulares. Todos estos aspectos las hacen valiosas para la llamada terapia celular en la que pone su empeño la medicina regenerativa: aquellas enfermedades derivadas de la pérdida de células que causan el deterioro de órganos vitales, podrían aprovechar el potencial terapéutico de las células madre para generar células a medida con las que restaurar el daño. Patologías como las lesiones medulares, el infarto de miocardio, la esclerosis múltiple, el Alzheimer o el Parkinson, entre otras, son candidatas a la búsqueda de una cura a través de las células madre.
Las células madre se dividen en dos tipos, por lo que pueden ser embrionarias, si su origen es un embrión; o adultas, si se encuentran en algún órgano del cuerpo humano. Las células madre embrionarias y las adultas se diferencian en varios aspectos fundamentales. Por un lado, las embrionarias proceden de la masa celular interna de embriones en estadio de blastocisto, mientras las células madre adultas proceden de cualquier tejido u órgano del cuerpo humano y están presentes a lo largo de toda la vida, no sólo en la fase embrionaria. Por otro lado, las embrionarias poseen una plasticidad más elevada, al ser capaces de diferenciarse a todos los tipos celulares; mientras las adultas tienen una plasticidad más reducida, al ser capaces de generar células especializadas del propio tejido en el que se encuentran. Además, las embrionarias presentan una menor “diferenciación”, por lo que poseen una gran capacidad para mantenerse en estado indiferenciado de forma indefinida. Por el contrario, las adultas presentan una mayor diferenciación hacia el tejido en el que se encuentran, como si se tratarse de una deformación derivada del lugar en el que están ubicadas.
Como apunta la Dra. Anna Veiga, directora del Banco de Células Madre del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona en el libro “El regalo de las células madre”, “el cuerpo humano está formado por unos 200 tipos de células diferentes, y en principio, una célula madre embrionaria, tendría capacidad para transformarse en cualquiera de estos tipos; sin embargo, una célula madre adulta del tejido muscular sólo se podrá convertir en el tipo celular del tejido del que procede, y no tendrá la versatilidad para diferenciarse en una neurona”.
Pero como se trata de una disciplina emergente en constante avance, a finales de 2007 se produjo un avance científico que supuso la entrada en escena de un tercer tipo de células madre. Los equipos de Shinya Yamanaka, de la Universidad de Kioto, en Japón, y el de James Thomson, de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos consiguieron obtener células madre, no a partir de un embrión, sino a partir de células somáticas de la piel. Son las llamadas “células pluripotentes inducidas” o “iPS” (induced pluripotent stem cells), células adultas reprogramadas a través de la introducción de cuatro genes con la capacidad de transformarse en distintos linajes celulares. Al proceder de la piel de “pacientes”, estas células acababan también con el problema del rechazo en potenciales futuros trasplantes.
Sin embargo, los problemas de este nuevo tipo decélulas madre no sólo radican en la carencia de una versatilidad comparable a las embrionarias (tras la reprogramación siguen persistiendo señales de su origen adulto); sino también en la dificultad de lograr una reprogramación segura para humanos, ya que la introducción de genes a través de retrovirus utilizada no es apta para la práctica clínica.
Actualmente, las terapias con células madre utilizadas habitualmente en la práctica clínica están enfocadas a contadas patologías y aplicaciones muy localizadas que emplean células madre adultas. Estas aplicaciones engloban por ejemplo su uso en la leucemia, a través del trasplante de médula ósea o de precursores hematopoyéticos para el restablecimiento de la médula ósea; y su uso en grandes quemados mediante el tratamiento con queratinocitos. Se trata de tratamientos reales disponibles en hospitales que ya han pasado por todos los controles y comprobaciones necesarios para confirmar su seguridad en la aplicación a pacientes.
En fase de prueba, existen otros procedimientos experimentales avanzados con células madre adultas, tales como el uso de células madre de la grasa para tratar fístulas (úlceras o aberturas en la piel difíciles de cicatrizar). Por el momento se trata de un ensayo clínico en fase II desarrollado por investigadores del hospital La Paz de Madrid que ha demostrado que las fístulas cicatrizan gracias a la inyección de células madre del propio paciente ya cultivadas.
Sin embargo, con células madre embrionarias lo único que existen de momento son ensayos clínicos, no aplicaciones reales. En este aspecto, lo más avanzado son ensayos clínicos en humanos. En octubre de 2010 se puso en marcha en Estados Unidos uno dirigido al tratamiento de lesiones medulares; y en septiembre de 2011 Europa inició otro enfocado al tratamiento de la distrofia macular de Stargardt, una enfermedad ocular incurable. Un año después del anuncio del ensayo estadounidense en lesiones medulares, la compañía biotecnológica que lo llevaba a cabo, Geron, anunció la suspensión del desarrollo de terapias con células madre y por tanto la cancelación del ensayo. Aunque desde la entidad se explicó que el tratamiento “fue bien tolerado sin efectos adversos serios hasta el momento”, este hecho representó un paso atrás en el conocimiento de los resultados de las células madre embrionarias aplicadas a una determinada enfermedad.
La cuestión es que los ensayos clínicos son tan sólo los primeros pasos que hay que dar para conseguir un tratamiento validado y seguro. Esta fase tan incipiente de la investigación exige esperar hasta completar las cuatro fases de estudio en un número de pacientes cada vez mayor, para conocer si los resultados avanzan satisfactoriamente hacia su futura aplicación, y lograr un tratamiento como resultado final. En esta línea encontramos el primer ensayo con células madre embrionarias en EEUU, o el primer ensayo europeo sobre la ceguera en Europa.
El problema de las expectativas puestas en las células madre es que se ha creado alrededor de ellas un mito al que son especialmente sensibles los familiares y afectados por enfermedades sin cura. La desesperación de los pacientes, unida a la capacidad de algunas empresas para convertir la esperanza y la ignorancia en negocio, ha llegado en muchos casos a erigirse en una fuente de fraudes y de aberraciones clínicas. Las limitaciones y controles de las terapias con células madre son necesarios para evitar los anuncios engañosos de distintas entidades con ánimo de lucro que prometen la curación a los que no encuentran consuelo en su médico habitual. La posibilidad de hacer caja va más rápido que los avances científicos, y ya se han cometido varios casos de estafa que atenta tanto a los ahorros de los pacientes y familiares, como a su propia salud.
Así lo denunciaba una investigación realizada en China por la revista científica Nature. Según publicaba El País, “párkinson, alzhéimer, diabetes o esclerosis múltiple son algunas de las enfermedades que tal vez puedan ser tratadas mediante células madre. Pero las investigaciones siguen en fase experimental y, en todo caso, antes de ensayarlas en pacientes, las terapias deben pasar duros escrutinios para garantizar que son efectivas y que no son perjudiciales. Algunos van más rápido: un centenar de clínicas en China ofrecen terapias de células madre no autorizadas y no ensayadas a pacientes que pagan miles de dólares para acceder a una supuesta recuperación de un amplio abanico de trastornos, incluido el autismo.”
La realidad es que nos encontramos con una potencial herramienta terapéutica que ofrece esperanza para la curación de muchas enfermedades. Sin embargo, todavía hay camino por recorrer en los laboratorios hasta la consecución de tratamientos efectivos con células madre.
Artículo publicado para el máster de la UNED de Periodismo Científico y Comunicación Científica
NOTA: Este artículo es propiedad original del autor citado, aunque ha podido ser publicado anteriormente en otros medios, en cuyo caso aparecen descritos al final del mismo. En caso contrario o en notas de prensa el autor aparecerá como "Noticias de Internet"
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